El 20 de julio de 2021, el primer templo patrimonio de la humanidad de España conmemora ocho siglos asombrando al mundo.
TEXTO: JAVIER VARELA
FOTOS: GABRIEL DE LA IGLESIA
«Una catedral es siempre un edificio en obras. Cuando se acaba un proceso siempre empieza otro». Son palabras de René Payo Hernanz, catedrático de Historia del Arte, presidente del Comité Asesor y patrono de la Fundación VIII Centenario. Una frase que explica perfectamente la vida de la Catedral de Burgos, que se inició el 20 de julio de 1221, cuando el Obispo D. Mauricio colocó la primera piedra en presencia del rey Fernando III. Ellos fueron los grandes promotores de la construcción de una catedral según el nuevo estilo, el gótico, que se extendía ya por toda Europa.
La catedral se planificó para sustituir a la antigua catedral románica, que se había quedado pequeña. Aunque estuvo inspirada en las catedrales góticas francesas, no se sabe a ciencia cierta de quién es el proyecto original, si bien, en su construcción y desarrollo participan artistas como el Maestro Enrique, Juan de Colonia, Simón de Colonia, Juan de Vallejo, Felipe Bigarny, Gil de Siloé, Diego de Siloé o León Picardo. Tras unos primeros problemas económicos, en menos de 40 años lo esencial de la estructura estaba terminado y se pudo consagrar. El resultado fue una espectacular construcción de planta basilical en forma de cruz latina cuyo interior filtraba la luz a través de sus bellas vidrieras. Su altura y grandiosidad estaba concebida para ser vista desde la lejanía por encima del resto de las construcciones de la ciudad. Durante muchos siglos fue el edificio más alto de Burgos. Se puede apreciar desde numerosos puntos del centro histórico, como Las Llanas, la Plaza Vega o la calle Fernán González. Sin embargo, las vistas más reconocidas son quizá desde la plaza de Santa María, la plaza del Rey San Fernando y el mirador que hay junto al Castillo.
No fue hasta el siglo XV cuando aparecieron los elementos más característicos como las agujas caladas y el primer cimborrio (la torre erigida sobre el crucero), que se vino abajo en 1539 y posteriormente fue sustituido. El arquitecto Juan de Colonia, por orden del obispo burgalés Alonso de Cartagena, llevó a cabo las transformaciones más importantes de la catedral desde su inicio, siguiendo el modelo gótico germánico y dotándola de una fisonomía mucho más vertical. En el siglo XVI artistas formados en el estilo renacentista llevaron a cabo la escalera dorada, el retablo mayor de la capilla del Condestable, y el nuevo cimborrio. Posteriormente, durante los siglos XVII y XVIII se edificaron nuevas capillas de estilo barroco. La catedral siguió en continua actualización y fue expoliada en la guerra de la Independencia por las tropas francesas, y años más tarde, el edificio cayó en cierto abandono. De hecho, buena parte de la vidrieras originales se perdieron después de que el ejército francés hiciera estallar el arsenal que tenía en el Castillo durante su retirada. Esa explosión fue tremenda. Destrozó el propio castillo y su onda expansiva afectó a buena parte del casco urbano. A pesar de ello, aún quedan algunas de gran belleza y colorido.
Junto a la Catedral hay varios espacios y edificios interesantes como el palacio de Castilfalé (actual Archivo Municipal); el Arco de Santa María, que es la principal puerta de acceso a la ciudad medieval y una de las imágenes más reconocidas de la ciudad y que acctualmente alberga un museo; el paseo de El Espolón, o la Iglesia de San Nicolás de Bari.
Durante los últimos 25 años se han invertido alrededor de 30 millones de euros en la restauración completa del templo. Se comenzó a restaurar en 1994 a raíz del desprendimiento de la estatua de San Lorenzo, que cayó a la plaza de Santa María. A partir de ahí, se han limpiado, consolidado y restaurado todos los espacios interiores y exteriores. La catedral ha dejado de ser casi negra y ha recuperado su belleza. La última gran obra al respecto ha sido la restauración de los relieves del trasaltar, obras que han sido sufragadas con la colaboración público-privada y numerosas fundaciones y organizaciones.
En 2018 comenzó a funcionar la Fundación VIII Centenario, nacida precisamente para conmemorar esa fecha y organizar diferentes actividades culturales, aunque la pandemia ha limitado mucho la programación. La Catedral de Burgos tiene el honor de ser Patrimonio de la Humanidad desde el 31 de octubre de 1984, siendo además la única Catedral de España que cuenta con esa declaración de manera exclusiva (el resto forman parte del casco antiguo que las rodea).
