El ruido marrón, los sonidos blancos, los ruidos rosas, el ruido de electrodomésticos, el ASRM… ¿por qué nos gustan tanto los ruidos raros?
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
Los sonidos pueden tener colores. Y efectos terapéuticos. Igual que hay gente para el que la música dance le da dolor de cabeza y a otros les resulta insoportable el heavy metal, igual que los perros padecen con sonidos agudos como las sirenas de los vehículos de emergencia, existen diferentes grados de tolerancia y efectos secundarios de escuchar algunos sonidos.
Por eso, se distinguen entre tipos de sonidos y se los denomina por un color, englobando sus cualidades en una serie de características que pueden resultar, por extraño que parezca, placenteras o terapéuticas. Veamos algunos ejemplos.
Los sonidos blancos
Cuando algo es blanco, solemos asociarlo a limpio y puro. Pues con el sonido blanco viene a pasar algo parecido.
Este tipo de sonidos son los que amortiguan otro tipo de sonidos o ruidos y que pueden resultar molestos. Por ejemplo, puede que un sonido constante, como el ladrido de un perro o una persiana que tiembla por el efecto del viento te acaben sacando de tus casillas. Puede, incluso, que te acaben despertando por las noches o que te impidan concentrarte en momentos específicos.
Ante este tipo de sonidos, se recomienda enmascararlos con esos otros sonidos blancos, lo que permitirá que nuestro cerebro no se altere por esos cambios repentinos y constantes que nuestro oído agudiza.
Los sonidos blancos se recomiendan muy especialmente para aquellas personas que tengan trastornos del sueño o que tengan mucha facilidad para despertarse por la presencia de estos otros sonidos (como el ronquido de otra persona). Evidentemente, también se recomiendan cuando necesitamos estar altamente concentrados o si estamos estudiando.
Como ocurre con la luz blanca (que es la suma de todos los colores o de todas las longitudes de onda del espectro visible con la misma intensidad), el ruido blanco tiene la misma potencia en todas las frecuencias audibles para el oído humano.
Sonidos rosas
A partir de ahí, entran en juego los matices y otros colores. Por ejemplo, si nos movemos a frecuencias más altas reducidas, entonces el sonido deja de ser blanco para pasar a considerarse rosa. Se trata de un sonido que puede llegar a ser aún más relajante.
El ruido rosa es ruido blanco, pero con frecuencias más altas, pero menos intensas, lo que reduce las posibilidades de que nos acaben abrumando. Estas frecuencias más bajas son las responsables de que el ruido rosa suene más relajante. Varios estudios sobre el ruido rosa han demostrado que dormir con él puede mejorar nuestra memoria al día siguiente, y potencialmente incluso a largo plazo.
En la naturaleza podemos encontrar ejemplos de este ruido rosa. Las olas rompiendo en una playa o las hojas sacudidas en los árboles son algunos de estos ejemplos.
Sonidos marrón
Pero cuando tenemos un sonido en el que se enfatizan las bajas frecuencias incluso más que el ruido rosa, entonces nos adentramos en la categoría del ruido marrón. Por ejemplo, un trueno o el sonido de una cascada lejana son ejemplos de ruido marrón.
Los beneficios más comunes asociados al ruido marrón son la relajación, la mejora de la concentración y, por supuesto, la mejora del sueño. Tanto que incluso se ha llegado a afirmar que es una buena terapia para aquellas personas con determinados déficit, como el de atención o hiperactividad.
Para algunas personas, escuchar este tipo de sonido les ayuda a concentrarse e, incluso, a aliviar el estrés y tranquilizarlos hasta quedarse dormidos. Prueba del éxito que este tipo de sonidos tienen es el hecho de que en YouTube se pueden encontrar vídeos de hasta 12 horas de duración de ruido marrón. También hay lista de reproducción en Spotify y aplicaciones con las que podemos disfrutar de estos sonidos.
Sonidos ASMR
Otras personas sienten cierta satisfacción con lo que se conoce como ASMR (autonomous sensory meridian response, Respuesta autónoma de los meridianos sensoriales).
Con este acrónimo se describe una sensación de hormigueo o piel de gallina que se produce en respuesta a estímulos auditivos o visuales. Se dice que estas sensaciones se extienden por el cráneo o la nuca y, en algunos casos, por la columna vertebral o las extremidades. Al experimentar las sensaciones ASMR, algunas personas manifiestan sentimientos agradables de relajación, calma, somnolencia o bienestar.
El primer estudio revisado sobre la materia fue publicado en 2015, al que siguió otro en 2018. En ambos casos se viene a demostrar que las personas que experimentaron ASMR habían reducido la frecuencia cardíaca mientras veían videos de esta temática. De hecho, estas personas experimentaron grados de relajación comparables con otros métodos más “tradicionales”.
Por eso, sus defensores aseguran que se podría introducir los sonidos ASMR en determinadas terapias para personas que necesitan aliviar síntomas como el estrés o el dolor crónico. También se estudia su posible aplicación en el insomnio, la depresión o la ansiedad.
De nuevo, podemos remitirnos a un canal en YouTube sobre ASMR que, con más de 700.000 suscriptores, puede hacernos realidad la esperanza de dormir mejor.
El ruido de los electrodomésticos
En este repaso por los sonidos extraños y sus posibles efectos, no podemos dejar de mencionar el de los electrodomésticos.
Algunos ejemplos de ruidos de electrodomésticos que algunas personas encuentran relajantes son un ventilador, un frigorífico y otros como lavavajillas, aspiradoras y similares. Incluso de las campanas extractoras de humo de las cocinas. Pude resultar tan increíble como el hecho de que se haya investigado y demostrado científicamente que ayuda a conciliar el sueño: los participantes tardaban casi un 40% menos en dormirse mientras lo escuchaban. Esto, unido a la comodidad de los sonidos familiares de los electrodomésticos que asociamos con el hogar y la paz (hornos, secadoras, etc.), forman la ayuda definitiva para conseguir una mente relajada y despejada.
Si quieres comprobarlo, puedes ponerte este vídeo en YouTube de 10 horas de duración.