Algunas calles se han convertido en sí mismas en auténticos destinos turísticos gracias a los bares y restaurantes que las llenan de vida y sabor.
Texto: JAVIER VARELA
Hay calles en las ciudades que tienen vida, identidad e historia propia. Algunas se han convertido en destinos turísticos gracias sus bares, sus restaurantes, sus tapas y su gastronomía. Unos cientos de metros plagados de historia y de modernidad con sabor en los que se puede disfrutar del buen comer en la mejor compañía.
Calle Laurel, Logroño
La calle por excelencia de los bares y del tapeo si visitas Logroño. En apenas 200 metros podemos encontrar más de 65 bares y tascas que se han ido ampliando en las calles aledañas hasta formar casi una zona con identidad propia. Allí está el bar más antiguo de Logroño, el ‘Blanco y Negro’, que hoy continúa siendo uno de los referentes de la calle Laurel con sus bocatitas de anchoa y pimiento verde. Una de las peculiaridades es que cada local cuenta con su propio pincho, por lo que se puede disfrutar de una gran variedad en una ruta que es un deleite para los sentidos: pincho de champiñón con gamba a la plancha, del pincho moruno, la tortilla de patatas, de las orejitas picantonas, del canelón riojano, del matrimonio, de los huevos rotos o del cojonudo. Y todos, eso sí, regados con los mejores caldos de la región. Quizá por ello a esta calle muchos le llaman la senda de los elefantes. Algunos de los que la visitan acaban ‘trompa’.
Calle 31 de agosto, San Sebastián
En el corazón del casco viejo de San Sebastián está esta calle, que tomó ese nombre por ser la única calle que sobrevivió al incendio que devastó la ciudad en 1813 durante las Guerras Napoleónicas. Es lugar obligado de peregrinación gastronómica tras disfrutar de la playa de La Concha e incluso el New York Times la ha seleccionado entre las 12 mejores rutas urbanas europeas. En el recorrido por la 31 de agosto hay varias paradas imprescindibles como en ‘La Cepa’, ‘Gandarias’, ‘A fuego Negro’ y también el ‘Atari Gastroteka’. Su trazado peatonal lleno de vida, de gente y de un ambiente distendido, cuenta con bares a ambos lados de las aceras en cuyas barras se presenta una multitud de pintxos, muchos de ellos inolvidables como la famosa gilda, a cada cual más apetitoso. Y si se acompaña con un zurito (una caña), el disfrute aumenta.
Calle Navas, Granada
La Alhambra se lleva todos los focos en Granada, pero cuando toca reponer fuerzas, muchas son las calles en las que disfrutar de la gastronomía y a precio asequible. Pero si hay una zona en la capital granadina famosa por sus bares, y por tanto por sus tapas, esa es la calle Navas. La céntrica vía, que parte desde la Plaza del Carmen, es una de las calles de España que mayor número de bares y restaurantes tiene. Las tapas típicas de Granada tienen un destacado papel en esta calle que se llena de olores según avanza el día. El pescaíto frito, las tapas de marisco, las berenjenas fritas cobran protagonismo en Las Copas, Mesón La Abuela, Taberna Divisa Blanca o Navas 14. Entre los más aclamados (y concurridos) de esta calle están el Bar Los Diamantes, con setenta y cinco años de trayectoria y especializado en pescaíto frito, cazón en adobo o mollejas.
Calle Gascona, Oviedo
Esta calle es conocida como el Bulevar de la sidra, por ser la calle sidrera por excelencia de la ciudad. En ella encontramos 13 sidrerías en las que degustar de un culín de esta bebida asturiana y diferentes actividades en las que se acentúa la cultura y la tradición, alrededor de la sidra y de los productos gastronómicos típicos. La calle está situada en el corazón de Oviedo, una calle extramuros que desembocaba en la Puerta de los Gascones, de la antigua muralla medieval. Los gascones, sobrenombre que se les daba a los peregrinos francos, establecieron en ella sus comercios. Es habitual encontrar actuaciones de música tradicional, jornadas gastronómicas, mercadillo ecológico, feria de quesos… y todo lo que pueda servir para disfrutar del ‘manducar’ y el ‘pegue’ mientras el sonido de la gaita acompaña al escanciador de sidra.
