Muchas veces te dicen que esa costumbre que tiene es de mala educación en otro país. Te contamos cómo afecta la cultura a las costumbres sociales
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
Dice un viejo refrán español que donde fueres haz lo que vieres. Es una buena manera no solo de sentirte como uno más, sino de ir adoptando sus hábitos y costumbres. Pero eso, qué duda cabe, a veces puede llegar a ser algo tan opuesto a nuestros propios rituales que nos pueden llegar a resultar chocante e, incluso, incomprensible.
Gracias a Twitter hemos conocido que los suecos no es solo que no te inviten a comer si vas a sus casas, sino que si te presentas cuando están haciéndolo, te aconsejan que les esperes en otra habitación mientras ellos terminan.
La anécdota, que en realidad se cuenta en un hilo del foro Reddit sobre las cosas más extrañas que las personas han tenido que hacer en casa de otros, no solo ha llamado la atención en España, sino que ha generado tanta controversia en toda Europa que se ha llegado a bautizar como “SwedenGate” este asunto y que incluso estrellas del país, como Zara Larsson, hayan reconocido que “puede ser rudo, pero es cultura sueca”.
Sin embargo, todo depende desde el prisma desde el que se miren las cosas. De hecho, a los extranjeros también les resultan llamativas e, incluso, extrañas e increíbles algunas de nuestras costumbres.
¿Pipas? ¡Las comen los loros!
Por ejemplo. A los extranjeros les suele extrañar mucho cuando ven que los españoles comemos pipas. Unas semillas que, normalmente, se ofrecen a aves como loros. Po eso, resulta gracioso ver que ni siquiera saben cómo pelarlas y si se comen con o sin cáscara. En YouTube puedes encontrar varios vídeos, como este, en el que puedes comprobar cómo reacciona un extranjero cuando intenta tomar este postre.
Siguiendo con el tema de la comida, por todos es sabido que los horarios españoles respecto a las comidas principales del día son únicos. Sobre todo porque cenamos muy tarde. Eso lleva a que el concepto de merienda o de, incluso, la merienda cena, no se conozca, al menos como tal, en otros países. Recuerda que los ingleses hablan de desayuno, comida, cena y la hora del té. Una bebida que, como mucho, acompañan con unas ligeras pastas o galletas. Pero nada de meterse un bocadillo entre pecho y espalda a media tarde.
Aunque no abandonamos la comida, nos adentramos en otro terreno: los festejos populares. Así, la fiesta de la Tomatina ocupa el primer lugar de una lista que recopila las 10 cosas más extrañas que se pueden ver en la Tierra. Esta fiesta consiste en que, el último miércoles de agosto, los habitantes de Buñol y sus visitantes recorren las calles tirándose tomates los unos a los otros. Un sistema de diversión que, a ojos de quien no está acostumbrado, puede resultar de lo más particular.
Hablando de fiestas extrañas, la costumbre que tienen, desde 1621 en Castrillo de Murcia, es también bastante extraña. Conocida como El Colacho, en el que unos vecinos se disfrazan con unos monos llamativos y especiales, vive su momento cumbre al saltar a unos cuantos bebés, que se encuentran tumbados en las calles encima de colchones.
Costumbres sociales
Otra de las cosas que a los extranjeros les suele llamar la atención, y no precisamente para bien, son las escasas distancias sociales que mantenemos con otras personas, especialmente cuando apenas las conocemos y estamos conversando con ellas. Suelen decir que los españoles tendemos a tocar y a abrazar más de lo que el resto de los ciudadanos del mundo están acostumbrados, lo que les puede llegar a incomodar.
Algo parecido pasa con la costumbre de dar dos besos en las mejillas cuando se saluda a alguien, incluso cuando nos lo presentan por primera vez. Aunque es cierto que, tras la pandemia, es un hábito que muchos prefieren desterrar para que sea algo que solo efectuemos con personas con las que tengamos una cierta afinidad y nos sintamos plenamente cómodos, esas muestras de cariño son raras para muchas personas.
Tampoco las sobremesas se estilan fuera de nuestras fronteras. Esas comidas que se pueden alargar durante horas y horas, tanto en reuniones familiares como de amigos o, incluso, de negocios, son completamente inconcebibles para otros países, quienes también se sorprenden si tienen que acudir a un enlace.
Mención aparte: las bodas
Hablando de bodas, los usos y costumbres de este rito merecen un capítulo aparte, dado que es uno de los mayores eventos sociales y, al mismo tiempo, uno en el que más rituales puede haber y que, a ojos de alguien que no esté acostumbrado, pueden sonar pintorescos.
No tanto por lo que se regala o se deja de regalar, sino por nuestra capacidad de estirar la celebración durante horas y los gestos que acompañan a este ritual. Por ejemplo, las arras. En otros países, incluso de tradición católica, no se estila intercambiarse 13 monedas durante la celebración del matrimonio en la iglesia, como tampoco es frecuente tener las figuras del padrino y madrina. En su lugar, suelen tener a las damas y caballeros de honor, siendo en ocasiones uno de ellos el que ostenta el rango más alto.
A los extranjeros también les suele llamar la atención los estilismos que se “exigen” para los invitados a las bodas. Especialmente si son norteamericanos, muchos se sorprenden al saber que no pueden ir en vaqueros, aunque estos convencionalismos también se vayan relajando.
Otro asunto que también genera sorpresa es la cantidad de comida que se sirve en estos banquetes, así como el hecho de que este todo pagado por parte de los novios.