Cuando planeamos viajar a alguna isla de Italia, probablemente la primera que se nos viene a la mente es Sicilia. El cine, con sus películas sobre los asuntos de la mafia, sin duda alguna ha contribuido a su proyección mediática mundial. Pero hay ‘otras Sicilias’… y vamos a descubrirlo.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
La ciudad de Palermo, capital de la isla, puede presumir de tener un gran tirón turístico y visitantes todo el año; sin embargo, a pocos kilómetros de la capital, en dirección noroeste, merece la pena descubrir un puñado de pueblecitos desconocidos por los viajeros españoles que buscan lugares nuevos y atractivos, y tranquilamente accesibles… a un golpe de volante por carreteras secundarias.
¿Alguna vez has oído hablar de Terrasini? …de sus playas abiertas al Golfo de Castellammare y de sus atardeceres rojos. ¿Y de Partinico?… que alberga la Real Cantina Borbónica y el museo de marionetas de Nino Canino. ¿Y de la Reserva Natural del Bosco di Alcamo? ¿Y de Cinisi?… patria de la vacca cinisara y del queso caciocavallo. ¿Y de los santuarios marianos de Madonna del Furi y Madonna del Romitello?… ¿Y de la cassata siciliana?
Por dónde empezar
El principal aeropuerto de Sicilia tiene el nombre de Falcone-Borsellino, en memoria de los dos jueces antimafia que murieron asesinados en 1992. Está situado en Punta Raisi -en pleno Golfo de Castellammare-, a unos 35 km. al oeste de Palermo. Como el área que vamos a recorrer está justamente en ese lugar (desde la playa de Terrasini casi vemos aterrizar a los aviones) no tendremos ni que pisar la ciudad de Palermo para empezar nuestro proyecto de viaje. Así que, en el mismo aeropuerto ya podremos alquilar un coche y poner el GPS rumbo a un buen hotel -que no por ser bueno tiene que ser caro- como el Hotel Magaggiari (hotelmagaggiari.com).
Una vez instalados desplegamos el itinerario de viaje. Nos encontramos en una región con mucho para ver, sentir ¡y comer! plagada de pequeños pueblos que, aunque no son hitos en arquitectura, sí son exclusivos en historia, tradiciones populares y riqueza cultural.
Aunque el hotel Magaggiari tiene su propia playa, el tramo de fina arena se extiende hasta el pueblo de Terrasini. Si lo primero que queremos es probar las aguas del mar Tirreno, es el lugar indicado porque la llamada playa La Praiola es una de las más largas de la curvatura del Golfo de Castellammare. Acaba en el puerto pesquero; y más al final, acaba en un acantilado calizo donde empieza la reserva del Cabo Rama, un área costera protegida e incluida en el conjunto de Oasis Naturales de la Biodiversidad, pero que está perfectamente señalizada con senderos marcados que nos conduce hasta una torre vigía del siglo VX, desde la que podemos observar las aves migratorias que viajan entre Europa y África y la panorámica de todo el golfo. Un lugar privilegiado al que podemos acceder simplemente a pie y que constituirá un emocionante final en nuestro primer pueblo ‘descubierto’.
La visita cultural imprescindible es al Palazzo D’Aumale, un gran museo dividido en varias secciones: arqueológica, etnográfica y naturalística… y donde (a nuestro juicio) la que tiene mayor interés turístico es el área dedicada al Carreto Siciliano, que son los antiguos carros de grandes ruedas pintados de mil colores.
Conducimos hacia el interior de la región, al otro lado de la Montagna Longa -la montaña en la que se estrelló un avión de Alitalia en 1972 (una cruz de hierro recuerda el fatal accidente en el que perecieron 115 pasajeros)- para pasar el día en Cinisi y aventurarnos de pleno en el terreno gastronómico, ya que esta localidad es famosa por ser la patria de la vacca cinisara, una peculiar raza bovina presente en la zona desde milenios, de tamaño medio y con un pelaje que varía desde un gris oscuro hasta el negro azabache. Claro que lo más importante para el curioso turista no es conocer el árbol genealógico del animal, sino saber ¡y probar! qué productos gastronómicos se elaboran con la leche de esta vaca…Así que, vamos a ello: Después de la instrucción teórica de los productos elaborados impartida por un maestro quesero en el caseificio La Vecchia Mannara, pasamos a la clase práctica, es decir: a probar los populares cannoli (el dulce siciliano más conocido en el mundo), el queso local caciocavallo, y la espectacular suntuosidad barroca de la cassata siciliana, todo un delicado manjar… “ l’apoteosi della dolcezza” en palabras de Leonardo Puleo, artesano pastelero y heredero de Dolce Meraviglie, el negocio fundado por su abuelo en 1873.