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La estatua del peregrino
La catedral está situada junto a la calle Fernán González, por la que pasa el Camino de Santiago, en las estribaciones del cerro del Castillo. Su entrada norte (Puerta de Coronería) salva un desnivel de varios metros respecto al resto de puertas (Santa María, Sarmental y Pellejería) a través de la Escalera Dorada. En el acceso por la plaza del Rey San Fernando, encontramos la estatua del Peregrino. Este bronce sentado en un banco de espaldas a la catedral es uno de los lugares más fotografiados además de un símbolo del Camino de Santiago.
El Papamoscas
Nada más entrar por la puerta de Santa María, en lo alto y justo a la derecha del rosetón en la pared contigua está el Papamoscas. Un autómata mitad humano mitad reloj que le encanta abrir la boca y tocar la campana a cada hora en punto. A su derecha le acompaña el Martinillo, un diminuto autómata flanqueado por dos campanas y que toca los cuartos. Su fecha de creación fue en 1.519.
El cimborrio
Una de las creaciones más espectaculares de la arquitectura del siglo XVI en España es el cimborrio de la catedral. El original se vino abajo en 1539 y posteriormente fue sustituido por otro que aúna diferentes estilos como el renacentista, el mudéjar y el gótico. Una joya que tardó 30 años en construirse y que realizó Juan de Vallejo. Justo debajo, se enterraron en 1921 los restos de El Cid y Doña Jimena. Antes de esa fecha y desde su muerte, sus restos fueron recorriendo medio mundo hasta encontrar su descanso eterno bajo el cimborrio de la catedral de Burgos.
Capillas imprescindibles
En la parte trasera se construyó a finales del S.XV la Capilla de Los Condestables. Sin duda, la más destacada de todas las capillas. Allí están enterrados Pedro Fernández de Velasco y Mencía de Mendoza, condestables de Castilla. A menudo se la denomina ‘Catedral dentro de la Catedral’ por su tamaño porque es casi un museo de joyas artísticas y por el cuadro de María Magdalena, cuyo rostro -que recuerda a la Gioconda- fue pintado por Leonardo da Vinci y el resto por su discípulo aventajado Gianpetrino. Existen otras capillas importantes como la de Santa Tecla, la del Santísimo Cristo de Burgos o la del Corpus Christi.
Escalera dorada
En la puerta de Coronerías encontramos la bellísima escalera dorada, uno de los elementos más singulares de esta catedral. El artista burgalés, Diego de Siloé fue el encargado de hacer esta monumental escalinata de estilo renacentista en 1519. La leyenda dice que la gran escalera de la Ópera Garnier, construida tres siglos más tarde, se inspira en ella.
Un coro central
Construido en nogal, a pocos pasos del cimborrio y con la mirada puesta en el rosetón de la fachada principal, se encuentra el coro. Construido en el centro de la nave principal -al estilo español- cuenta con 103 sitiales tallados en estilo renacentista por el escultor borgoñón Felipe Vigarny. En el centro se ve el atril que sujeta un enorme libro de canto, el facistol y el sepulcro del obispo Mauricio.
Polémica por las puertas de la facha principal
La Fundación VIII Centenario, en la que está presente el Arzobispado y el Cabildo de la Catedral, decidió conmemorar el centenario, entre otras cosas, cambiando las puertas de la fachada de Santa María. Antonio López planteó tres grandes puertas de broce con una representación de Dios Padre, la Virgen y el niño Dios recuperando la iconografía de lo que fue la portada original para sustituir a las actuales de madera (sin valor artístico).
Sin embargo, el proyecto no ha terminado de gustar en la ciudad. Hubo campaña de recogida de firmas y tanto Icomos como Patrimonio han puesto pegas, ya que el proyecto, encomendado a Antonio López, no ha seguido el proceso habitual (todo cambio en un bien protegido tiene que pasar unos trámites muy exhaustivos). De hecho, se ha llegado a plantear la posibilidad de que la Catedral pierda el título de Patrimonio de la Humanidad si se llevan a cabo cambios de ese calado en el monumento sin la preceptiva autorización. No obstante, la Fundación (y el Cabildo, el Ayuntamiento, la patronal, etc) siguen apostando por el proyecto, defendiendo que son un bien móvil y no afectan a la estructura del templo, sino que suponen una aportación a mayores de las puertas actuales (que no son las originales). Si no les dejan colocarlas en su sitio se están estudiando otras alternativas.