Los turistas descubrieron Maldivas hace 40 años y ahora se ha convertido en el paradigma de las playas perfectas en las que disfrutar del sol, practicar buceo y olvidarse de todo.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
Arena fina, palafitos sobre el mar, barreras de coral, vida subacuática espectacular, atmósfera de lujo… Las Islas Maldivas no decepciona la idea idílica del bon vivant; pero, antes de viajar, conviene estar bien informado. Maldivas es uno de los países que ha mantenido abiertas sus fronteras al turismo durante la crisis pandémica que estamos viviendo con la covid; y desde mayo, las islas permiten la entrada a viajeros españoles. Solo se necesita una PCR negativa realizada en las 96 horas previas a la salida del vuelo, más otra prueba obligatoria PCR al menos 72 horas antes de salir del país. Aunque no está de más consultar la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores antes de planificar el viaje para no quedarnos varados en el paraíso.
Territorio maldivo
Las tres cuartas partes del espacio habitable de las Islas Maldivas se alza un metro sobre el nivel del mar, lo que indica que, si nos atenemos a las apocalípticas observaciones referidas sobre el cambio climático y el calentamiento global, el país tiene fecha de caducidad… ¡aunque lejana! No voy a ser tan agorero como para estropear unas merecidísimas vacaciones, porque tienen playas para rato; sin embargo, el gobierno del país -sensato él-, desde hace más de veinte años, dispone que una parte (previendo el éxodo de maldivos) de los cuantiosos ingresos que genera el turismo pase a un fondo nacional para ‘comprar territorio’ en el continente (¿?) y proceder con la continuidad de su ‘peculiar’ estado. Y digo peculiar por las siguientes normas que rigen la estancia de los forasteros, a saber: Las autoridades aduaneras dejan bien claro por escrito en un cartel informativo a la llegada al aeropuerto de Malé (capital del país) y antes de pasar la maleta por el escáner, la siguiente información (traducido literalmente del inglés): «No está permitido introducir en La República de Maldivas: alcohol, drogas, ídolos de cualquier religión, ni perros» y «La constitución del país prohíbe a sus ciudadanos profesar cualquier otra fe que no sea la del islam, incluyendo también las normativas civiles, que se ven subordinadas a la ley coránica».
Así que, olvídese del nudismo (aunque esté totalmente solo tomando el sol en su isla privada) ¡y olvídese del topless! La estancia máxima en el país es de un mes. Si desea alargar las vacaciones, deberá rellenar un variopinto papeleo y pagar un extra por día.
Claro que no es por esto por lo que son conocidas las Maldivas, sino por la espectacular riqueza cromática de sus aguas, que van desde un azul celeste al turquesa y al cerúleo… pasando del verde veronés al verde esmeralda… hasta fundirse con el profundo índigo del cielo cuando llega la noche… y se encienden las estrellas. Y aparte de la poética que sugiere la contemplación de las aguas del mar, las Maldivas son también famosas por sus exclusivos complejos hoteleros. Por lo visto, da igual que en el futuro las islas pasen a bucear por Índico ellas mismas, porque en plena pandemia han seguido construyendo nuevos resorts. Aparte de la estancia (en régimen de todo incluido) en el hotel contratado, también se pueden contratar escapadas a alguna de sus numerosas islas deshabitadas navegando en yate privado con patrón (www.nawaimaa.com), o viajando en un dhoni, la embarcación a vela clásica de la isla, y atracar en una isla desierta e intentar captar en la cámara lo que no ha visto (al natural y al aire libre) de su pareja en la noche de bodas. En estos casos es posible que los censores islámicos hagan la vista gorda, porque siempre hay dos caras para todo, y si ‘el todo’ se traduce en dólares, pues como diría mi abuela: “miel sobre hojuelas”. Más claro todavía: una cara es para los extranjeros pecadores y la otra cara es para los súbditos del país.
