Un lugar más desconocido y más genuino, el estado de Gujarat, situado en el noroeste del país, puede ser una buena elección ¡no le defraudará!
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
Para el viajero que sueña con su primer viaje a la India, el llamado ‘Triángulo de Oro’ (Delhi-Agra-Jaipur) probablemente sea su primer destino. Pero, como la India seduce, volverá, con toda seguridad, a ir más veces. En un segundo viaje quizá opte por visitar Rajastán… o Kerala; pero si se decide por descubrir un lugar más desconocido, entendiendo por ‘desconocido’ un destino con menor afluencia turística, y por consiguiente más genuino, el estado de Gujarat, situado en el noroeste del país, puede ser una buena elección ¡no le defraudará!
Llegar al estado donde nació Gandhi… al hábitat de los leones asiáticos… al estado que tiene la estatua más alta del mundo… no es complicado, basta con tomar un vuelo internacional a Delhi (capital de la India) y conectar con otro vuelo hasta Ahmedabad, capital del estado de Gujarat. Después, ya todo serán sorpresas.
La cuna de Gandhi
Antes de adentrarnos en aventuras viajeras, nos dispondremos a visitar Ahmadabad, la capital de Gujarat y la ciudad más importante del estado.
En India, los barrios de las ciudades antiguas no están hechos por la mente de un mismo urbanista (aunque los barrios modernos parece que sí), y es por eso por lo que Ahmedabad mantiene la originalidad de su casco antiguo. Prueba de ello, es que la Corporación Municipal de la Ciudad organiza un circuito diario a pie por los vecindarios de la ciudad vieja -llamados pols- para instruir a los turistas sobre la historia de su peculiar arquitectura. Se trata de un paseo guiado por sus antiguas calles, haciendo parada en algunas plazuelas para descubrir los chabutaras (comederos de pájaros) y los havelis (antiguas casas decoradas con artísticas celosías). El iniciático paseo nos hará tomar el pulso de la ciudad, que tiene el honor de ser la primera ciudad de la India reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Casi todos los recorridos urbanos terminan en los umbríos jardines donde se encuentra el ashram Sabarmati, que es la humilde casa en la que pasó gran parte de su vida Mahatma Gandhi, y que fue en el lugar donde se gestó la Marcha de la Sal, la famosa y pacífica acción de protesta que finalmente desembocó en la independencia del país. Gandhi, nacido en el sur del estado de Gujarat, vivió en esta casa 16 años. El lugar tiene un museo que nos describe, e instruye, sobre la vida y obra del padre de la patria… Allí se encuentra la rueca con la que hilaba el algodón para confeccionar su propia ropa.
El coloso de la India
El hombre, a lo largo de la Historia, ha erigido monumentos grandiosos para rendir homenaje a deidades, a personajes que han marcado algún tipo de hito reseñable, o como muestra de su egocentrismo exacerbado que, de alguna manera, debe quedar materializado en proporciones gigantescas.
Poco antes de la pandemia covid, el estado de Gujarat, inauguraba y presentaba al mundo la estatua dedicada al político Sardar Patel, a la que llamó Estatua de la Unidad. Sardar Patel, fue uno de los padres del país y ocupó el cargo de primer ministro de la India Independiente. Para el pueblo indio, el mensaje es: “Gandhi dio la libertad al pueblo y Sardar unificó el país”. La figura tiene 182 metros de altura, y que (estableciendo comparaciones) es cinco veces más alta que la del Cristo Redentor de Río de Janeiro (38 m.) y dobla la altura de la estatua de la Libertad de Nueva York (93 m.).
Hasta 2017, las estatuas dedicadas a los budas ocupaban los primeros puestos en el ranking de las más altas del mundo, siendo el Buda de la Primavera, de China (con 128 metros) la que ocupaba el primer lugar. Ahora, la figura de Sardar Patel se ha convertido en el monumento más alto del mundo. Ubicada a orillas del río Narmada, fue diseñada por uno de los escultores indios más famosos, Ram Vanji Suthar, y en su construcción intervinieron más de 3.000 obreros a lo largo de los cinco años que duraron las obras.
