La reforma del Reglamento de Auxilio en Carretera, una oportunidad única para adaptar la normativa a la realidad del siglo XXI.
TEXTO: J. LUIS ALVAREZ
En los últimos años, y gracias al constante avance tecnológico en las empresas de Asistencia en Carretera liderado por el RACE, el concepto de ‘llamar a la grúa’ ha dejado paso a una realidad mucho más adecuada a los tiempos, sofisticada y, sobre todo, eficiente. El usuario que tiene un problema en la carretera ya no se conforma con que aparezca un vehículo para que se lleve el suyo a un taller. Esto es debido, en parte, a las exigencias de los usuarios y de la propia red de asistencia, algo que ha permitido que, simplemente con la llegada de un vehículo del RACE adecuado a las necesidades del cliente, en apenas unos minutos no sólo reciba una asistencia, sino que pueda proseguir la marcha y llegar a su destino. Y todo ello en un tiempo inferior al que supone el hecho de subir su coche a una plataforma que aleje el problema de la carretera, pero no le solucione nada al incidentado.
La reforma del Reglamento de Auxilio en Carretera, que se aprobará en los próximos días, parece sin embargo hacer más hincapié en la grúa misma que en la propia asistencia técnica en el lugar del incidente y el sinfín de posibilidades que ofrece hoy en día. Según plantea el texto presentado por la Dirección General de Tráfico (DGT) a los sectores implicados, la prioridad sería la retirada del lugar del vehículo asistido, independientemente de si se trata de una avería o de un siniestro. Y es que los servicios de asistencia en carretera de hoy en día pueden solucionar un alto porcentaje de los problemas en el mismo lugar, sin tener que llevarse el vehículo a un depósito, gasolinera o descampado para repararlo.
Al parecer, uno de los propósitos de la institución que dirige Pere Navarro con esta normativa es el de reducir las víctimas de atropello ocurridas durante los auxilios en carretera, pero relativiza la eficiencia en el servicio hacia quien lo necesita, y también sus consecuencias positivas en materia de seguridad vial. Según los datos de la DGT, en 2018 ocurrieron 37 siniestros viales en los que fallecieron seis conductores cuando reparaban su vehículo y un empleado de auxilio en carretera, mientras otras ocho personas resultaron heridas graves.
Desde el RACE se observan aspectos «muy buenos» en el proyecto de reforma del Real Decreto que está pendiente de aprobación, como la adaptación de la Dirección General de Tráfico a las nuevas tecnologías con el proyecto DGT 3.0, o las mejoras en la normativa de visibilidad personal de los técnicos y la formación en Movilidad y Seguridad Vial para mejorar la protección durante los procedimientos de auxilio en vías públicas. El texto de la propuesta normativa incorpora una regulación en la que se definen las características que debe tener el dispositivo luminoso V16, un piloto de destellos que marca el vehículo detenido y que podría suponer un riesgo en la vía –un accesorio que podría ser obligatorio en 2026 y que incluso podría estar conectado de forma autónoma-, sobre todo en vías de poca visibilidad nocturna.
La oportunidad es enorme para actualizar la normativa a la realidad actual, y por este motivo el RACE reclama, sin embargo, ser un poco más ambiciosos, y no dejar pasar esta ocasión única de adaptarse «más fielmente a la realidad de la asistencia en carretera en el siglo XXI». Esto se debe a que el texto «ignora el esencial rol» de las empresas de asistencia, que conforman en sí un «verdadero motor de inversión e I+D+i del sector», y se aborda sólo de manera tangencial los tipologías de vehículos que han aparecido en los últimos años, las tecnologías que permiten al vehículo averiado seguir viaje cuanto antes y los servicios secundarios que se ofrecen a los clientes – taxi, vehículo de sustitución… -.
No hay que olvidar que, cuando un socio o cliente comunica al RACE una avería, y mientras se gestiona la reparación en el lugar del percance con su red de asistencia, también se trabaja al mismo tiempo en la búsqueda de un medio de transporte para los pasajeros del vehículo (teniendo en cuenta sus necesidades especiales) en caso de que la avería no se pueda solucionar en el momento. Esto reduce el tiempo de estancia en el lugar del percance tanto del vehículo como de los usuarios y, por lo tanto, mejora tanto su seguridad como la del resto de usuarios de la vía.
¿Cómo actuar en caso de una avería?
En todo caso, si hay que detenerse por una avería, el RACE recuerda la necesidad de pensar siempre en nuestra seguridad y la del resto de ocupantes ante el riesgo de sufrir o provocar un nuevo incidente, para lo cual, una vez detectemos el problema, lo primero que debemos hacer es señalizar nuestra emergencia, y detener nuestro vehículo en un lugar seguro. Avisar del problema mecánico para que el auxilio en carretera pueda acudir al lugar, nos equiparemos con los elementos de seguridad antes de salir del vehículo, comprobando en todo momento que lo podemos hacer con seguridad (un buen consejo es la “apertura holandesa” de la puerta, que realizaremos con la mano contraria, de forma que vigilaremos el tráfico.
El último paso, según la norma actual y pendiente de los cambios, es colocar los triángulos al menos a 50 metros del incidente, de forma que sea visible al menos a 100 metros, pudiendo utilizar de forma adicional el dispositivo V16. A la hora de pensar en la protección de los ocupantes, la recomendación es que todos los ocupantes permanezcan en una zona segura, como es detrás de las protecciones de la vía y siempre con el chaleco reflectante puesto. Una vez que lleguen los técnicos debemos seguir sus instrucciones, ya que está formado para estas situaciones. Lleve siempre a mano el teléfono del servicio de asistencia en carretera, y nunca pierda de vista el estado del tráfico.