Nueve de cada 10 conductores españoles buscarían alternativas para evitar pagar por el uso de las autovías que sugirió el Gobierno como un ‘cuento de verano’.
TEXTO: JAVIER VARELA
La Red de carreteras de España tenía, a 31 de diciembre de 2015, 166.003 km, de las que 17.163 kilómetros son vías de gran capacidad (autopistas de peaje, autopistas libres, autovías y carreteras multicarril), de las cuales más de 12.000 kilómetros pertenecen a la red de carreteras del Estado. El coste del mantenimiento anual de esta red de autovías supone 1.100 millones de euros al Estado, lo que ha hecho que el Gobierno haya barajado la propuesta de implantar peajes en las autovías para su conservación conocida como ‘pago por uso’ de las autovías.
Una medida a la que se oponen los conductores de forma rotunda, como demuestran los datos de la encuesta publicada por el RACE. En la misma, nueve de cada 10 afirman que buscarían alternativas para evitar pagar, tres de cada cuatro se muestran poco o nada de acuerdo con la medida, y ocho de cada 10 comparten una de las principales preocupaciones del RACE: el tráfico se derivará a carreteras secundarias, con déficit de mantenimiento y conservación, y los conductores estarán más expuestos a la posibilidad de sufrir un accidente. «Los conductores aportamos mucho más a las arcas del Estado por tener un vehículo (coche, moto, furgoneta, camión…) de lo que recibimos en materia de conservación y mantenimiento de infraestructuras», indicó el director de Seguridad Vial del RACE, Antonio Lucas.
El Gobierno busca respuestas relativas a la viabilidad de la red de autovías del Estado y, entre estas sugerencias, desde el Ministerio de Fomento se ha planteado la posibilidad del pago por uso de las autovías, , en torno a la décima parte de lo que ahora paga de media en las autopistas de peaje. En la actualidad, sólo 3.307 son de pago y más de la mitad de esta red de peaje dejará de serlo a partir del año 2021, fecha en que vencen sus actuales contratos privados. La propia ministra de Hacienda, María Jesús Montero, reconoció que el Ejecutivo trabaja «sobre diferentes fórmulas que existen en otros países de Europa» para implantar este pago las autovías. Una decisión a la que el 77% de los conductores consultados se muestra contrario.
Aunque durante todo el verano se ha hablado acerca de esta opción, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, señaló, siendo conocedor del rechazo frontal a la medida, que esta posibilidad «es un cuento de agosto» y que lo único que ha hecho el Gobierno «es plantear de buena fe un debate sobre financiación y la conservación de carreteras de este país, solamente para las de alta capacidad». En caso de aprobarse la medida, el importe a cobrar rondaría los dos céntimos por kilómetro y los residentes cercanos a las autovías quedarían exentos del pago ya que éste se centraría fundamentalmente en cobrar a quienes -como el transporte pesado- utilizan las carreteras de manera frecuente.
Más allá de debates y decisiones políticas, en el caso de que se cobre por el uso de las autovías y los conductores acudan a carreteras secundarias para evitar el peaje, la situación sería muy preocupante, ya que cuanto más tráfico asume una carretera, más preparada está y, por lo tanto, más segura es, como son el caso de las autovías y autopistas, como confirma el informe EuroRAP, en el que se evalúa la siniestralidad en la Red de Carreteras del Estado (RCE) y en el que participa el RACE. De hecho, el informe también señala que cuanto menos transitada esté una carretera, los existe más riesgo de sufrir un accidente en ella. «El ‘pago por uso’ podría generar que muchos conductores opten por circular por las carreteras secundarias, donde se produce el 78% de los accidentes mortales, de manera que se desincentivaría el uso de las vías de alta capacidad», recuerda el director de seguridad vial del RACE
Según el último informe EuroRAP, sólo una de las grandes autovías de España, la N-6, aparece con un tramo de riesgo elevado entre los 50 primeros, y lo hace en el puesto 44, lo que deja claro que la mayor inversión debe centrarse en las carreteras secundarias.
Los 15 peores tramos de riesgo de las carreteras españolas son los siguientes: