La mejor nadadora española de todos los tiempos habla para la revista Autoclub RACE de sus próximos retos, de sus aficiones y de su “prudencia” al volante.
Texto: JAVIER VARELA
Mireia Belmonte hace buena la expresión española de sentirse como pez en el agua. Así lo confirma su palmarés y el hecho de ser la mejor nadadora española de la historia. “Siento satisfacción, orgullo y compromiso con este deporte que tanto me apasiona desde pequeña”, confiesa emocionada. Y eso que se metió en la piscina por prescripción médica para superar su escoliosis. A sus problemas de espalda se sumaron su alergia al cloro y el asma. “Ahora se ve extraño, pero forma parte de la excepcionalidad oportunista de la vida”, sentencia.
Haber conseguido cuatro medallas olímpicas, incluido el oro en los 200 metros mariposa de los Juegos de Río de Janeiro, en Mundiales y en Europeos no impide que Mireia Belmonte quiera más. “Me queda la medalla de oro en piscina de 50 en un Mundial, que todavía no la tengo. Cuando la consiga, habré conseguido medallas en todas competiciones y en ambas piscinas”, señala. Un reto que podrá conseguir en el Campeonato del Mundo que se llevará a cabo en Budapest (Hungría) del 14 al 30 de julio y en el que participará en seis pruebas.
Cuando se quita el bañador, Mireia es una chica normal, a la que le gusta “la música, el cine y estar con los amigos” y que disfruta «con los deportivos de alta gama”, aunque avisa que como conductora es “prudente y diligente”. Eso sí, cuando se le habla de viajes, se sincera: “Algunos kilómetros podrían sobrar (risas). Pero forma parte de la vida de una deportista que se mueve por todo el mundo”.
– Catalana e hija de andaluces. ¿La mezcla perfecta?
– Perfecta no lo sé, pero desde luego es la mejor prueba de la sinergia entre españoles. Mis padres son currantes y de ellos he aprendido que hay que esforzarse para todo.
– ¿Qué se siente siendo la mejor nadadora española de la historia?
– Sobre todo siento satisfacción, orgullo y compromiso con este deporte que tanto me apasiona desde pequeña.
– Y eso que empezó a nadar a los cuatro años por prescripción médica para superar su escoliosis.
– Ahora se ve extraño, pero forma parte de la excepcionalidad oportunista de la vida.
– A sus problemas de espalda se sumaron su alergia al cloro y el asma. ¿Y cómo se lleva eso y que su vida sea nadar en una piscina?
– Con la complejidad de la contradicción que nunca ha de ser hándicap para conseguir objetivos. Nadar es mi vida. Me encanta. Si me levantara y no nadara lo echaría en falta. Es lo que me apasiona, no me causa esfuerzo tener un objetivo en mente y mantengo esa ilusión a diario.
– ¿Qué consejo le dieron de pequeña que siempre recuerda?
– Que fuera competitiva siempre.
– La vida de una nadadora es sacrificada. ¿Compensa todo lo que ha sufrido para llegar hasta aquí?
– La vida de nadadora es tan sacrificada como la que puede ser la de muchas otras personas. Y además hago lo que quiero y asumo el compromiso desde el minuto uno, con todo lo que ello supone.
– Obliga a tener la cabeza muy bien amueblada.
– Obliga a focalizar los objetivos.
«Nadar es mi vida. Me encanta. Si me levantara y no nadara lo echaría en falta»
– Hablando de objetivos. En el Mundial de Budapest, ¿qué espera conseguir?
– Siempre se quiere la medalla de oro en el Mundial. Con ganar una de ellas… Después con las que vengan yo estaré encantada. No me cierro a ninguna prueba. Me queda la medalla de oro en piscina de 50 en un Mundial, que todavía no la tengo. Cuando la consiga, habré conseguido medallas en todas competiciones y en ambas piscinas.
– Suena atractivo, pero antes habrá pasado muchas horas de entrenamiento silencioso y duro. Es lo que no se ve del deportista de élite y que es tan importante para conseguir resultados.
– Si puedo estar en todas las finales, estaré supercontenta. Si todo va bien, me tiraré a la piscina 18 veces y solamente con acabar la competición concentrada y físicamente fresca, es todo un reto, porque es una maratón de pruebas. Me encuentro muy bien, preparada y fuerte en el agua. Disfruto mucho de los entrenamientos, que han sido muy duros y haciendo cosas que antes no hacíamos, como series intensas, muy rápidas y que van a venir bien para el primer 50, que si puedes sacar ventaja al principio mejor. Así no hay que recuperar tanto al final.
– Cuando piensa en todo esto, ¿siente vértigo?
– Siento haber logrado lo que día a día me propongo, que es competir y hacerlo con empeño. Las nuevas marcas son una forma de saber que eres mejor y que el trabajo que haces da su fruto.
– Tanto viaje y horas en aviones y hoteles debe ser complicado de llevar. ¿Es lo más duro de ser nadadora?
– Sí, algunos kilómetros podrían sobrar (risas). Pero forma parte de la vida de una deportista que se mueve por todo el mundo.
– He leído que además de perfeccionista es muy ambiciosa. ¿Cómo se digiere el éxito? ¿Hace algo para que no se le suba a la cabeza?
– Darle normalidad a lo que una va consiguiendo en una larga trayectoria deportiva. Si Michael Phelps, que lo tiene todo, ha tenido ganas de hacer cosas nuevas, imagínate a los demás que nos quedan cosas por hacer.
– Habla de Phelps, una referencia en el mundo de la natación. ¿Cuál es la mejor nadadora a la que se ha enfrentado?
– Todas las rivales me merecen toda la consideración y a todas las considero excepcionales competidoras.
«Me encanta conducir. Una vez que estuve en el circuito del Jarama RACE dando algunas vueltas y fue una experiencia espectacular»
– ¿Y con la que soñaba ser de pequeña?
– En general, admiro a muchos y muchas grandes deportistas de la historia. Sería difícil quedarme con una sola.
– ¿Qué importancia tiene Frederic Vergnoux, su entrenador, en su carrera?
– Somos un equipo.
– ¿Qué siente al ver la prueba de 200 mariposa con la que se coronó como campeona olímpica?
– Felicidad y convencimiento de haber creído en que lo podía conseguir.
– ¿El estilo que más le gusta? ¿Y el que menos?
– De todos aprendo y creo que todos ellos tienen interés para mí.
– ¿Qué consejo le daría a una niña o niño que practica natación y sueña con ser como usted?
– Que entrene, que sea competitivo y, sobre todo, que ame este deporte y que se divierta con él.
– ¿Le gustan los coches? ¿Cuál es su favorito?
– Sí, me gustan. Si tengo que elegir, me gustaría conducir algún día un deportivo de alta gama, pero no me pidas un nombre… (risas).
– ¿Cómo se califica como conductora?
– Prudente y diligente. Me encanta conducir. Recuerdo con cariño una vez que estuve en el circuito del Jarama RACE dando algunas vueltas y fue una experiencia espectacular. También he estado en otros circuitos y siempre he disfrutado. Como una vez que rodé junto a Marc Gené en un Ferrari con muchos caballos…
– ¿Y qué otras aficiones tiene?
– El cine, estar con los amigos y escuchar música, que además me ayuda a concentrarme mientras entreno. Me gusta todo tipo de música, desde Michael Jackson hasta David Guetta.