En la quebrada costa del legendario reino de los vikingos, se abren unas gigantescas brechas desbastadas por los glaciares del cuaternario hace millones de años. Son los fiordos, el mayor atractivo turístico del litoral noruego.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
El pasado mes de julio se estrenó en España la sexta entrega de la saga Misión: Imposible -Misión: Imposible. Fallout-, una película con altas dosis de acción que consigue remover al espectador de su asiento y hace que nos enamoremos de la naturaleza noruega. Sin duda, las escenas rodadas por el señor Tom Cruise (porque no es un doble) son de encomiar, porque logra hacernos vivir secuencias realmente adrenalíticas.
Una de las localizaciones elegidas fue la famosa roca Preikestolen -el Púlpito (en español)-. Este acantilado, ubicado en la región de Stavanger, constituye uno de los mayores reclamos turísticos del país y se ha convertido en un destino ‘deseado’ para cualquier viajero que se precie.
Llegar hasta la plataforma del Preikestolen será el final de un viaje en coche que habremos iniciado en Bergen, puerta de entrada (por avión) desde España.
Un día en Bergen (con su noche correspondiente) será suficiente para tomar nuestro primer contacto con los noruegos ¡y sus horarios!. Visita mañanera al barrio portuario de Bryggen, donde se conservan en perfecto estado las casas de los comerciantes de la llamada Liga Hanseática, que se establecieron allí a finales del siglo XIII cuando monopolizaron el comercio del bacalao para garantizar el suministro al resto de la vieja Europa. Se trata de un conjunto de casas de madera de dos plantas pintadas con vivos colores y agrupadas en torno a un área funcional. Hoy en día tiendas de recuerdos y restaurantes turísticos han sustituido los quehaceres de este muelle que ha sido designado Patrimonio de la Humanidad. Frente a las típicas casas se instalan diariamente -si el tiempo no lo impide- los tenderetes del mercado de pescado, Fisketorget, donde podemos empezar a descubrir las delicias de varios preparados de salmón, diferentes tipos de caviar, gigantescas patas de cangreso real… o carne de ballena. Es un mercado muy concurrido y animado, en el que los vendedores chapurrean incluso español.
Como nuestro propósito es llegar en coche hasta Stavanger, al principio nos preguntamos cómo se las han arreglado los ingenieros de caminos noruegos para crear esta red vial que parece sacada de una película futurista. Pero ningún problema; los obstáculos que en sí mismo constituyen fiordos y montañas, han sido superados, y en los últimos años se han empleado los más espectaculares adelantos de la ingenieria para abrir túneles que atraviesan montañas y que borden fiordos; aunque en última instancia, siempre queda la opción de tomar un ferry para salvar ‘imposibles’.
El primer día de conducción será hasta el fiordo Hardanger -2:30 horas- con parada en Oystese. Lo más atractivo de este comienzo de la ruta no son tanto las pequeñas aldeas distribuidas por el camino (que también), sino el viaje por los valles que se suceden entre potentes montañas que hunden sus raíces en el fondo de los fiordos. Podemos pasar la segunda noche en el Hotel Hardangerfjordvegen porque tiene bellas vistas al fiordo y su restaurante ofrece un exquisito bufé de especialidades autóctonas.
Al día siguiente conduciremos media hora para tomar el ferry que nos llevará a la otra orilla de la gran brecha, desde Kvandal hasta Utne (20 minutos de travesía). Utne es un pueblo afamado por la belleza de su entorno y por su museo al aire libre, que funciona como un centro de interpretación sobre la cultura noruega. El hotel Utne, un bonito edificio de madea blanca y en funcionamiento desde 1722, es otro atractivo del lugar. Podemos aprovechar para almorzar en este clásico entorno.
