No se calla ante las injusticias ni tampoco tiene reparo en enfrentarse a las políticas de la ultraderecha en cuanto tiene posibilidad de ser altavoz. Con una argumentada condena del racismo y fiel defensora del feminismo, Ana Peleteiro (Ribeira, 1995) está implicada socialmente en toda causa que está lejos de su visión progresista. Atleta, madre e ‘influencer’. Un orden de factores que no altera a quien dice tener un entorno privilegiado para lograr la fortaleza mental que necesita para ser la próxima campeona olímpica del triple salto femenino. La gallega, que iba para bailarina pero acabó volando sobre las pistas de atletismo, sortea haters por donde quiera que va, cree en sí misma más que en las meigas de su Galicia natal, y posee un diccionario en el que no existen demasiados imposibles.
Atiende a Autoclub RACE con prisas antes de volver a los brazos de su hija Lúa, que cambió su vida en diciembre de 2022, y después de que su insistencia le llevarán a cubrirse de oro en el último Europeo celebrado en Roma. Un punto de inflexión para llegar a la mejor versión de quien tiene en su piel un ‘prohibido rendirse’ que hace que compita como la leona de uno de sus antebrazos y se permite algún que otro homenaje de cuatro ruedas. Ya se le ha visto subida en un Porsche 911 Turbo S en el circuito de Montmeló para experimentar la adrenalina de la velocidad, autoregalarse un ‘cochazo olímpico’ como el Range Rover Evoque híbrido enchufable (más de 65.000 euros) tras su medalla en Tokio 2020, estrenar con su familia el modelo X negro de Tesla, un SUV cien por cien eléctrico, valorado entre 120.000 y 150.000 euros; y adquirir hace tan solo unos meses el Land Rover Defender 130, valorado en un precio mayor a los 100.000 euros.
– Con el gusto de vehículos que gasta. ¿Le costó mucho sacarse el carnet de conducir?
– 100% a la primera, no hubo fallo.
– Así que aquí, a diferencia que en otras facetas de su vida, no tuvo que dar un triple salto
– Para nada, en esto fue bastante más sencillo que en las pistas de atletismo.
– Está mejor que nunca y dice que no le vale el bronce de Tokio en París. ¿Se visualiza saltando los 15 metros de la gloria?
-Entreno todos los días para ser campeona olímpica, mi objetivo es estar en lo más alto del podio en los Juegos y por mi mente no pasa otra cosa que no sea eso.
– ¿Qué porcentaje de la victoria es cabeza y cuerpo, cuánto es talento y cuánto trabajo?
– Te diría que en un podio olímpico hay muy poco de talento, quien llega ahí ya lo tiene así que hay muchísimo trabajo y otro tanto de cabeza. Te diría que un 80% de mente y un 20% de físico.
-¿La lesión de Yulimar Rojas te abre las puertas del primer escalón del podio ¿Qué se te pasó por la cabeza el día de esa lesión?
-No lo veo así. En el deporte nada está garantizado. El año pasado ella con salud saltó 15.08 metros en el mundial de Budapest y yo soy muy capaz de saltar eso. Desde que di a luz siempre entreno con las mismas expectativas, que ella no esté cambia el panorama por ser siete veces campeona del mundo y vigente campeona olímpica, pero mi ambición, mis ganas y mi concentración son las mismas.
-Siempre va «con la cabeza bien alta», lema que comparte como embajadora de Miravia, uno de los patrocinadores oficiales de los juegos de Paris 2024.
– Creo que en la vida, hagas lo que hagas y seas quien seas, es importante ir así. Me siento muy identificada con este eslogan que refleja tan bien como enfoco tanto mi vida profesional como la personal. Para mí, el deporte es la principal herramienta para luchar contra límites impuestos, y para ello, es fundamental tener un propósito, creer en uno mismo y estar orgulloso. Al final se trata de no permitir que estereotipos sociales y ajenos te definan.
– La parte emocional va de la mano de la física.
– Sin duda. Trabajo mucho eso aunque no tenemos unas sesiones marcadas con mi coach. Con una simple comida ya aprovechamos para trabajar toda la parte mental sin necesidad de ir a consulta.
– Tiene casi un millón de seguidores en las redes sociales ¿Pierde mucho tiempo en ellas?
– Son parte de mis labores extradeportivas, e intento gestionarlas lo mejor que puedo en las pocas horas que me quedan en el día. Hay que trabajarlas cuando es parte de tu trabajo para que sigan funcionando bien. Tengo algunos ‘haters’ allí con los que intento hacer oídos sordos.
«Sacarme el carnet de conducir fue más sencillo que el triple salto»
– Antes del europeo de Roma fue a un viaje a conectar consigo misma junto a Rebeca López, su coach personal y experta en neurolingüistica ¿Lo consiguió?
– Trabajo la parte mental mucho con ella y nos fuimos a la sierra de Guadalajara. Encontramos un remanso de paz y energía precioso donde ejercitamos la positividad y visualización. Siempre muestro mi parte más alocada y divertida, pero tengo mi espacio zen, y esos momentos me encantan antes de un gran campeonato.
– ¿Qué hace para que el mundo esté asistiendo a su mejor versión como atleta, a los 28 años y tras haber sido madre?
– Aún no considero que estoy en mi tope, puedo mejorar muchísimas cosas, no se si a nivel físico pero sí mental. La mejora de resultados lo atribuyo a la cabeza, antes quizás cojeaba más. Es un punto determinante.
– La maternidad le ha dado mucho foco. ¿Todo se vuelve una odisea?
– Estos meses he aprendido a priorizarme. La maternidad también es saber delegar, permitir que su padre se ocupe de ella y tener el espacio que necesito. Mi familia es consciente que en épocas de competición debo concentrarme al ciento por ciento, es muy duro pero valdrá la pena estar alejada de ella unos pocos días y será beneficioso para todos. Lúa estará en París, pero se quedará con mis padres unos días. Me quita y me da la fuerza por partes iguales.
– No le harían la misma pregunta a un atleta masculino o un futbolista de los que disputa la Eurocopa.
– En absoluto. Atribuímos que las madres se ocupan más de los hijos, sin embargo en nuestra familia no es así, y funcionamos muy bien como equipo. Tanto su padre como yo tomamos las decisiones conjuntamente para que a ella no le falte nada y esté en las mejores condiciones.
– Hay una diferencia de tres días entre su denuncia en redes por insultos racistas tras posar con la ropa de España, y la primera sentencia por racismo por el caso Vinicius. ¿Es España un país racista?
– Lo es. Siempre he dicho que era clasista porque no me gusta hablar mal de mi país, y me parece que generalizar no es nada bueno, pero es la realidad, se ve a diario y ojalá pudiera decir lo contrario.
«La maternidad también es saber delegar, permitir que su padre se ocupe de ella y tener el espacio que necesito»
– Más gallega no puede ser, y sin embargo hay a quien le enfada que sea negra.
– A mí lo que se me diga en las redes sociales no me afecta para nada, lo he trabajado mucho. Puede ser que a esa minoría que insulta le moleste que haya atletas negros en el equipo nacional y ganando con la bandera de España. El racismo es incultura, el mestizaje es riqueza, y en España no solo hay un color. No hay nadie puro, decir eso es absurdo. Estamos mezclados desde hace muchísimos años, históricamente los árabes estuvieron en nuestros territorios durante más de ochocientos años. La ignorancia llega a niveles extremos.