Como en las películas inmortalizadas por el cine, la ciudad sin límites ha presumido siempre de ser un lugar mítico… donde los sueños son posibles.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
Mucho antes de que aquel bosque de abetos –holly (abeto) y wood (bosque)- se convirtiera en la ciudad de las quimeras, en el año 1781, según las crónicas, un grupo de asentadores (según el diccionario: todo aquel que compra al por mayor para vender al por menor), encabezados por Felipe de Neve, gobernador de la Provincia de las Californias, y bajo la orden de Carlos III, rey de España, fundaron el pueblo de Nuestra Señora La Reina de Los Ángeles de la Porciúncula.
Todo ha cambiado. En 2017 Los Ángeles -o simplemente L.A.- cuenta con casi cuatro millones de habitantes repartidos en distritos que constantemente cambian, se renuevan y marcan tendencias. Este es, quizá, el mayor atractivo de esta urbe de barrios inconexos y atravesados por autopistas. Dinámica y multicultural, la ciudad irradia el espíritu de la aventura… y no es extraño que Nueva York se esté poniendo celosa. De hecho, si Nueva York recibió 60 millones de turistas en 2016, Los Ángeles no le va a la zaga… con 47 millones, de los cuales la mitad son extranjeros.
L.A. es cada vez es más deseada, y las estadísticas indican que los turistas españoles que ya han ‘probado’ New York, planifican dar el salto a la costa oeste en su próximo viaje a USA. Y es que si bien el benigno clima californiano anima al viaje en cualquier época del año, hay que reconocer que los turistas que viajan a la segunda ciudad más apetecida del país no van buscando ‘sol y playa’, sino a ver qué hay en sus playas. Malibú, Hermosa, Redondo, Matador, o Santa Mónica son nombres que nos resultan familiares aunque nunca hayamos pisado sus arenas, por su fonética española y porque las hemos visto en películas. El delirio por el culto al cuerpo protagoniza el paisanaje de muchas de ellas. La moda de la musculación al aire libre empezó a finales del siglo pasado… y ahora los body builders (musculitos) deambulan por doquier.
La playa de Santa Mónica sigue siendo uno de los lugares más fascinantes para pasear de día, y en este año se ha puesto más de moda que nunca también al ponerse el sol. Parece que lo in es tomarse copas en los bares que ofrecen un pasado interesante, como el Big Dean’s Oceanfront Café, que con más de un siglo de historia parece que haya abierto ayer; o el Oysterette, con vistas al Pacífico, y donde lo normal es pedir unas ‘Ostras Rockefeller’, que allí las sirven con bechamel y acompañadas por varias salsas (pesto, chimichurri, ginger relish…o tabasco). También en Santa Monica Pier (muelle), todos los jueves de este verano, de julio a septiembre, grupos de música locales y talentos emergentes ofrecerán conciertos gratuitos. Así que llévese su picnic, o compre la cena en los food trucks aparcados junto a la playa y disfrute de la puesta de sol mientras suena la música y las olas rompen en la distancia. El 20 de julio está anunciado Eric Burdon and The Animals… otro ejemplo de ‘vintage’ reciclado.
Siguiendo con la moda retro, bares que han cerrado y abierto muchas veces vuelven a la noche angelina: El Big Bar, en el barrio de Los Feliz, es un ejemplo de local pequeño (quizá no quepan más de 20 personas) pero grande en bebidas. Tiene un patio al aire libre donde proyectan clásicos del cine acompañados por cócteles ad hoc…como Everybody in the Canoe.
Con mesa de billar incluida, El Golden Gopher (La Marmota de Oro) situado en pleno downtown angelino -y abierto por primera vez en 1905- es otro bar ¡que ha visto demasiado! A su lado se encuentra el The King Eddy Saloon, el antro que frecuentaba Charles Bukowski… allá por los fifties.
Naturalmente, el tema polinésico nunca está fuera de época. Bares tiki como el Tiki-Ti en el Sunset Blvd, o el Ventiki, en Ventura Beach, siguen ofreciendo clásicos maitais y su atmósfera hawaiana de siempre.