Senderismo, vino… y música
Tomamos la carretera que bordea el golfo y para llegar al pueblo de Alcamo, nuestra próxima parada situada a 20 km. de Cinisi, y situado sobre una meseta a 250 m. sobre el nivel del mar que recibe el nombre de Monte Bonifato.
Ha llegado el momento de aparcar y de hacer un poco de senderismo, porque nos encontramos en una reserva natural -El Bosco d’Alcamo- por el que discurren varios caminos (con dificultad mínima) para subir a la cima del monte, donde se encuentran las ruinas del Castillo de Ventimiglia, la torre sarracena y el Santuario de la Madonna dell’Alto, además de la panorámica que nos brinda el alto de la montaña.
Con la misión deportiva cumplida volvemos al núcleo urbano para visitar otro castillo; está vez una fortaleza del siglo XIV, sin duda el monumento más importante del lugar; perfectamente reconstruida por la familia de los Condes de Módica, y que en la actualidad alberga el Teatro de la Opera dei Pupi (marionetas sicilianas) y la Enoteca Regional de la Sicilia Occidental. Una parada necesaria si queremos conocer el enoturismo de la zona porque se puede participar en una cata guiada de vinos de la región -Bonifatum, Coda de Volpe, Paladino (todos con denominación DOC)-, y saber cómo maridar los platos típicos de la cocina alcamense, de los que destaca la pasta con sardina, los macarrones con coliflor frita o el atún agridulce.
Después del aprendizaje gastro, pasamos a la cultura de la música, ya que en la desacralizada iglesia de San Giacomo está ubicada una de las colecciones de instrumentos musicales más importantes de Italia. Se trata de Museo de Instrumentos multiétnicos ‘Fausto Cannone’, la colección privada que legó a su pueblo el insigne cantautor. La característica de esta peculiar colección es que tiene un departamento de conservación encargado de que todos los instrumentos estén en condiciones aceptables de funcionamiento. Otra cuestión es… ¡saber quién es capaz de hacerlos sonar!
Camino del pueblo de Partinico, podemos desviarnos ligeramente para acceder a algunos puntos interesantes del itinerario religioso que forma parte del acervo cultural siciliano. Se trata de hacer breves visitas a los santuarios marianos que jalonan el viaje que, en teoría funcionan (o funcionaban) como centros de protección de todo ser viviente…como la famosa vacca cinisara, la fuente de riqueza suprema. Algunos de estos centros marianos son: Santuario de la Madonna del Ponte, cuya construcción se remonta a 1430 y del que merece la pena ver su escalinata de coloridos azulejos; el de la Madonna de Romitello (1460) y el de la Madonna del Furi.
El verdadero símbolo local de Partinico es la Real Cantina Borbónica, que representa una de las obras más bellas del dominio de los Borbones en Sicilia.
Fue construida en 1830 por Fernando III de Borbón, rey de Sicilia -posteriormente renombrado Fernando I, rey de las Dos Sicilias- como centro de recogida y venta de productos (vino, licores y aceite) de la compañía real, y punto de referencia para los propietarios de las fincas aledañas.
Para los catalanes interesados en aspectos arquitectónicos, resaltar la curiosidad del solemne patio de entrada y de su gran torre cuadrada, en la que hay dos ventanas. El arquitrabe de la ventana de la derecha está formado por un arco con dos volutas unidas en un punto central, de claras reminiscencias del gótico-catalán.
Junto a la torre encontramos la bodega, Real Cantina Borbónica, cubierta por un restaurado techo de tejas rojas. El edificio, de planta rectangular, tiene el cuerpo dividido en tres naves sostenidas por pilares y arcos que se conectan en cruz. Es un magnífico edificio y perfectamente conservado que, aunque actualmente no se utiliza para la producción de vino, sí está en condiciones de ser utilizado como espacio para catas de vinos y eventos gastronómicos. La luz que invade las instalaciones es realmente espectacular.
En el patio de entrada se encuentra la sede la Asociación Cultural ‘I pupi di Nino Canino’, herederos de una familia de creadores de marionetas sicilianas que tiene su continuidad en las hermanas María, Pia y Laura Canino, que siguen deleitando con sus muñecos articulados a lugareños y turistas.
En este viaje hemos aprendido mucho de la Sicilia desconocida que, cómo era de esperar… ¡no defrauda!
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