Este 2023 s cumplen 75 años del asesinato del líder espiritual e impulsor de la independencia de la India a manos de un fanático nacionalista hindú.
TEXTO: JOSÉ MANUEL ANDRÉS
Mahatma Gandhi, el hombre que se convirtió en icono de la no violencia y consagró su existencia al impulso de un movimiento de independencia pacífico en la India, halló la muerte a manos de un nacionalista hindú radical hace 75 años. La defensa de la coexistencia entre los diferentes ritos religiosos del país, incluido el islam, fue el detonante del magnicidio que en 1948 acabó con la figura más relevante del entonces recientemente nacido Estado indio.
Nathuram Godse fue el ejecutor de un asesinato que conmocionó al mundo y cuyo ideólogo salió impune. Vinaiak Dámodar Savarkar, líder del partido Mahasabha, quedó libre sin cargos por falta de pruebas pese a tratarse del instigador intelectual del crimen. Gandhi, un firme opositor a la idea de partición por religiones tras la independencia que dio lugar a la división entre India y Pakistán, desató las iras del hinduísmo extremista con sus propuestas para un Estado secular en el que ningún credo se impusiera sobre el resto.
Aquella tarde de enero de 1948 Gandhi, un anciano de 78 años, se dirigía junto a varios familiares al lugar donde habitualmente oraba acompañado por centenares de seguidores. En los jardines de la casa Birla, en Nueva Delhi, Godse se acercó al líder espiritual y le saludó con el clásico namasté, juntando sus manos. Gandhi sonrió entonces a su interlocutor e incluso intercambió con él unas palabras antes de que el agresor sacase una pistola de su bolsillo y disparase a quemarropa en tres ocasiones, hiriendo a su objetivo en el pecho, la ingle y el estómago. El padre del movimiento por la no violencia falleció apenas media hora después, víctima de ella.
Godse, el autor material del magnicidio, fue retenido en ese mismo momento por el jardinero del lugar y posteriormente detenido por la policía antes de que la multitud se abalanzase sobre él para golpearlo. El 27 de mayo de 1948 comenzó un juicio en el que no opuso argumento alguno a los cargos presentados y reconoció abiertamente el asesinato. Presentó además una detallada exposición de sus argumentos para el crimen. Fue sentenciado a muerte el 8 de noviembre de 1949, en contra de la opinión de los hijos de Gandhi, que pedían la conmutación de la condena capital al considerar al asesino de su padre simplemente como un peón de una organización superior, la Rastriya Swayamsevak Sangh (RSS), un movimiento ultranacionalista indio.
Jawaharlal Nehru, entonces primer ministro de la India y compañero de Gandhi en el movimiento pacífico por la independencia del Imperio Británico, se negó a interceder en favor del indulto a Godse. El asesino y su colaborador, Narayan Apté, fueron ejecutados en la cárcel de Ambala al amanecer del 15 de noviembre de 1949. Concluía así el episodio que le costó la vida a uno de los más grandes iconos del siglo XX, la historia de un magnicidio cuyas raíces se hundían décadas atrás.
Un radical atormentado
Nathuram Godse fue un adolescente atormentado y los primeros años de su vida condicionaron un carácter que en parte explica el asesinato de Gandhi. Nacido en 1910 en el seno de una familia marcada por la muerte de sus tres hijos varones anteriores, fue educado como una niña siguiendo el consejo de un santero para proteger al pequeño de los «espíritus malignos» que habían maldecido el hogar. Este hecho marcó su difícil infancia y condicionó su visión negativa de las mujeres. En la adolescencia abandonó los estudios, trabajó como sastre y vendedor de fruta, y abrazó con fervor la causa del nacionalismo indio. Se unió a la RSS, base ideológica del Bharatiya Janata Party (BJP), partido hoy en el Gobierno de India cuyo líder es el primer ministro Narendra Modi.
Nathuram Godse, el asesino de Gandhi.
Aunque el hegemónico e influyente BJP repudió en líneas generales a Godse como asesino del considerado popularmente como Padre de la Nación, hoy la facción más derechista e integrista hindú reivindica su figura. Del auge del nacionalismo indio más extremista habla a las claras el hecho de que en nuestros días el asesino de Gandhi cuente con un templo en su recuerdo, un lugar peculiar situado a dos horas en coche desde Nueva Delhi y que ejerce como santuario. En el lugar, destino de peregrinación para algunos radicales, no faltan ni siquiera los bustos de cerámica de Godse, que para determinados sectores ideológicos con cierta presencia en el país ha pasado de ser una figura denostada a un adalid patriótico.
Resulta paradójico que 75 años después del crimen de Mahatma Gandhi, en determinados círculos hindúes se tilde de «traidor» al padre de la no violencia mientras se venera como un héroe al hombre que acabó con su vida ejerciéndola. En el crisol de identidades que es la India, el espíritu de respeto y convivencia pacífica entre credos que Gandhi promovió con su ejemplo cobra más vigencia que nunca.