¿Te gusta la buena comida en sitios pintorescos? Te presentamos ocho restaurantes con estrella Michelin que han abierto sus puertas en pequeños pueblos, algunos con sólo 40 habitantes.
Texto: JAVIER VARELA
Dicen que las mejores esencias vienen en frascos pequeños y vivir o visitar un pequeño pueblo o aldea no tiene por qué estar regañado con comer como si estuvieras en la mejor ciudad del mundo. Hablamos de restaurantes con estrella Michelín que han abierto sus puertas en pequeños pueblos, alguno muy pequeños, en los que se puede disfrutar de una excelente comida.
As Garzas (Barizo), La Lobita (Navaleno), Venta Moncalvillo (Daroca de Rioja), La Botica (Matapozuelo), Casamar (Llafranc), Cenador de Amós (Villaverde de Pontones) y Etxebarri (Axpe) suman 8 estrellas Michelín y los habitantes de sus pueblos que apenas suman entre todos los 3.000 habitantes. Comida excelente en pequeños pueblos. Una combinación perfecta.
As Garzas – 1 estrella
(Barizo, La Coruña)
En plena Costa de la Muerte, en el extremo occidental de la provincia de La Coruña se encuentra el municipio de Malpica de Bergantiños, al que pertenece Barizo, una de las ocho parroquias que integran el conjunto municipal junto a Buño, Cambre, Cerqueda, Leiloio, Malpica de Bergantiños, Mens y Vilanova de Santiso. De hecho, San Pedro de Barizo cuenta con una población cercana a los 350 habitantes, pero cuentan con un restaurante con una estrella Michelín en el que perderse y disfrutar de la gastronomía como si vivieran en cualquiera de las grandes ciudades.
Hablamos de As Garzas, un restaurante gestionado por Fernando Agrasar y que ofrece un comedor acristalado con vistas al mar. Como no puede ser de otra manera en su cocina destacan los pescados y la cocina tradicional gallega sencilla, con sabor, transparente y en el que el sabor del producto del mar invade la carta. La empanada de xoubas (dependiendo de la temporada), croqueta de bacalao al pilpil o mejillones en escabeche casero permiten abrir boca para dar paso a cualquier pescado (centolla, cigala, merluza o rodaballo). Pero la carne gallega también tiene presencia como las verduras de la tierra.
Además, dispone de cuatro habitaciones (Quintana, Cabaña, Perellón y Garfio) en las que descubrir el silencio gallego y disfrutar de unas vistas privilegiadas del océano Atlántico y de los acantilados de la Costa de la Muerte.
La Lobita – 1 estrella
(Navaleno, Soria)
Los amantes de las setas y del senderismo seguro que ya conocen Navaleno, un pequeño pueblo de 865 habitantes que está en el límite de la provincia de Soria con Burgos. Uno de los atractivos de esta localidad es su estación de tren, donde se rodó una escena de la famosa película ‘El doctor Zhivago’, así como sus pinares y las numerosas rutas micológicas que se pueden hacer en su entorno. Además, dispone de un restaurante con 1 estrella Michelín, en el que los productos de la tierra se presentan en todas sus posibilidades en una oferta espectacular y sencilla.
La Lobita ha pasado de ser un bar familiar a un restaurante que poco tiene que envidiar con otros con más nombre. Elena Lucas es la responsable de su cocina, en la que se mezcla la tradición de antaño con las innovaciones propias de la restauración. Su menú degustación se adapta a las estaciones del año, adaptando lo que le ofrecen los bosques y naturaleza que les rodea, junto a otros productos de huerta, mar y corral de temporada, según la época del año que sea, y así haciendo una cocina pura y sencilla, a la vez que trabajada y diferente a cualquiera.
Entre sus platos más destacados, siempre dependiendo de la estación, están los Raviolis de guiso de careta, salsa de su guiso con un toque thai y trufa de Soria, Carbonara soriana, Un trozo de suelo del pinar, la Evolución de un torrezno, Guisantes de temporada, caviar de pino, setas de temporada y caldo de hongos y un postre original como Chocolate y turrón… y bolitas de anís.
Venta Mocalvillo – 1 estrella
(Daroca de Rioja, La Rioja)
Estamos ante el restaurante con estrella Michelín ubicado en el pueblo con menos habitantes. De hecho, Venta Moncalvillo está en Daroca de Rioja, un pueblo con 40 habitantes en la falda norte de la Sierra de Moncalvillo (de la que toma el nombre) y junto al río Daroca, afluente del Ebro que riega la huerta que proporciona la materia prima para construir los platos de Ignacio Echapresto, que junto con su hermano Carlos son los responsables del local.
La base principal de su cocina y señas de identidad son el legado de Rosi (madre de Carlos e Ignacio) cuyas recetas se han ido adaptando hasta conseguir una carta innovadora que cambia con cada estación del año. Calabacines, borrajas, tomates, alcachofas y así una larga enumeración protagonizan su gastronomía así como productos de caza como becadas, ciervos, jabalíes, pichones o codornices y pescado fresco con el que sorprender en verano.
