El ‘trail running’ propicia a los deportistas la experiencia más completa: exigencia física y el contacto más puro con la naturaleza.
TEXTO: IBAN GARBAYO
En los últimos años hay dos deportes que se han puesto muy de moda. Lejos de la fiebre ‘runner’, la escalada y el ‘trail running’ (carreras de montaña) han llevado al deporte de alto nivel a un nuevo horizonte. Precisamente, muchos ‘runners’, ya cansados de parques y aceras, han decidido dar el salto a esta modalidad con la intención de buscar nuevas sensaciones. El ‘trail running’ se define, simplemente, como la práctica de la carrera a pie en plena naturaleza. Se practica en montaña, pero los relieves accidentados y el desnivel positivo forman parte de esta disciplina en pleno auge. Aquí no te encuentras una larga carretera de asfalto. Se realiza por senderos, piedras, barro, hierba y hasta por la nieve. Más que correr en la naturaleza, también se acentúa el espíritu del sendero. Abrir los sentidos, escuchar a nuestro cuerpo y nuestras sensaciones, y apreciar el entorno en el que corremos.
Antes de lanzarte a las carreras explosivas como los kilómetros verticales, a los maratones de montaña o a la ultra distancia, hay que comenzar eligiendo distancias cortas que no superen los 20 kilómetros, con trazados no demasiados técnicos y desniveles asumibles, que nos exijan un esfuerzo moderado. Es fundamental prestar mucha atención a la preparación antes de ponerse en marcha. No está de más que se realice un reconocimiento médico deportivo en el que se valore la salud cardiovascular y se asegure nuestro buen estado antes de entrenar y competir. Además, la edad no es un impedimento. Bien lo sabe José Luis Basalo (Madrid, 55 años) quien lleva más de doce años practicando el ‘trail running’. Un hombre que no hace tantos años rozaba los 100 kilos -sedentario y mal alimentado-, al que un día la cabeza le hizo ‘click’ y decidió cambiar su estilo de vida por completo. Todo un ejemplo de superación. “Cuando empecé a correr pesaba 97 kilos, treinta más de lo que estoy pesando ahora. Un día te levantas de la silla, no te cabe el culo en el asiento, y te das cuenta que tienes que cambiar tus hábitos. Me puse en las manos de una nutricionista -sin mucha fe en estas cosas- y me abrió los ojos cuando me hizo ver que con 43 años por entonces, mi edad metabólica era la de un hombre de 60 años”, explica.
Si hay algo que va unido a esta práctica deportiva es la constancia. José Luis no para de repetirlo. “No hay edad para practicar esta modalidad deportiva. Lo único que importa es la constancia. Son muchos los amigos que ‘aparecen’ y ‘desaparecen’, pero es verdad que no vale decir “voy a ver sí…¡No! Márcate objetivos creíbles. Es un deporte muy agradecido. En poco tiempo obtienes grandes resultados”, afirma.
Como todo en esta vida, es imposible correr maratones de 100 kilómetros por la montaña de la noche a la mañana. Se debe ir poco a poco. Por ello, encontramos cuatro tipos de modalidades según la distancia:
- Trail: aquellos en los que se corren menos de 42 kilómetros y son los más habituales.
- Trail ultra medium: aquellas carreras que oscilan entre 42 y 69 kilómetros.
- Trail ultra long, o trail L: se utiliza cuando las carreras abarcan entre 70 y 99 kilómetros.
- Trail ultra Xlong o trail XL: todos aquellos a partir de 100 kilómetros.
Importancia de la técnica
El ‘trail running’ se diferencia del clásico ‘running’ por las subidas y las bajadas, que serán más accesibles y seguras con la técnica adecuada. En el caso de las subidas, se debe llevar el tronco lo más erguido posible para facilitar la respiración. No es conveniente obcecarse con correr siempre, puesto que a veces la inclinación de las cuestas es enorme y conviene limitarse a andar, y marcar así un cambio de ritmo. De lo contrario, corremos el riesgo de lastimarnos o sufrir cualquier tipo de percance.
