Un recorrido planificado para estimular los cinco sentidos. Desde la serenidad de Ayuthaya, antigua capital del país… hasta la frenética actividad de su cosmopolita y ultramoderna Bangkok.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
En los últimos años Tailandia se ha convertido en uno de los destinos más deseados del Sureste Asiático. Su diversidad, en cuanto a alicientes turísticos se refiere, hace imposible conocerlo en una sola visita. Así que lo mejor es elaborar una ruta turística esencial que nos conduzca -¡cuando menos!- a conocer algunos de los aspectos más relevantes de su cultura.
Por otra parte (y en otro contexto) las lluvias estacionales que determinan su calendario turístico, condicionan los recorridos -a pie o en coche- por algunos lugares de su variada geografía. A partir de noviembre, una vez que el monzón ha descargado sus chaparrones, el termómetro se muestra muy agradable, y durante los meses siguientes… hasta aproximadamente marzo, los cielos asoman luminosos, las temperaturas suaves y las lluvias breves y ocasionales. Así que durante este período, coincidente con nuestro invierno mediterráneo, es la mejor época para viajar a Bangkok y sus alrededores… e intentar descubrir algunos de esos sitios que no sabíamos ni que existían.
Para empezar nuestro viaje proponemos una ruta que empieza en la antigua capital del reino de Siam, Ayuthaya, que nos servirá de introducción a la ancestral cultura tailandesa. La antigua capital del país, situada a 80 kilómetros al norte de Bangkok, constituye un contacto cultural ineludible con su glorioso pasado, ya que durante cuatro siglos ejerció como centro de gravedad del imperio tailandés. En el siglo XVII los franceses la compararon con París y un siglo después, su millón de habitantes superaba la población de Londres. Hoy en día, el lugar es un gran espacio ajardinado salpicado por un conjunto de ruinas por el que monjes uniformados de naranja realizan ofrendas florales sobre las descabezadas estatuas de budas sedentes. Un tranquilo paseo por entre las perimetrales galerías de los templos nos transporta a aquellos siglos de esplendor. Allí se encuentra, en el templo de Wat Mahathat, la cabeza del buda estrangulada por las raíces de una higuera. Es la foto ineludible del recinto arqueológico.
Continuamos hasta Mae Klong, una pequeña población famosa en todo el mundo porque tiene una de las mayores curiosidades turísticas que pueden verse. Se trata de un pueblo con un mercado atravesado por las vías del tren, que lo cruza 7 veces al día. Al decir ‘lo cruza’ significa que el mercado está sobre las propias vías del ferrocarril y que cada vez que pasa el tren los vendedores tienen que reorganizar sus puestos para dejar la vía libre. La historia de este singular mercado nació cuando el ferrocarril empezó a desarrollarse en el país; el pueblo, que ya tenía el mercado, en lugar de ubicarlo en otro lugar, decidió mantenerlo donde siempre había estado, asumiendo que los puestos se adaptarían al paso del convoy. Lo curioso es que todo está controlado y dicen que no se han registrado accidentes en toda su historia. La secuencia comienza con el pitido del tren… que es cuando los puestos tienen que quitar los toldos y la mercadería. Para no perdérselo. Increíble. Para vídeo.
La tercera visita nos lleva al sur de la capital, a Damnoen Saduak, uno de los típicos mercados flotantes. Es un laberinto de canales donde los lugareños ofrecen sus productos expuestos en sus barcas tradicionales y que muestra la manera en la que se iba (y aun se va) de compras ‘a la tailandesa’ cuando las vías de comunicación eran solo los canales. En este mercado flotante se venden desde souvenirs hasta pollos, ranas y serpientes… pasando por flores, frutas y verduras. Lo mejor es subirse a una de las pequeñas barcas a remo que ya están acondicionadas para los turistas y evitar las barcas a motor, porque los artefactos de gasolina son de camión y crean tal ruido que no se nos escucha ni cuando regateamos durante el shopping.
La adrenalina de Bangkok
Bangkok, la capital del reino, es una descarga delirante llena de sorpresas: templos, palacios, mercados, centros comerciales interminables, una tradicional comida callejera, y una exultante oferta gastronómica moderna, un aliciente turístico más y una de las razones por las que el viaje tiene inusual y novedosa importancia, ya que en 2018 Bangkok fue incluida por primera vez en la prestigiosa Guía Michelin.
El ‘universo Bangkok’ se ha desarrollado a su libre albedrío, sin planificación racionalista alguna; ha crecido voluptuoso y futurista. Las calles son irregulares y casi siempre conducen a laberintos tumultuosos… pero no puedes dejar de mirar por doquier. Así que busca tu espacio y hazte hueco entre la multitud para visitar el complejo del Gran Palacio, donde está el Templo del Buda Esmeralda, con sus fachadas de pedrería y galerías de budas dorados, que custodia la figura más venerada del país. Muy cerca también está Wat Po, el templo del Buda Reclinado: 46 metros de yeso dorado con las plantas de los pies de madreperla. Detrás de la gran figura hay cien cuencos metálicos donde los ingenuos fieles depositan las pertinentes moneditas para tener buena suerte; el que completa la hilera ¡bingo! Atención el ritmo que crea el tintineo… y a los ‘voluntarios’ que van recogiendo las monedas de los cuencos para procurarse su propia suerte. La rueda de la vida tiene estas cosas.