En otro contexto, destacar la inminente apertura (anunciada para este mes de agosto) del primer Eataly de la Costa Oeste. El mediático Mario Batali, un superchef americano que se formó casualmente en Madrid, abrirá en el centro comercial Westfield Century City, en el corazón financiero de L.A., una franquicia de los conocidos mercados de productos italianos. Conocido es que los Eataly triunfan en el mundo (Chicago y New York)… menos en España, donde nadie puede vender un jamón mejor que nuestra ‘cosa nostra’.
A juzgar por la cantidad de artistas que se han mudado a L.A. y las nuevas galerías de arte establecidas, podríamos considerar a la ciudad el corazón cultural de Estados Unidos. A finales de 2016 se inauguró The Broad, un gran museo de arte contemporáneo con el que la ciudad planta cara a las grandes capitales mundiales del sector del arte moderno. El imponente edificio, proyectado por la arquitecta Elizabeth Diller, es un cubo de hormigón y fibra de vidrio que compite con el vecino Disney Concert Hall, de Frank Gehry, sede del La Filarmónica de Los Ángeles y el MOCA (Museo de Arte Contemporáneo) de aspecto más ‘antiguo’… Entre estos edificios se divisa la catedral de alabastro proyectada por Rafael Moneo.
Los Ángeles refleja el mundo tal como es hoy… pero siempre nos quedarán los clásicos (nostalgia vigente) atractivos turísticos… como visitar la Universal Studios, que conserva los auténticos decorados de algunas de las películas más famosas de la historia del cine; el Paseo de la Fama, la avenida donde se van incrustando las estrellas con el nombre de las celebridades del star system; el Grauman’s Chinese Theatre; el Kodak Theatre, sede de la entrega de los Oscar, que luce en la entrada unos gigantescos elefantes blancos, con sus trompas alzadas (como tiene que ser) presidiendo una gran plaza en la que permanecen todo el año unas agradables terrazas donde se puede tomar una tarta de manzana, unas palomitas o una Coca-Cola con mucho hielo. Desde ahí divisamos el mítico cartel de madera con las letras HOLLYWOOD. Pasear por Beverly Wilshire Avenue es otro clásico turístico; por allí circulan limusinas y deportivos tuneados. Allí está la estatua de John Wayne a caballo, la oficina de la Wells Fargo, Rodeo Drive, la zona de shopping más exclusiva de la ciudad y el hotel Beverly Wilshire, donde Julia Roberts se tumbó sobre el piano que tocaba Richard Gere en Pretty Woman.
…Y puede, que al doblar cualquier esquina, aparezca el recuerdo de Marilyn. Eterna.
GUÍA DE VIAJE
CÓMO LLEGAR:
Varias líneas aéreas vuelan a Los Ángeles desde Madrid y Barcelona. Lo más recomendable es volar sin escalas. Iberia (www.iberia.com) y Delta (www.delta.com) tienen vuelos directos y diarios. Los precios varían en función de la anticipación con la que se programe el viaje, pero en estos tiempos hacer predicciones sobre el precio final resulta arriesgado.
No se necesita visado, pero es imprescindible pasaporte electrónico vigente y la autorización ESTA que emite la Embajada de Estados Unidos en España (www.embusa.es)
DÓNDE DORMIR:
Naturalmente en la Meca del Cine hay hoteles para todo tipo de estrellas, pero conviene elegir bien porque en una ciudad desplegada en horizontal las distancias son muy largas.
De entre los hoteles de alto standing destacan el Beverly Wilshire Hotel (www.fourseasons.com/beverlywilshirehotel). Toda una experiencia. Bueno, bonito y caro, un clásico para las celebrities; el mítico Beverly Hills Hotel (www.beverlyhillshotel.com), que nunca pasa de moda; The Hollywood Roosevelt Hotel (www.hollywoodroosevelt.com), un hotel ideal para la gente que viene a pasarlo bien; ideal para hacerse el selfie en el mismo trampolín donde Marilyn posara por primera vez.
También los hay baratos (y aceptables) como los de la cadena Motel 6 (www.motel6.com). Tienen la cama tamaño king size, cuarto de baño con potente ducha y neverita. Existe uno en el corazón de Hollywood.
Recomendable consultar la web www.hotelcoupons.com/losangeles, donde hay atractivas ofertas.