Está construida con una estructura de acero, hormigón armado de cemento y revestimiento de bronce. Ocupa una zona de 20.000 metros cuadrados y la rodea un lago artificial, un centro de visitantes, un jardín conmemorativo, varios complejos hoteleros, restaurantes, y un parque de diversiones. El coloso se puede visitar por dentro mediante un ascensor que eleva a los visitantes hasta la cabeza de la figura, desde donde se contempla, a través de sus ojos, una panorámica espectacular de la localidad de Gandhinagar.
Cabe decir, como curiosidad, que la arena empleada en su construcción se trajo de los 29 estados de la India.
Tribus y… leones
Es el momento de coger otro vuelo doméstico hasta el aeropuerto de Diu, situado en el sur del estado. Desde allí, la infraestructura de nuestro alojamiento nos trasladará hasta la frondosidad de la selva para experimentar la parte más excitante del viaje: visitar las ancestrales comunidades tribales y prepararnos para un safari en toda regla para ir en busca de los míticos leones asiáticos. En este entorno viven dos tribus interesantes. Los más numerosos son los maldhari, que, ataviados con su ancestral e inconfundible vestimenta, contrastan con la imagen de la India moderna. Se dedican al pastoreo y su ganado lo forman camellos y búfalos. Las vacas, naturalmente, son sagradas porque los maldhari son hinduistas.
La otra comunidad son los siddi, descendientes de la etnia bantú proveniente del sureste de África.
En los siglos XIII y XIV, la mayoría de los esclavos fueron principalmente traídos de países de la región del Nilo (Bajo Egipto, Etiopía, Somalia, Sudán…). Debido a su destreza en la lucha, muchos se convirtieron en soldados en los ejércitos de los conquistadores (sultanes y marajás) en todos los estados principescos de la India. Eran respetados sobre todo debido a su lealtad y su fuerza, y recibieron concesiones de tierras a cambio de sus valerosos servicios. En esta región es en el único lugar de India donde prácticamente quedan algunas comunidades. La mayoría son musulmanes, pero practican un islam bastante light… así que se llevan bien con sus vecinos los maldharis.
Y llegamos a la frondosidad del Parque Nacional de Sasan Gir el único hábitat del mundo donde el león asiático (Panthera leo pérsica) sobrevive. La reserva se fundó en 1965 para proteger a los pocos leones que quedaban… no solo en la India, sino en todo Asia. No hace tanto tiempo, las orgiásticas fiestas de caza organizadas por la élite india para los colonos británicos… más embajadores, reyes y marajás, significó la casi total desaparición de la especie. A finales del siglo XIX solo quedaban una docena de leones asiáticos en la India. Afortunadamente, la zona en la que existía este minúsculo número de animales se convirtió en un parque nacional protegido donde, hoy en día, viven unos 500 leones.
Una vez informados, ya solo nos queda montar en un gypsy (el todoterreno local) y salir de safari de mañana muy temprano, cuando la temperatura es más fresca y la luz es más sutil… a experimentar la emoción de ver leones y leonas.
GUÍA PRÁCTICA
Lo recomendable es planificar el viaje poniéndose en manos de una buena agencia local para moverse con facilidad por todo el estado y encontrar alojamientos de calidad. Un buen turoperador es JNR Globetrotters. La agencia puede gestionar el vehículo para todos los desplazamientos con un guía en español y, sobre todo, encargarse de comprar los pasajes de avión domésticos para visitar Sasan Gir. La única forma de visitar el Parque Nacional de Sasan Gir es por medio de un circuito organizado que debe reservarse en la web: Gir Online Permit Booking, o en el lodge Woods at Sasan (www.woodsatsasan.com), un alojamiento con todas las comodidades imaginables.
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