Para no perder más tiempo criticando comportamientos humanos… pasemos al tema gastronómico que, en estos momentos, es asunto relevante en Bangkok.
La Michelin recomienda
No hay una calle en toda la ciudad en la que no haya un puesto de comida o, por sencillo que sea, un restaurante; pero en los últimos años los gurús de la Guía Michelin parece que se han tomado en serio la introducción de la prestigiosa guía en el mundo culinario asiático.
El año 2018 fue la primera vez que la Guía Michelin reconocía casi cien restaurantes en Bangkok con chefs creativos y experimentales, locales y extranjeros, que desafiaban las nociones tradicionales de la cocina tailandesa y la fusión. Si bien hay que reconocer que la selección abarcaba desde las dos estrellas del Gaggan, reconocido como el mejor restaurante de Asia, según la lista ‘Los 50 mejores Restaurantes de Asia’, hasta las categorías técnicamente menores calificadas como Bib Gourmand y Plate, que se refieren, respectivamente, a la calidad del menú con relación al precio o a un plato en concreto.
En 2019 se ha reconocido con una estrella Michelin una totalidad de 14 restaurantes que ensalzan la calidad de la gastronomía tailandesa. Destaca el Bo.Ian, un establecimiento que ofrece platos tailandeses que integran productos tradicionales difíciles de encontrar; y Sra Bua by Kiin Kiin, localizado en el Siam Kempinski Hotel, con una cocina conceptualizada por el chef Henrik Yde-Andersen, cuyo restaurante Kiin Kiin en Copenhague es uno de los pocos restaurantes tailandeses del mundo con estrella Michelin. En el Sra Bua by Kiin Kiin –sra bua significa estanque de lotos en tailandés- algunos de sus ‘platos estrella’ son: Curry servido en varias texturas y trazos de langosta dentro de perlas gelatinosas (que se derriten en la boca con un sorbo de caldo); su peculiar Ceviche Thai, macerado con fruta de la pasión; y un postre azul -“Flowers of Thailand Vers Yves Klein”-, que se hace con una flor tailandesa de nombre Clitoria Ternatea (en latín). Todo un exotismo.
En la calle Yaowarat, principal calle de Chinatown, algunos puestos callejeros lucen con orgullo el logo ‘Michelin Recomended’. Está atiborrada de fogones ardiendo; pero, sin duda alguna, el que más fama tiene es el de Mrs. Jay Fai, la ya mítica abuela cocinera. Es un espectáculo verla cocinar, con su gafas de esquiar y domando las llamas de las sartenes, y luego degustar su famosa -¡y excelente!- Tortilla de Cangrejo, que presenta en forma de burrito gigante (crujiente por fuera y suave por dentro). Es el único establecimiento de street food que cuenta con una estrella Michelin. Experiencia para no perderse.
Junto a ella, y sin ánimo de competir, está el Thipsamai, un histórico y gigantesco restaurante que nunca cierra y donde siempre hay que esperar dos horas para sentarse en alguna de sus desordenadas mesas para probar su Pad Thai. Dicen que es el mejor pad thai… ¿del mundo?
Y por si nos entra la nostalgia… y queremos probar un arroz como el que prepara nuestra madre los domingos, solo tenemos que pasarnos por Chatuchak, todo un referente en la vorágine de mercados de Bangkok, y preguntar por Viva 8 -el mercado tiene su propio quiosco de información y su propio plano-; porque allí está, a pie de calle, Fernando ‘Chatilla’ Andrés (el apodo ‘chatilla’ le viene por el restaurante que montó en su Logroño natal), un cocinero riojano que se ha hecho famoso en Bangkok por sus paellas gigantes que monta todos los fines de semana. Su local, además de ofrecer imaginativos arroces, tiene disc-jockey y coctelería; pero sobre todo es un lugar muy divertido: “Una sonrisa no necesita idiomas” es el lema de este cocinero-poeta… que lleva instalado en Bangkok ¡desde no sabe cuándo! Fernando Chatilla no deja de ser otro lugar a inspeccionar para foodies curiosos. Buen provecho.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO IR:
Qatar Airways vuela diariamente a Bangkok con escala en Doha.
DÓNDE DORMIR:
En Bangkok se puede elegir cualquier hotel de lujo de cualquiera de las prestigiosas cadenas mundiales. Dos recomendables hoteles son: Rosewood, y el Siam Kempinski.
Si decide quedarse una, o un par de noches, en Ayuthaya, las habitaciones con vistas al río Chao Phraya del hotel Sala Ayuthaya son un verdadero lujo asiático. Allí puede almorzar un clásico pad thai y cenar una aromática ensalada de papaya verde. Todo en un ambiente sosegado. Placeres que se merece el diletante turista.
MÁS INFORMACIÓN:
Turismo de Tailandia: www.turismotailandes.com
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