Destino de buceo
Otro de los atractivos de este archipiélago son la belleza de sus arrecifes porque la biodiversidad de sus fondos marinos hace que las inmersiones de buceo sean inolvidables. A libre pulmón o con botella, los riffs (barreras) representan para neófitos, aficionados, o expertos otro paraíso sumergido que vale la pena investigar. Todos los resorts cuentan con una escuela de buceo para que no se vaya nadie sin bucear entre mantarrayas gigantes. De hecho, el Atolón Baa registra el mayor número de avistamientos de mantarrayas del mundo. Se pueden ver anémonas multicolores que esconden peces exóticos entre arrecifes coralinos que le protegerán de las visitas de los tiburones que, aunque dicen que los de aquí se alimentan de plancton…es mejor esconderse de los escualos.
Maldivas es también uno de los mejores destinos del mundo para la práctica del surf. El archipiélago se divide en tres zonas para surfistas: los Atolones de Malé (la capital), los Atolones Centrales y los Atolones del Sur. En las inmediaciones de Malé hay varios puntos habilitados para quienes tienen un nivel medio o bajo, y donde, según los expertos, se produce una de las olas más famosas del planeta. Para los que prefieran probar con otro deporte de tabla, otra actividad puede ser el stand up paddle. Esta disciplina es muy sencilla y no requiere experiencia previa. El equipamiento para la práctica del stand up paddle, igual que para el kayak, el windsurf, o el tradicional esquí acuático, suele estar disponible en todos los resorts de Maldivas.
Aislados de todo
Solitaria sobre un banco de arena, en una playa con más de un kilómetro de largo, el Hotel Seaside Finolhu, situado en el Atolón Baa -Reserva de la Biosfera por la UNESCO- y a media hora en hidroavión desde Male, ha instalado una habitación-burbuja transparente lujosamente equipada con suelo de madera y cama con sábanas de lino para parejas que buscan pasar una ¡o varias! noches románticas bajo las estrellas. Tanto si está despierto como si duerme, aquí se sentirá que vive en el infinito. La oscuridad del universo, atravesada por la vía láctea, le parecerá una obra de arte… quizá una experiencia cósmica. Es el único hotel de Maldivas que posee una beach bubble carpa… para desconectar y sentir la magia de este lugar del mundo. El desayuno servido en la playa y una cena privada, con cangrejos de cáscara blanda con chipotle y croquetas de atún al estilo maldivo con chili, le transportará a todo un mundo nuevo de sabores del mar.
En resumidas cuentas: Maldivas: Un mar de colores, un santuario marino, una isla desierta para retozar, un tratamiento ayurvédico, sesiones de spa, días de pesca, atardeceres de película, cócteles con alcohol, manjares exóticos, noches muy estrelladas… Y si se le ocurre algo especial, pídalo.
No se lo pierda antes de que sea tarde… Tan solo ¡por un puñado de dólares!
GUÍA PRÁCTICA
DÓNDE ESTÁN
Situadas en el Océano Índico al suroeste de India y por debajo de Sri Lanka, La República de las Maldivas la forman más de 1.000 islas de las que solamente 200 están habitadas, la mayoría equipadas solamente con infraestructuras específicamente para turistas. Las islas están agrupadas en 26 atolones, teniendo cada una su propio nombre.
En el centro del archipiélago está el atolón Malé, donde se encuentra su capital (Malé) y el aeropuerto internacional. Desde la capital, los turistas se distribuyen a sus respectivos hoteles, en lancha rápida, en hidroavión -FlyMe– o en vuelo doméstico. Existen 12 pequeños aeropuertos en el país.
CÓMO LLEGAR
En estos momentos se puede viajar a las Maldivas (haciendo escala en una ciudad intermedia) con varias compañías aéreas como Qatar Airways, Emirates, Air France, o Etihad; incluso ya existe un vuelo directo especial desde Madrid con www.luxotour.es. Bucee en Internet y compare precios.
DÓNDE DORMIR
La mayoría de los turistas llegan al destino en viaje organizado, pero no está de más (antes de contratar vuelo + hotel) echar una ojeada a los resorts de lujo. Algunos están catalogados bajo el concepto de intelligent luxury (lujo inteligente) y otros tienen la filosofía ‘no news, no shoes’, que significa que se anda descalzo y que no se tienen noticias del mundo exterior.
MÁS INFORMACIÓN
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