Rúa do Franco, Santiago
En una ciudad en la que la oferta cultural y arquitectónica es su punto fuerte, la gastronómica no se queda atrás. La rúa do Franco, que desemboca directamente en Plaza del Obradoiro y Plaza de Platerías, concentra buena parte de la oferta gastronómica del casco histórico. Sus más de 80 locales recogen la herencia de los taberneros medievales que se asentaron allí para atender a los peregrinos que dieron nombre a esta calle. Los protagonistas son los productos típicos de la gastronomía gallega como el pulpo, la empanada, los mariscos, la tarta de Santiago y caldos como los Ribeiros, Albariños o Mencías que en algunos sitios se sirve en taza como se hacía antiguamente. El Restaurante Camilo, el Gato Negro, el Coruña, el Tigre o el Charra son algunos de los sitios imprescindibles. Y si vas un jueves puedes participar en el Rallie París-Dakar, que un recorrido nocturno que instauraron los universitarios que comienza en el primer bar de la zona (el París) y termina en el último de la Rúa de O Franco (el Dakar ). Toda una aventura.
Pizarro, Cáceres
Más que una calle ha pasado a ser la ‘zona Pizarro’ y se incluyen las vías aledañas como Donoso Cortés, Sergio Sánchez, Fuente Nueva y plaza de la Soledad, además de la propia Pizarro. Es una de las más tradicionales de la ciudad y circunvala la muralla. En cualquiera de los locales de la zona se puede disfrutar de la amplia gastronomía extremeña. Nuestro paladar quedará satisfecho al probar los embutidos de la región como la patatera (papada de cerdo ibérico y patata cocida condimentado con sal y Pimentón de la Vera, ajo y especias), la Torta del Casar, el pimentón de la Vera, las migas, el jamón de bellota, el queso o las cerezas del Jerte regado con vinos como el Ribera del Guadiana. La calle va cobrando vida según avanza el día y por la noche hay varios locales en los que bailar y tomar una copa en el clásico La Traviata, con decoración antigua.
Parlament, Barcelona
En pleno barrio de Sant Antoni, entre el Paral·lel y el barrio del Raval discurre la calle Parlament, una de esas calles de Barcelona que se han revitalizado gracias a la apertura de muchos locales y con la restauración del mercado que da nombre al barrio. En sus aceras han abierto cafeterías, bodegas y comercios ‘de toda la vida’ que han devuelto la vida a una zona que parecía haber entrado en declive. El primero en hacerse un hueco en la calle Parlament fue Federal un local en el que tomar un café o un aperitivo. Recomendable también es darse una vuelta por Calders, una bodega en la que todo el mundo quiere entrar –o disfrutar de su terraza- para comer, tapear o tomar el vermut. Els Sortidors del Parlament enseña a conocer los vinos con unas deliciosas tapas. Y después de lo saldo nada mejor que un dulce en La Peluquería, que nadie se engañe por el nombre, donde disfrutar de tartas y pasteles artesanos.
Cava Baja, Madrid
Una calle de 300 metros y 50 bares debe ser referencia gastronómica. Así es la Cava Baja madrileña, en pleno barrio de La Latina en el que de día se puede comer y beber y cuando se echa la noche se convierte en un lugar en el que reponer fuerzas antes de la fiesta nocturna en las zonas cercanas. La Posada de la Villa (1642), la del Segoviano (1720, hoy es el mítico restaurante Casa Lucio con sus espectaculares huevos) o la Posada del Dragón (1868, hoy reconvertida en hotel.) son lugares de obligada visita y disfrute que mantienen el aire vintage a la zona. Los cercanos mercados de La Cebada y de San Miguel son la despensa gastronómica de una calle histórica en la que conviven madrileños y turistas. Lo mejor es pasear de bar en bar, para tomar una caña o un vermut y todo ello acompañado de una tapa marca de la casa mientras se disfruta de una de las zonas más castizas de la capital.