La conducción en invierno obliga a los conductores a extremar la precaución ante situaciones inesperadas provocadas por la climatología, el estado de la carretera y del vehículo.
Texto: LUCÍA V. ALONSO
Con la llegada del invierno y de las bajas temperaturas, los conductores pueden encontrarse con situaciones inesperadas a causa de la aparición de la nieve o del hielo en las carreteras. La climatología, el estado de la carretera y del vehículo, provoca un cambio en la manera de conducir los vehículos y obliga al conductor a extremar la precaución a la hora de llevar a cabo sus desplazamientos. Por ello, es muy importante controlar la velocidad y adecuarla en todo momento a la zona de visibilidad y a la adherencia del suelo, ya que la vía puede convertirse en una pista de hielo. Por ello, lo mejor es evitar la conducción en zonas sombrías en la carretera y la circulación a primera hora del día, cuando las bajas temperaturas nocturnas provocan la presencia de hielo en las calzadas.
En situaciones climatológicas adversas, aumenta el estrés y el cansancio en la conducción por el aumento del riesgo, del tráfico y por la baja visibilidad. Por ello es vital la iluminación del vehículo, tanto delantera como trasera. Ver y ser visto es imprescindible siempre y más en esta época del año, ya que además de tener menos horas de luz, podemos encontrarnos con lluvia o niebla. Si el asfalto por el que se circula es muy deslizante, hay que actuar con mucha suavidad sobre el volante, el acelerador y los frenos. Hay que utilizar marchas largas si la adherencia disminuye de forma drástica y aumentar la distancia de seguridad. Además, el frío exterior provoca vaho en el interior del coche que podemos eliminar bajando un poco las ventanillas, pero si preferimos hacerlo con la calefacción debemos tener cuidado con la somnolencia.
Y siempre que inicie un trayecto en invierno debe disponer de combustible suficiente, porque le permitirá tener calefacción durante más tiempo, en caso de emergencia, y le aportará peso adicional para circular en zonas resbaladizas. Cuando haya llegado a su destino y estacione el coche, es mejor que no utilice el freno de mano, ya que las pastillas se queden pegadas al disco en caso de helada. Siempre es mejor que deje metida una marcha y coloque una piedra en los neumáticos a modo de freno. Si se ve obligado por una fuerte nevada a inmovilizar el coche –siempre que tenga un refugio cercano- debe dejarlo con el motor apagado y siempre dejando paso a las máquinas quitanieves.
La conducción con frío exige al conductor que señalice con la suficiente antelación las maniobras, que no conduzca de forma agresiva y que se anticipe a los posibles errores del resto de conductores o imprevistos que pudieran surgir.
Ojo con las condiciones climatológicas
Las diferentes condiciones climatológicas obligan a variar la forma de conducción. La lluvia puede provocar exceso de agua en la calzada, que sumado a la falta de drenaje en la vía y el exceso de velocidad, puede provocar el ‘aquaplaning’, ante el que debemos levantar el pie del acelerador suavemente y mantener firme el volante. Además, el resto de vehículos pueden provocar el ‘efecto spray’, por lo que es importante poner los limpiaparabrisas a la máxima velocidad y evitar, en la medida que sea posible, los adelantamientos a grandes vehículos. Si aparece la niebla hay que utilizar el alumbrado de cruce, así como los antinieblas delanteros y traseros.
Si la lluvia se convierte en granizo, es recomendable parar en el arcén y esperar a que pare para evitar riesgos innecesarios. Si lo que aparece es la nieve, deben utilizarse cadenas en las ruedas motrices para circular, siempre con marchas reducidas, utilizando el freno lo menos posible y por las roderas dejadas por otros vehículos, lo que le asegurará la circulación. En el caso de que aparezcan placas de hielo, es vital no frenar -sobre todo si su vehículo no equipa un sistema antibloqueo de frenos- y conducir con suavidad. Si su vehículo tiene ABS, el sistema actuará de forma que la pérdida de control sea menor.
Cómo elegir las cadenas
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Cómo poner las cadenas
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Preparación del vehículo y del viaje
Tener el vehículo en perfecto estado es clave siempre pero más cuando las condiciones climatológicas son adversas. Los neumáticos deben ser uno de los puntos de revisión por parte del conductor, así como los amortiguadores, la dirección y los frenos. Además, hay que comprobar los elementos que influyen sobre la visibilidad como limpiaparabrisas, escobillas, luces, luneta térmica, y limpiar convenientemente los cristales y retrovisores.
Antes de iniciar el viaje el conductor debe comprobar los niveles de líquidos y de anticongelante, así como el estado de la batería, las bujías, el sistema eléctrico. También conviene llevar piezas de recambio y utensilios útiles en invierno como un juego de luces, triángulos de emergencia, guantes, linterna, chaleco reflectante, rasqueta para el hielo, cadenas para la nieve, e incluso una pequeña pala. Y nunca viene mal llevar algo de alimento y agua, ropa de abrigo y alguna manta por si nos vemos obligados a detener el vehículo.
En cualquier época del año, pero sobre todo en invierno, es vital planificar bien la ruta antes de salir y evitar los puertos de montaña y las zonas con especial riesgo de nevadas, así como consultar el estado de las carreteras y en caso de ser malo es mejor retrasar el viaje que asumir riesgos. Y siempre debe disponer de los teléfonos más importantes, como el de Meteorología (060), DGT (011) o el de su asistencia en viaje (RACE 900 112222).