“Correr por la montaña es algo mucho más bonito y gratificante. La principal diferencia entre correr por la montaña y el asfalto es que no hay un tiempo definido para la práctica. Aquí en la montaña, sales y puedes perderte dos, tres, cuatro horas en función de la dureza. Te paras a contemplar el paisaje, incluso terminas tomando algo con unos amigos o alguien con quien has compartido sendero al terminar. Esto es también lo bonito de esta disciplina”, añade José Luis.
Cada corredor tiene sus costumbres. Mientras unos prefieren las grandes zancadas lentas, otros una cadencia mayor con pasos más cortos. Cuando las subidas son muy largas, es adecuado alternar ambos, al igual que el uso de bastones puede ayudar a mantener el ritmo, y disminuir el esfuerzo de las piernas al repartirlo con los brazos. “Yo no soy un tío rápido. Mi fuerte son las carreras ‘ultra’, carreras de más de 100 kms donde mi cuerpo se adapta rápidamente, gestiona muy bien el consumo que hace. Cada uno tiene sus parámetros. Me encanta ver a la gente superar sus retos personales. Como se lo curra cada semana, como lucha y sufre, para llegar a la meta. No se trata de hacer la mejor marca, sino ser capaz de superarse a sí mismo”, explica el madrileño.
Por otro lado, en las bajadas con el firme irregular se ha de pisar también con el metatarso. Así se libera el talón, que sufre mucho más, y se reduce el riesgo de padecer una lesión. Cuando el camino es muy irregular es preferible dar pequeños pasos, aunque rápidos, que grandes zancadas que implican menos control del propio cuerpo. Los brazos son buenos garantes del equilibrio, por lo que es importante que, si corres sin bastones, los tengas preparados para nivelarte en los momentos de bajada rápida. Si usas bastones, te serán muy útiles tanto para amortiguar la bajada y que sufran menos las articulaciones, como para ayudarte a mantener el equilibrio.
Más que un fenómeno
La pandemia ha sido una de las grandes impulsoras del ‘trail running’. La necesidad de volver a sentir ese contacto con la naturaleza tras los duros meses de confinamiento lo han hecho crecer como la espuma. A su vez, las grandes marcas deportivas han visto un ‘filón’ dentro de este mundillo que no han querido dejar pasar. José Luis es plenamente consciente de ello. “El fenómeno viene acompañado de un tema puro y duro de marketing. Ahora todo el mundo lleva zapatillas de deporte en su día a día. Hasta hace bien poco era impensable entrar en una discoteca con zapatillas de deporte. Ahora sin embargo hay que ver quién lleva las más molonas. Y con qué precios…”, afirma.
Lo que parece evidente es que este nuevo ‘fenómeno runner’ ha venido para quedarse. Cada día son muchos los que se apuntan a algunos de los numerosos grupos que hay en toda la geografía española dedicados al ‘trail running’. Para los que comienzan a dar sus primeros pasos, nuestro protagonista vuelve a remarcar la palabra “constancia”. “Lo primero que le diría es que no se desanime. No es salir dos veces y decir esto no me gusta. Buscarte un buen grupo es importante, puesto que puede ayudarte a marcar un poco las pautas y progresar sin hacer ‘animaladas’. Obviamente es un arranque dificultoso, pero ¿qué es fácil en esta vida”, concluye.
Elegir la ropa adecuada
Como todo en esta vida, no es lo mismo salir a correr en verano que en invierno. Por lo tanto, hay que hacer una selección adecuada de la vestimenta en función de la época del año. Un aspecto fundamental es elegir aquellas prendas que te permitan realizar la actividad con comodidad. Sin embargo, al ser en la montaña, hay factores externos que obligan, sobre todo en las pruebas largas, a cuidar de otra manera nuestra forma de vestir: el frío o el calor extremo, la lluvia o la nieve, o los cambios bruscos metereológicos. Con especial atención a este último aspecto.
