Aunque este medio de transporte y sus diversos antecedentes cumplen ya casi dos siglos, mantiene intacto hoy el encanto de los orígenes.
TEXTO: JOSÉ MANUEL ANDRÉS
Han transcurrido ya casi dos siglos desde que las semillas de lo que luego fue el transporte ferroviario y el ferrocarril moderno hicieran su aparición, transformando para siempre la forma de desplazarse y cubrir por tierra distancias hasta ese momento abismales. El paso de la tracción animal sobre raíles al vapor y de la electricidad a la combustión hasta llegar a la alta velocidad de nuestros días deja un buen puñado de recorridos históricos, que hoy trascienden el concepto del viaje funcional y se convierten en toda una experiencia sensorial.
Un mito, el Transiberiano
En 1904, el año en el que estalló la Guerra ruso-japonesa, se completó la línea ferroviaria que unía Moscú, capital y corazón de la Rusia occidental, con el extremo oriente del entonces Imperio Zarista, en Vladivostok, junto a las lejanas aguas del Océano Pacífico. Nada más y nada menos que 9.288 kilómetros de raíles como un símbolo del empeño del hombre por superar el desafío del implacable, inmenso y blanco paisaje siberiano.
Con el paso de los años el recorrido se ha bifurcado y ampliado con las variantes del Transmanchuriano (Hasta Pekín, pasando por otras ciudades del noreste de China) y el Transmongoliano (También de Moscú a Pekín pero a través de Mongolia) hasta superar los 10.000 kilómetros de distancia, pero el mito del Transiberiano, una versión moderna y ferroviaria de aquellas caravanas que recorrían la ruta de la seda para unir el exotismo oriental con las urbes occidentales, sigue en pie, como una aventura sugerente y atractiva.
El Orient Express, de Agatha Christie al declive
Con origen en París, en el corazón de la Europa occidental, y destino en el exotismo oriental de Estambul, atravesando la intrigante Europa del Este, el Orient Express fue desde 1883 hasta 2009 una auténtica leyenda sobre raíles, que suscitó el interés y alimentó la imaginación de gran parte de la aristocracia del viejo continente.
Desde finales del siglo XIX, el lujoso servicio solo se vio interrumpido por la Primera Guerra Mundial, aunque su verdadero auge llegó en los años treinta, época en la que se publicó la famosa novela de Agatha Christie ‘Asesinato en el Orient Express’, un título que de la mano del mítico detective Hércules Poirot engrandeció aún más el mito del trayecto ferroviario. Sin embargo, con la llegada del siglo XX el recorrido se recortó al trayecto París-Viena, amputando el sentido de un viaje ferroviario legendario que ya agonizó hasta su último viaje, a finales de 2009.
Flamsbana, junto a los fiordos noruegos
De un recorrido intercontinental a través de medio mundo a otro de apenas 20 kilómetros, pero en el que se concentra toda la inmensidad de los fiordos noruegos. Con un desnivel acumulado de más de 850 metros, uno de los mayores del mundo para un trayecto ferroviario, une las pequeñas localidades de Fram y Myrdal y recibe cada año a miles de visitantes procedentes de todo el mundo, ávidos de la imponente contemplación de esos paisajes nórdicos cincelados a través de los tiempos por los glaciares.
El tren de la Selva Negra
Casi 150 kilómetros de vía entre las ciudades alemanas de Offenburg y Singen, en el estado federado de Baden-Wurtemberg, situado al suroeste del país. La línea comenzó a construirse en 1865 pero no fue hasta 1873 cuando fue inaugurado y comenzaron los viajes. Atraviesa algunos de los parajes más bellos de Alemania, con bosques de pinos y poblaciones propias de cuento popular.
Glacier Express, un recorrido por los Alpes suizos
Desde 1930, el Glacier Express une a través del ferrocarril la localidad de Sankt Moritz, situada en los Alpes suizos y que cuenta con una de las estaciones de esquí más exclusivas del mundo, y Zermatt, en el cantón helvético de Valais y otro lugar de referencia para los amantes de la nieve de todo el mundo. Conocido también como el ‘expreso más lento del mundo’, aquí lo importante no es llegar a tiempo, sino disfrutar de un trayecto que transita durante más de siete horas a través de 291 puentes, más de 90 túneles y por el puerto de montaña de Oberalp, el más elevado de la zona con sus más de 2.000 metros de altitud.
También en España, el Transcantábrico
Aunque más reciente que otros, España también cuenta con un servicio ferroviario de época y con todos los lujos y el encanto propios de un tren turístico. Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE) puso en marcha en 1983 este proyecto, siguiendo la referencia del Orient Express a través de la red de vías de ancho métrico del norte del país.
El primer viaje recorrió el trayecto entre León y las localidades de La Robla y Cistierna, en la propia provincia leonesa, con un convoy formado por cuatro coches-cama y otros tres coches-salón dotados de todo tipo de comodidades. Posteriormente se amplió el recorrido desde la capital leonesa hasta la ciudad gallega de Ferrol, pasando por Bilbao, que más tarde pasó a ser punto de origen. Desde 2003 se recuperó el plan de viaje original, que hoy recibe la denominación de Transcantábrico Clásico, y ya en 2009 se puso en marcha un segundo servicio entre San Sebastián y Santiago de Compostela, llamado Transcantábrico Gran Lujo.
Tren Tazara, en el África oriental
A lo largo de dos días, el Tren Tazara recorre los más de 1.800 kilómetros que separan Dar es-Salam, la ciudad más poblada de Tanzania, y New Kapiri Mposhi, en Zambia. Este servicio ferroviario, en marcha desde 1976, no es amigo de la velocidad y la inmediatez, pero ofrece al viajero la posibilidad de recrearse con la contemplación desde la ventanilla del paisaje y la fascinante fauna del África oriental, compuesta por jirafas o elefantes entre otras muchas especies. Combina además el transcurrir inicial junto a la costa, pegado al Océano Índico, con una internada posterior a través de la sabana.