Seguimos carretera rumbo sur bordeando el fiordo Sorfjord hasta Odda, un pueblo industrial carente de atractivo pero de necesaria parada por ser el punto de partida para visitar el glaciar Folgefonna, cuyo brazo más accesible es el llamado Buerbre, al que se llega caminando en unas dos horas. Las numerosas cascadas a pie de ruta provocadas por el continuo deshielo harán que nos paremos a cada paso para contemplar los espectaculares saltos de agua y hacer las obligadas fotos.
La proxima parada es Sand (otras dos horas y media de carretera). Sand es un pueblo situado entre los dos brazos del fiordo homónimo. Es un lugar ideal para practicar todo tipo de actividades al aire libre: rafting en zodiac, pesca con caña, y una experiencia llamada ‘salmón safari’, que consiste en sumergirse bajo el agua con un traje de neopreno para ver cómo los salmones remontan los torrentes de la cascada en sus viajes río arriba por las aguas del Suldal, uno de los más famosos ríos salmoneros de la región. Después solo nos queda ponernos en manos de Bjorn Moe, propietario y artífice del centro de interpretación Salmón Estudio, quien además nos deleitará con su estupenda habilidad culinaria… si es que decidimos quedarnos a comer con él. Después, carretera otra vez hasta el hotel Velvaere, situado en el pueblo de Hjelmeland, y a orillas del lago Steinslandsvatnet, ideal parada de lujo para prepararnos de cara a la subida al Preikestolen, punto fuerte del viaje. Spa, cena… y a la cama.
El Preikestolen (El Púlpito)
De Hjelmeland a Tau en coche, que está a 20 minutos. De Tau hasta el parking del Preikestolen se tarda 15 minutos.
El Preikestolen es una mole pétrea que sobresale de la pared del fiordo de Lyse. Sus 600 metros de caida libre hasta la ‘colchoneta’ de agua azul marino dejan a algunos sin respiración, mientras que a otros les hace subir la adrenalina hasta el extremo de que les da por sentarse en el mismo borde del acantilado y hacer monerías… ¡Alguno ya se ha caido!
Se llega a la roca por un sendero señalizado en el que se emplean casi tres horas para la subida y dos horas en la bajada. Aconsejable calcular el tiempo para que no nos pille la noche por el camino, aunque se puede practicar acampada libre en la roca… y sentir el amanecer. El acceso no está cerrado ningún día del año.
De vuelta al parking, regreso a Tau y tomar el ferry a Stavanger, la ciudad que otrora fuera ‘la cenicienta’ de Noruega. Durante siglos solo hubo allí arenques y sardinas, y sus habitantes emigraron de forma masiva. Pero algunos tecnócratas esperanzados empezaron a buscar petróleo en sus costas a finales de los años sesenta del pasado siglo y… ¡Eureka!: Encontraron uno de los principales yacimientos del mundo. Ahora esta ciudad ha pasado de próspera a rica, con un puerto que puede recibir los mayores transatlánticos del mundo.
En Stavanger está plantado uno de los monumentos más queridos por los noruegos. Se trata de tres gigantescas espadas incrustadas en una roca; y es que los vikingos tenían la costumbre de clavar sus espadas en tierra… en tiempos de paz.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
Como el viaje está diseñado para entrar por Bergen, alquilar el coche en Bergen -donde tienen sede las principales compañías de alquiler de automóviles-, y dejar el coche en el aeropuerto de Stavanger para volver a España, la mejor opción es: Vuelo de ida directo desde Madrid o Barcelona a Bergen con Norwegian. Y la vuelta desde Stavanger con la misma compañía, con la salvedad de que el vuelo Stavanger-Barcelona es directo y el Stavanger-Madrid tiene escala en Oslo.
También Bergen y Stavanger están conectadas por ferry con Fjordline, que sería otra opción para combinar.
DÓNDE DORMIR
Bergen: Grand Hotel Terminus
Oystese: Hotel Hardangerfjordvegen
Utne: Utne Hotel
Hjelmeland: Spa-Hotell Velvære
Stavanger: Confort Hotel Square ()
Más información
Oficina de Turismo de Noruega
Oficina de Turismo de Bergen
Oficina de Turismo de Stavanger
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