Con motivo del Día Mundial de la Radio, el 13 de febrero, repasamos la evolución durante las últimas seis décadas de este insustituible compañero de viaje.
TEXTO: JAVIER VARELA
¿Alguien se imagina el coche sin la radio o la radio sin el coche? Durante muchos años, la radio ha sido uno de los elementos imprescindibles en los viajes por carretera, ya sean de trabajo, de vacaciones o de fin de semana, o en trayectos urbanos para ir a trabajar o a llevar a los niños al colegio. Desde que las Naciones Unidas decretaran el 13 de febrero el Día Mundial de la Radio (lo hicieron en 2011), se aprovecha ese día para homenajear al medio de comunicación más usado en todo el mundo.
Aunque en la historia ha quedado que el inventor de la radio fue Marconi, en realidad fue Nikola Tesla –cuya vinculación a la automoción es indudable- el que inventó un sistema para transmitir mensajes de voz sin hilos en 1895. Sin embargo, Marconi presentó la patente antes que Tesla (en 1904) y por ello recibió el Premio Nobel de Física, pero en 1943 la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció al ingeniero croata como el inventor de la radio y le devolvió la patente en poder de Marconi hasta ese momento.
La primera radio en un coche
Y la radio siempre ha formado un binomio inseparable con el coche como demuestra que más del 80% de los conductores enciende este aparato en sus trayectos diarios, según la Asociación de Radios Europeas (AER). Un hábito que comenzó en 1922 cuando George Frost creó un prototipo de radioreceptor compacto que se montó en el Ford T, el que entonces era el vehículo más popular entre los conductores. También se pudo ver un Marconiphone en un Daimler expuesto en el Olympia Motorshow, un show realizado en Inglaterra. Pero no fue hasta cinco años más tarde cuando la compañía de Philadelphia Firma Storage Battery CO comenzara su comercialización, aunque el aparato de radio tenía un pequeño inconveniente, su tamaño y peso. El dispositivo pesaba cerca de 20 kilos, lo que hacía complicada su instalación en los vehículos.
Además del peso, había otro problema que convertía a las radios en los coches en un artículo de lujo, su precio. Galvan Manufacturing Corporation, hoy conocida como Motorola, desarrolló en 1930 el primer autorradio -el ‘Motorola 5T71- que se comercializó por 130 dólares, el mismo precio que tenían algunos de los vehículos de la época. Esta circunstancia provocó que se ofreciera como un elemento opcional del coche y que alguna marca como Studebaker llegase a un acuerdo con Blaupunkt para poder ofrecerlos en sus automóviles, aunque eran dispositivos bastante primitivos y complejos, ya que usaban tubos de vacío y varios transformadores del tamaño de una cantimplora.
Curiosamente, la Segunda Guerra Mundial fue clave en el desarrollo de las radios para los coches. El impulso tecnológico que experimentaron las transmisiones en el conflicto bélico hizo que las radios fueran más comunes y habituales en los coches hasta generalizarse en los años 40 y 50, aunque los aparatos existentes seguían usando receptores AM, con un teclado mecánico y varios tubos de vacío.
En los años 80 llegó una pequeña revolución con la llegada de los radiocasetes en el coche que permitían al conductor transportar su propia música por primera vez. Además, se empezó a dar más importancia a disfrutar del sonido en el interior del vehículo y con el uso de herramientas habituales en estudios de grabación, se analizó cuál era la mejor ubicación de los altavoces y la proyección de las rejillas. Todo ello con el objetivo de que los ocupantes del vehículo disfrutaran de la mejor experiencia de sonido. Además, en España, con el lanzamiento de los primeros Seat Ibiza, se incorpora el frontal extraíble del radiocasete para evitar los robos de los aparatos, que se habían multiplicado en aquella época.
Los avances tecnológicos permitieron que a finales de los años 80 se incorporaran los reproductores de CD a los coches, introduciendo así el sonido digital en el automóvil. Además, los autorradios empezaron a ser capaces de sintonizar automáticamente las emisoras y a mantenerlas incluso cuando se producía un salto de dial por cambio de provincia, aunque, con la llegada de la música en streaming y los formatos MP3, las autorradios han tenido que adaptarse para dejar en un segundo plano su función original de emisor de radio para convertirse en un reproductor de música.
La aparición de las pantallas integradas en los coches y la interacción con la voz permitió al conductor pasar de sintonizar manualmente un transistor a tener casi un ordenador en el coche y comunicarse por voz. De hecho, en la actualidad, con una simple palabra puedes ordenar a tu coche que te ponga la radio y escoger la emisora. De hecho, en la actualidad, las múltiples opciones de reproducción musical que ofrecen las unidades multimedia actuales hacen que la radio haya quedado en un segundo plano.