Del 11 al 14 de abril se disputa una nueva edición del torno más prestigioso de golf y en el que John Rahm defenderá el título logrado en 2023.
TEXTO: ANDREA GANTES
El Masters de Augusta cumple 90 años. El torneo de golf más exclusivo del mundo es uno de los cuatro ‘majors’. A diferencia del resto de campeonatos, lleva celebrándose cada año desde 1934 en el mismo sitio, el Augusta National Golf Club, un club de golf privado situado en Augusta (Estados Unidos), pero no es lo único que le diferencia del resto, ya que el Masters tiene detrás una larga y prestigiosa historia, que sumado a las tradiciones únicas que tiene lo convierten en el torno de golf más especial del mundo.
Los precursores del campo de golf de Augusta fueron los jugadores Clifford Roberts y Bobby Jones. El club nació del deseo de Jones de construir un campo en el que poder retirarse en un futuro y, junto a Roberts, encontró el espacio perfecto en Augusta. “Y pensar que este terreno ha estado aquí todos estos años esperando a que alguien lo encontrase y asentase un campo de golf sobre él”, dijo Jones, que estaba convencido de que la zona, que había pasado por ser un una plantación de índigo en el siglo XIX y posteriormente un vivero de plantas, había encontrado su verdadera función. Alister MacKenzie ayudó a Jones a llevar a cabo la transformación del lugar y pudo ser inaugurado y abierto al público en enero de 1933. Desgraciadamente, el legendario diseñador de recorridos falleció un año después, apenas un par de meses antes de que se celebrara el primer torneo.
Desde marzo de 1934 ‘The Masters Tournament’ sigue un recorrido de más de 6000 metros con el formato de juego Stroke Play, es decir, 72 golpes en 18 hoyos a realizar cuatro veces a lo largo de cuatro jornadas. Realmente, Jones intentó que el U.S. Open se celebrara en su recinto pero gracias a la negativa de la United States Golf Association (USGA), tomó junto a sus socios la decisión de organizar su propio y exclusivo torneo.
La chaqueta verde y la cena de campeones
Gran parte de la legendaria tradición de este campeonato reside en los premios del ganador. Los campeones del Masters de Augusta son invitados automáticamente a jugar en los otros tres Majors (el US Open, el Open Championship y el PGA Championship) durante los siguientes cinco años, además de ganar una invitación vitalicia al Masters. Pero si hay algo que caracterice al Masters de Augusta es la famosa chaqueta verde, un símbolo de los socios del club y distintivo muy respetado dentro del mundo del golf. Los ganadores del torneo reciben el honor de poder custodiarla hasta la siguiente edición, ya que es costumbre que el último ganador vista al siguiente en la ceremonia final. En una ocasión uno de los ganadores se negó a devolverla a pesar de la insistencia del club, aunque por suerte no fue uno de los cuatro españoles que han ganado el torneo. Además, para no dejar a los vencedores con las manos vacías después de un año, también reciben una Medalla de Oro y su nombre es grabado en el Trofeo de los Maestros que no sale del club. Por ello, los ganadores reciben una réplica.
Además, el martes de la semana del torneo (que se disputa de jueves a domingo) tiene lugar la cena de campeones a la que acuden todos los anteriores ganadores para homenajear al vigente, que es el encargado de pagar el menú de la cena. El año pasado, Jon Rahm fue el ganador del Masters de Augusta y ha decidido que el chef José Andrés sea el encargado de cocinar los platos para la cena de este año, como ya hiciera Sergio García en 2018. Aquel año García optó por un arroz con bogavante, regado con albariño, y un pastel de tres leches receta de su mujer Ángela.
Este año la cena será «algo muy de productos del norte», como adelantó Rahm, concretamente será una típica “cena vasca”. De entrantes habrá tapas y pintxos de jamón y queso ibérico, Idiazabal con trufa negra, Tortilla de patatas, Chistorra con patatas, Lentejas estofadas y Croquetas de pollo. De primero habrá una ensalada de Txangurro; y un plato principal a elegir entre Chuletón a la parrilla, con piquillos y ensalada Tudela, o Rodaballo al Pil-Pil con espárragos blancos de Navarra. Habrá que esperar a ver qué tal cae a los norteamericanos después de los mac’n’cheese del año pasado, cortesía de Patrick Reed.
Las apariencias no engañan
Más allá de ser un torneo de golf con tradiciones únicas, el prestigio y la exclusividad rodean al club de Augusta. No es un club al que poder afiliarse sólo por formar parte de la ‘élite’, hasta el punto de que personajes como Bill Gates o Emilio Botín fueron rechazados en su día, aunque magnate y la hija de Emilio, Ana, lograron ser admitidos más adelante. Entre todos los presidentes de Estados Unidos, muchos de ellos aficionados al golf, sólo Dwight D. Eisenhower fue miembro. Además, Jack Nicklaus y John Harris son los dos únicos golfistas profesionales que han sido admitidos y hasta 1990 no se admitió a la primer hombre negro, Ron Townsend, y la primera mujer, Condoleezza Rice, no fue admitida hasta 2012.
No sólo el verde de la chaqueta y del Magnolia Lane, la famosa vía de 300 metros de entrada a la casa, representan al club. Unas 80.000 flores de diferentes colores han sido diseminadas a lo largo del campo y cada uno de los 18 hoyos recibe el nombre de la especie que lo adorna. La protección de la estética del lugar llega hasta tal punto que la sobriedad del personal le quita protagonismo a la jardinería. “Aquí en Augusta no cortan los ‘greens’, usan cera para las ingles”, dijo Gary Mcord, uno de los periodistas vetados para cubrir el evento desde el recinto por su ‘falta’ de gracia. De hecho, la relación del club con la prensa es poco menos que distante.
Los caddies no no pueden vestir de cualquier manera y tienen que llevar un mono blanco y una gorra verde con el logotipo del Masters de Augusta en lugar de la del patrocinador del jugador para el que trabajan. De hecho, no se encontrará ningún tipo de patrocinio a lo largo del recorrido. Además de controlar a los empleados y la estética del campo, la organización prohíbe correr, gritar, la exhibición de símbolos o banderas, determinada vestimenta, el uso de cámaras, móviles y sillas con reposabrazos a los espectadores a pie de campo, que deben pagar miles de euros para poder decir que han entrado en un club en el que sólo entran sus socios e invitados. Por si fuera poco, tampoco están permitidos decir comentarios o palabras malsonantes y hay un rumor que dice que la censura llega a tal punto que los empleados de seguridad tienen incluso una lista de palabras prohibidas que no deben escucharse en el campo.
Gary Player, ganador del Masters en tres ocasiones, se tomaba muy en serio el protocolo del club y dejó algunas frases para el recuerdo. «No hay absolutamente nada gracioso en el Masters. Aquí los perros enanos no ladran y los bebés no lloran», dijo en una ocasión. «En mi primer Masters tuve la sensación de que si no jugaba bien no iría al cielo», confesó Dave Marr, que empató en el puesto 34 su primer torneo en 1960. El exgolfista británico, Nick Faldo, describió Augusta con la misma admiración pero un poco menos de miedo: «Esto es el Masters. Tiene la belleza, el color, el sonido y la brisa. Todo junto hace de este lugar uno muy especial».
La edición de 2024 podría ser una de las más pequeñas en años y se celebrará del 11 al 14 de abril, por lo que muy pronto podremos ver al último campeón, John Rahm, vestir al siguiente con uno de los trofeos más distinguidos del mundo del deporte, la chaqueta verde del Augusta National Golf Club.