Y si importante es la comida, los caldos que la acompañan –tiene una bodega con más de 1300 referencias de vino de todo el mundo- son también protagonistas, de hecho Carlos ha sido galardonado con el prestigioso premio internacional Wine Challenge 2016, como mejor sumiller.
La Botica – 1 estrella
(Matapozuelos, Valladolid)
Una antigua casa de labranza construida en 1876 y restaurada en 2002 en la Plaza Mayor de Matapozuelos es la sede de La Botica, un restaurante de una estrella Michelín en el que los productos humildes ligados a su cultura, han sido, son y serán motivo de reunión en torno a una mesa. El pueblo, de poco más de 1.000 habitantes, está a 26 kilómetros de Valladolid y está enclavado en el corazón de la D.O. Vinos de Rueda y en una tierra de pinares.
Dos generaciones de cocineros, padre e hijo, le otorgan a la carta dos estilos bien definidos de cocina que conviven en armonía para presentar un recetario popular, artesano, que mantiene vivos los sabores de siempre y que acerca al comensal a la naturaleza. Destaca su apuesta por las verduras y otros productos silvestres de su entorno pinos piñoneros de los que se aprovecha todo en este restaurante.
Un menú en el que el piñón cobra un protagonismo especial y en el que también aparecen los productos de la huerta, las setas y vegetales encurtidos, los pescados de río como la trucha, el huevo de leche de oveja ahumado, el gallo de corral y productos de caza como el corzo y el venado. Todo un manjar para acercarse a la naturaleza y acabar chupándose los dedos.
Casamar – 1 estrella
(Llafranc, Gerona)
Llafranc es una de las poblaciones con más encanto de la Costa Brava que apenas llega a los 300 habitantes, pero que se multiplican en verano, ya que es uno de los destinos populares y de prestigio desde hace más de 50 años. Además cuenta con el faro de San Sebastián, en el norte de la localidad, que tiene un espectacular mirador a 169 metros del mar, desde el que se ve buena parte de la Costa Brava.
El restaurante, minimalista, moderna y confortable, está en el discreto hotel de propiedad familiar de los Casellas y con unas espectaculares vistas a la bahía de Llafranc, defiende la cocina de autor de su chef Quim Casellas y apostando por el producto de mercado y saludable, sin olvidarse de los platos de siempre pero replanteados de forma diferente. Una cocina con productos de primera calidad, con cuidado en la elaboración y sabores con sabor.
En su carta sobresalen los pescados del litoral y los arroces y entre sus platos destacan el canelón templado de puerro con cigalas y parmesano, el mi-cuit de foie con frambuesas, el lenguado con tomatitos, albahaca, fresa y bergamota o el Arroz Carneroli con gamba de Palamós y jamón ibérico. Un deleite para el paladar con unas vistas inmejorables.
Cenador de Amós – 2 estrellas
(Villaverde de Pontones, Cantabria)
El Cenador de Amós merece una visita por cuestiones culinarias y culturales. Está ubicado en la antigua ‘Casa-Palacio Mazarrasa’ que se construyó en 1756, un edificio barroco en el que destaca su torre con decoración geométrica. Ubicado en Villaverde de los Pontones, una localidad con 350 habitantes, cercano a la costa, con interesantes palacios y edificios, una esmerada gastronomía y un sitio perfecto para practicar el senderismo.
El restaurante tiene a Jesús Sánchez como jefe de cocina y alma mater, ya que junto a su mujer gestiona este local en el que destaca la cocina de autor y creativa en un entorno en el que se mezcla lo moderno con lo rústico y en el que se respira un aire de tranquilidad. La carta destaca por unos platos muy técnicos y ligeros en los que el efecto visual juega un papel tan importante como la materia prima de primera calidad.
Entre sus platos destacan el bonito de costera con salsa de yema curada, foie-gras caramelizado y aceituna negra, rodaballo de crema de azafrán y centollo, falda de tudanca con tirabeque y vainas, helado de queso. Un lugar ideal para un homenaje gastronómico.
Etxebarri – 1 estrella
(Axpe, Vizcaya)
En el Valle de Atxondo, entre la belleza de Axpe y junto a las faldas del Anboto, entorno lleno de mitología, se encuentra el Asador Etxebarri. La localidad, de poco más de 200 habitantes, está cerca de la comarca conocida como el Duranguesado y del parque natural de Urkiola.
Etxebarrí es un restaurante diferente, alejado del mundanal ruido, ubicado en un caserío, con una decoración rústica y de cocina tradicional a la brasa de leña siguiendo la técnica ancestral del fuego. En él, Vitor Arguinzóniz practica una cocina tradicional e innovada en la que la brasa cobra todo el protagonismo en la cocina, donde se utilizan artilugios de elaboración propia para poder asar productos como las angulas. La carta es una mezcla de tierra, mar y fuego y se confecciona a diario dependiendo de los productos que ofrezca la naturaleza en la estación del año.
Por las parrillas pasan ingredientes de lo más variopintos con los que disfrutar de Espardeña con habitas, Becada con su salsa, Chicharro y pimiento choricero, Croqueta de maíz, Zamburiñas con salsa de coliflor, Stick de calabaza o Alcachofas. Un asador en el que la materia prima cobra un sabor especial gracias a las brasas.