Tiene cinco medallas en su mochila, ha ganado el 80% de los partidos que ha dirigido a la selección y es un apasionado de los coches. Es Sergio Scariolo, el mejor seleccionador del baloncesto español.
Texto: JAVIER VARELA
Fotos y vídeos: ALBERTO FERRERAS y AGENCIAS
El seleccionador más laureado del baloncesto español intentará seguir agrandando su leyenda y la del equipo nacional en el próximo Eurobasket. De momento los números de Sergio Scariolo dicen que ha logrado cinco medallas en seis torneos y ha ganado el 80% de los partidos que ha dirigido en su mandato. “Soy consciente de cuál ha sido, es y será mi labor”, dice con cierta modestia antes de reconocer que le ha tocado dirigir «a un grupo de personas, más allá que de jugadores, con los que merece la pena trabajar, competir, sufrir, luchar, triunfar…”. “Como decía Gregg Popovich, hay que conseguir que se quieran dejar entrenar”, añade. Y vaya si lo ha conseguido.
Eso sí, obligado o no, le ha tocado abanderar la renovación de esta selección, aunque se niega a hablar de fin de ciclo: “Ese discurso lo he escuchado muchas veces. Lo oí en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, luego en el Mundial de 2014, luego en los Juegos de Río de Janeiro… No sabemos”. Y su próximo reto será el Eurobasket en septiembre, en el que espera contar con los mejores jugadores y nombres como Pau Gasol, su hermano Marc… “Ojalá. Todos han reafirmado su voluntad de estar siempre y cuando las condiciones físicas lo permitan cuando termine la temporada”.
Pero hay un secreto oculto en Sergio Scariolo, como buen italiano: los coches. “He crecido con la idea de que el coche no es un objeto para aparentar o estético, sino que es algo que forma parte de la vida, de la cultura de la persona, de su forma de ser, de su identidad…”, confiesa este “bastante buen conductor» que a veces tiene “distracciones que no debería tener”, pero que todavía recuerda sus primeros pasos al volante de un “Fiat 124 berlina verde oscuro”. Eso sí, tiene claro que Rusia es el peor país para conducir: “He visto cosas que mejor no recordar”.
– Ha tenido la fortuna de dirigir a la mejor generación española de jugadores de baloncesto.
– Es un grupo de personas, más allá que de jugadores, con los que merece la pena trabajar, competir, sufrir, luchar, triunfar… Ha sido frecuente terminar las competiciones con un éxito, y sí, soy un afortunado. Cualquier cosa hay que ganársela. Como decía Gregg Popovich, hay que conseguir que se quieran dejar entrenar, porque de eso estamos hablando cuando hablamos de grandes jugadores. Ese guiño, ese respeto me lo han demostrado y estoy muy agradecido.
– En su mandato al frente de la selección ha conseguido cinco medallas en seis torneos. El listón está muy alto.
– La verdad es que sí… Nosotros no somos los rivales de nosotros mismos. Los rivales seguirán siendo Serbia, Francia, Montenegro, Croacia, Turquía, Italia… Como no me gusta lo del mejor seleccionador español de la historia, porque me parece una valoración con poco sentido. Creo que debemos superar la idea de que la competición es la que viene y los rivales que tendremos, no contra nosotros mismos en los años en los que por mérito o por suerte lo hemos hecho bien.
– Siempre se habla de los jugadores, pero ¿qué importancia tiene el entrenador en todo este éxito?
– Soy consciente de cabeza para dentro de cuál ha sido, es y será mi labor. A partir de ahí prefiero que sean los demás los que valoren mi labor. En el deporte, los resultados no dependen al cien por cien de la calidad del trabajo. Lo importante es poner la calidad del trabajo, aunque luego haya más factores que influyan, pero lo importante es que lo que tú haces sea lo mejor posible.
«Los éxitos crean adicción y es la motivación más grande que puede existir»
– Pau, Marc, Rudy, Reyes, Navarro… ¿Qué les hace ser tan buenos?
– Hay una base de talento importante, un haber crecido desde muy pronto con un nivel de autoexigencia y conciencia de poder hacer cosas muy grandes, lo que ha alimentado su ambición, haber coincidido con otros compañeros que a la hora de conformar equipos ganadores han ayudado al resto y eso es lo que se retroalimenta. Los éxitos crean adicción porque el deseo, el querer volver a vivir esas sensaciones cuando lo completas con una medalla o un título, es la motivación más grande que puede existir. Afortunadamente tenemos a muchos jugadores con estas características de talento, de ambición, de capacidad de sacrificio, de capacidad de adaptarse a un equipo más allá del protagonismo individual… Son características decisivas.
– Y los que vienen por detrás están apretando. Se habla mucho de cambio generacional, pero no termina de llegar.
– Tenemos que trabajar en muchas direcciones para poder hacer que sigamos en este cambio generacional que hemos empezado con éxito. Hay jugadores que se van acercando al final de su trayectoria, hay otros que tiene buenas cualidades pero que compararles con los otros sería injusto y confío en que podamos mantener un nivel alto de competitividad, entendiendo que el ciclo de tantos años de tantos éxitos posiblemente va a ser irrepetible.
– A usted, obligado o no, le ha tocado abanderar la renovación de esta selección.
– Pero no se trata de compararnos con el pasado, sino de competir con los rivales que tenemos delante.
– Pero sí parece que en el Eurobasket se acabará la generación del 80.
– Ese discurso lo he escuchado muchas veces. Lo oí en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, luego en el Mundial de 2014, luego en los Juegos de Río de Janeiro… No sabemos. Todo depende de las condiciones físicas. Ellos mismos son los primeros en saberse valorar. Si están todavía para no hacerle un feo a su historia y grandeza, ahí estarán.
