Tras el verano crece el número de personas que quieren perder peso, pero no todos lo hacen de forma correcta y queremos darte unas pistas.
Texto: DANIEL PANERO
El verano es un periodo bisagra. Lo es porque durante meses la población se preparada para la operación bikini y porque tras él aparecen las dietas para contrarrestar los excesos de las vacaciones. En esta etapa se multiplican las cervezas, las comidas familiares, los picoteos entre horas e incluso las copas en las festividades de los pueblos. Eso llega a su fin al mismo tiempo que llegan las temidas dietas, un extra más en la depresión posvacacional.
«Hay un incremento de peso, lo que hace que se dispare el uso de dietas y las contrataciones en los gimnasios», asegura Rubén Bravo, portavoz Instituto Médico Europeo de la Obesidad. No es para menos, en este tipo de metas la cabeza juega un papel fundamental. Septiembre es un mes clave para el inicio de una actividad y suele ir ligado a un aumento del estrés, un factor que no beneficia a la dieta y que puede desencadenar en una mayor frustración por parte de la persona que se somete al proceso de perder peso.
Pese a ser una etapa en la que aparecen elementos de riesgo como el cambio de rutinas o la depresión posvacacional es también el momento elegido por muchos españoles. «La gente tras el verano se pone muchísimo más a dieta. No hay nada peor que un bikini para verte todo lo que te sobra», afirma María Domínguez Amaro, directora médico de Clínica Feel Good, especializada en ofrecer un tratamiento terapéutico especializado.
Ese cambio radical que sufre nuestra mente tras pasar de las vacaciones al trabajo y a la dieta hace que el entorno juegue un papel importante. «Puede ayudar para evitar la ingesta de comidas calóricas acompañando al individuo que está a dieta, colaborar a reducir el estrés sin preguntar continuamente por la comida y pueden ayudar a hacer más ejercicio físico. Eso siempre es una buena ayuda», Javier García Campayo, miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría.
Tras el verano son muy habituales también las dietas en las que se pretende un cambio radical de golpe, esfuerzos cortos que prometen perder peso de forma rápida. Este método es cada vez más recurrente, pero no lo más recomendable, según afirma la doctora Domínguez Amaro. «Se debe hacer una dieta en la que aprendas unos hábitos de vida saludable de por vida. Nunca hacer ayunos ni dietas de choque, eso solo te llevará a un rebote y siempre al mismo punto de partida», sentencia.
Claves para perder peso
Uno de los aspectos que más determinan si una dieta da frutos o no es el ejercicio físico. Practicar deporte es un elemento clave a la hora de perder peso y es también una parte que en muchas ocasiones se descuida a la hora de enfrentar este tipo de procesos. No se trata de realizar maratones, sino de pequeñas rutinas que día a día influyen en la pérdida de calorías. «Caminar 20 o 30 minutos o subir escaleras», afirma al respecto María Domínguez Amaro.
Javier García Campayo también da importancia al ejercicio pero añade además el aspecto emocional. «Estar a dieta genera estrés. Mucha gente está más irritable o triste y tiene cambios de ánimo. Se pueden utilizar técnicas como Mindfulness para combatir el estrés y evitar comer por razones emocionales, que es la principal causa del aumento de peso. Comer nos relaja», añade.
Consejos para empezar la dieta
Tras el verano también son habituales las dietas de choque, un tipo de tratamiento que cada vez se utiliza más pero que los expertos no recomiendan por el temido ‘efecto rebote’. «Yo aconsejaría a la persona que quiere ponerse a dieta que acuda a un especialista para que le paute un plan personalizado y estable, cuya finalidad a largo plazo sea mejorar sus hábitos alimenticios, marcándose metas realistas», asegura Rubén Bravo.
«Tras el verano se debe hacer una dieta en la que aprendas unos hábitos de vida saludables . Nunca hacer ayunos o dietas de choque, ya que eso solo te llevará a un rebote y siempre al mismo punto de partida», afirma María Domínguez Amaro, que fija tres elementos que se deben eliminar de la dieta cuanto antes: «dulce, alcohol y comida basura».
Una dieta básica, por Rubén Bravo*
Desayuno
Una rebanada de pan integral de centeno con tomate triturado y dos lonchas de jamón ibérico.
Un descafeinado.
Media Mañana y Merienda
Una pieza de fruta.
Un lácteo 0%.
Una nuez.
Comida
250grs de verdura.
150grs de proteína magra como pescado, pollo, ternera magra…
2 veces a la semana legumbre.
Cena
150grs de verdura.
100grs de proteína magra como pescado, pollo, ternera magra…
*Portavoz Instituto Médico Europeo de la Obesidad