A diferencia del running, en la montaña abandonar no es tan sencillo como parar y que un taxi, autobús o coche escoba venga a recogerte. Podemos encontrarnos en pocos minutos en situaciones muy extremas en lugares en los que, o salimos por nuestros medios, o no podremos abandonar sin forzar un rescate.
La ropa en la montaña está destinada a mantener nuestro equilibrio térmico, que está en 36’5º. En situaciones de frío el cuerpo pierde temperatura con rapidez, por lo que debemos abrigarnos. Sin embargo, en situaciones de actividad intensa, no es difícil que esta protección contra el frío nos haga sudar y nos sobrecaliente. Esto es muy peligroso, porque ese sudor tenderá a enfriarnos en cuanto paremos, bajemos el ritmo, o si de repente la temperatura cae de repente y el viento aumenta, algo muy habitual en montaña.
Por lo tanto, lo recomendable sería no sobreabrigarse al empezar. Lo ideal sería comenzar con poca ropa, o bien tener programada una parada a los pocos minutos de dar inicio a la actividad para despojarnos del exceso de ropa en cuanto hayamos calentado. A su vez, la ropa seleccionada se recomienda que sea muy transpirable, se seque rápido, y sea capaz de evacuar de forma rápida el sudor.
En situaciones de frío, las mallas largas son muy cómodas, como una segunda piel, sujetan los músculos y los mantienen calientes, evitando lesiones por shock, frío y vibración. En la época estival las mallas pueden ser cortas y bastante finas, combinando sujeción, protección con comodidad y frescura. Cualquier camiseta transpirable es efectiva durante cualquier estación, aunque en otoño e invierno será necesario utilizar una capa de abrigo que acompañe a la ‘clásica’ camiseta de debajo. Como hemos mencionado anteriormente, es conveniente no excederse con el relleno, para evitar sobrecalentar. Por ello hay prendas ultraligeras que son perfectas para esto. Todo son ventajas: calientan lo necesario, pero transpiran enormemente, por lo que regulan muy bien la temperatura, y además tienen bastante capacidad cortavientos, algo fundamental en muchos casos.
Mención especial para nuestros queridos pies, a los cuales no prestamos muchas veces la atención que se merecen. Para no hacerlo muy complicado, nos centraremos en el peso, la horma y la suela. Cada persona es un mundo y esto es algo que hay que tener muy en cuenta: quienes sean grandes y su peso corporal sea alto, necesitan mayor amortiguación que quienes pesan 60 kilogramos, y será conveniente que eviten las zapatillas ultraligeras. Respecto a la horma, es una cuestión muy personal, ya que cada persona tiene un tipo de pie distinto. Lo que se le sienta bien a uno, no lo aguanta el otro. Por lo tanto, la elección debe ser muy particular. Elige lo que te resulte más cómodo. Al final estamos hablando también de la seguridad de cada uno.
En lo referente a las suelas, encontraremos diferentes formas para diferentes terrenos. Aunque todas son polivalentes y funcionan bien en casi todos los terrenos, algunas se orientan más al barro y terreno blando, otras más a roca…. Cada marca emplea sus gomas. Algunas son más adherentes, y otras menos. Cuanto más blanda sea, mayor será su adherencia, pero a costa de su durabilidad. Por eso, además de por la protección, las suelas más blandas suelen ser la opción adecuada para distancias más cortas, mientras que las más duras para las pruebas de mayor distancia.
Por último, para los que tengan pensado competir, por norma general la organización dictamina una vestimenta y material obligatorio en función del tipo de prueba. Dependiendo de la misma y de por dónde transita la lista será mayor o menor. Hay que ser consciente de que podríamos hablar como mínimo de un gasto de 300 euros entre zapatillas, ropa, mochila, botella de agua, etc.