– Uno de esos que viene apretando fuerte es Sergio Llull. Uno de esos jugadores tocado con una varita mágica.
– Está en la selección desde hace mucho tiempo, desde mi primer año en la selección en 2009. A pesar de entrar de rebote tuvo un rol importante. Ha ido creciendo mucho más y se ha instalado en una titularidad indiscutible y en un peso en el equipo que va más allá de los números y de las estadísticas personales. En el Real Madrid tiene un protagonismo y un entorno muy diferente que en la selección. Aquí tiene que compartir ese protagonismo con otros jugadores en otras posiciones y eso hace que sus números se vean algo reducidos, pero desde dentro tenemos muy claro el valor de ejemplo, de energía, de mentalidad ganadora, de fuerza, de competitividad que me da a mí y a todos sus compañeros.
– El siguiente reto es el Eurobasket, donde Croacia, Montenegro y República Checa serán rivales en la fase de grupos.
– No creo que el sorteo haya sido tan ligero como de forma superficial se pueda decir. Todos los equipos son complicados, aunque es verdad que Rumanía y Hungría puedan estar un nivel por debajo, a pesar de que Rumanía jugando en casa estará motivada. La clasificación entre los primeros cuatro puede estar un poco menos cara que en el pasado, pero si queremos competir para estar arriba en la clasificación del grupo debemos ir con las pilas puestas y saber que tendremos que sudar muy mucho.
– ¿Espera contar con los mejores jugadores? Pau, Marc…
– Ojalá. Lo espero, en el sentido de esperanza, aunque expectativa también lo es, porque todos han reafirmado su voluntad de estar siempre que cuando termine la temporada las condiciones físicas lo permitan.
– ¿Y para usted sigue abierta la puerta de la NBA, para compaginar un puesto en el banquillo con la selección?
– Estoy muy cómodo con el cargo de seleccionador porque es muy estimulante mirar atrás, a fuerzas nuevas que vayan surgiendo… Ocuparme de las selecciones inferiores, sobre todo las de edad más próxima al primer equipo, de afrontar las famosas ventanas de clasificación de cara al Mundial, que ocuparán mucho durante la temporada… Me gustan los retos que tenemos por delante, pero la NBA es la NBA y si algún día surgiera una propuesta muy atractiva, que hasta ahora no ha sucedido, estaría encantado de valorarla.
– Y un seleccionador, además de en baloncesto, en qué más cosas piensa y a qué le gusta dedicar su tiempo.
– Mi familia, que no es una afición, pero es un interés y un valor y una forma de ocupar el tiempo que me encanta. Y luego un poco de golf, un poco de pádel, lectura, cine… El tiempo no es mucho porque observar y ver mucho baloncesto durante un día ocupa mucho, porque hay competiciones y partidos todos los días, desde la Liga, la Euroliga, la Eurocup, la NBA…
«He crecido con la idea de que el coche no es un objeto para aparentar o estético, sino que es algo que forma parte de la vida, de la cultura de la persona…»
– ¿Le gustan los coches? ¿Cuál es su favorito?
– Mucho. Como buen italiano he crecido con la idea de que el coche no es un objeto para aparentar o estético, sino que es algo que forma parte de la vida, de la cultura de la persona, de su forma de ser, de su identidad… Me gustaban mucho los deportivos, pero ahora por razones familiares he desviado hacia los todoterrenos y familiares. Me gusta la idea de sentirme cómodo en el coche.
– Siendo italiano, supongo que si hay que elegir, Ferrari…
– Ferrari como mito, pero nunca he sentido el deseo o la inquietud de poseer un Ferrari. Sí he crecido con la veneración a Enzo Ferrari como auténtico ejemplo de empresario y deportista y con el amor para el equipo de Ferrari, entendiendo como equipo competitivo de Fórmula 1. Es una de las pocas cosas que me tienen delante del televisor. Es una cuestión más de pasión competitiva que de interés concreto por cualquier otro Ferrari que no sea el equipo de F1.
– ¿Qué coche se compraría sin dudarlo?
– Estoy cómodo con lo que tengo, con el Range Rover Sport, un Cadillac Escalade, que utilizamos cuando tenemos que llevar a niños, a amigos de niños, a perros… Necesitamos algo grande. He estado con un Cayenne hasta hace poco, antes con Mercedes durante mucho tiempo… Más que desear un coche es encontrarme cómodo con lo que tengo.
– Seguro que su primer coche no era parecido a los que tiene ahora.
– Mi primer coche fue el de mi padre. Se compró un Lancia Beta y me dejó su Fiat 124 berlina, verde oscuro y que hacía su labor de desplazarme. Luego siguieron otros durante un tiempo bastante precarios, compaginando la posibilidad económica con la necesidad de ir a la universidad, de ir a entrenar en pabellones alejados de mi casa… Y he tenido muchos. Algunos los he destruido.
«Conduzco, creo, bastante bien, pero a veces tengo distracciones que no debería tener»
– ¿En qué país se conduce peor?
– En Rusia, con diferencia. También porque las condiciones climatológicas no lo hacen tan fácil. Hay mucho carnet de conducir entregado o concedido de alguna manera… Nunca he conducido allí porque el club prohibía que condujéramos y teníamos chófer. He visto cosas que mejor no recordar.
¿Cómo se califica como conductor?
Confiado. Conduzco, creo, bastante bien, pero a veces tengo distracciones que no debería tener. Alguna llamada de teléfono, la música, un WhatsApp que llega en un momento determinado… Debería evitarlas. Lo intentaremos.