El hidrógeno está considerado como el combustible del futuro y cada vez son más fabricantes los que trabajan en implementarlo en los vehículos.
TEXTO: JAVIER VARELA
La Comisión y el Parlamento Europeo, a falta del visto bueno del Consejo de Estado de la Unión Europea, han prohibido los coches gasolina y diésel, así como los de Gas Natural Comprimido (GNC) y Gas Licuado de Petróleo (GLP), a partir de 2035. Una decisión con la que se sigue poniendo trabas a la movilidad de los ciudadanos. Este escenario, y considerando que el coche eléctrico no acaba de cuajar entre los conductores, hace que los fabricantes de vehículos estén trabajando en alternativas, centrando el foco en los eléctricos y en los de pila de hidrógeno.
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el hidrógeno ofrece un potencial considerable como futura fuente de energía en relación con las actividades mundiales de transición energética. Gracias a su capacidad de almacenamiento y transporte, el hidrógeno puede utilizarse para una gran variedad de aplicaciones.
En Europa cada vez son más las gasolineras que permiten el repostaje de este tipo de vehículos con total facilidad y rapidez, pero en España es prácticamente imposible encontrar una gasolinera en la que se pueda repostar hidrógeno. Una de las ventajas de la utilización de vehículos de hidrógeno es que se trata de un compuesto muy seguro, el más ligero, no es contaminante y es uno de los elementos más comunes del universo.
Con las condiciones adecuadas, la tecnología de pilas de combustible de hidrógeno tiene el potencial de convertirse en un pilar más de la cartera de sistemas de propulsión para una movilidad local sin emisiones de CO2.
Cómo funcionan los coches de pila de hidrógeno
Una pila de combustible es un dispositivo electroquímico que transforma, de forma directa, la energía química de un combustible en electricidad de manera eficiente, silenciosa y fiable; también produce calor y agua. No funciona por combustión, sino por vía electroquímica, por lo que alcanza mayores eficiencias que los motores de combustión interna. Además, no tienen partes móviles, por lo que no generan ruido, ni vibraciones, y su mantenimiento es más sencillo. Además, no generan emisiones contaminantes, ni gases de efecto invernadero; sólo agua.
El funcionamiento de un coche de pila de combustible sería el proceso electroquímico que se produce al mezclar hidrógeno con oxígeno. Durante esa mezcla, se genera una electricidad que pasa a unas baterías y de las baterías al motor, con la única emisión de vapor de agua y nitrógeno.
El proceso comienza cuando el hidrógeno almacenado en el tanque abastece la pila de combustible. Posteriormente proporciona un influjo de aire al conjunto de celdas de combustible y la reacción del oxígeno del aire y el hidrógeno almacenado dentro de las celdas genera electricidad y agua. Esa electricidad generada abastece el motor y la batería y el agua sobrante se expulsa generando vapor de agua como única emisión.
De momento la producción es escasa por lo caro que es, aunque sus ventajas son muchas. Es un combustible muy limpio, ofrece una autonomía de más de 500 kilómetros y apenas se necesitan entre 3 y 5 minutos para repostar el hidrógeno, tiempo muy similar al de los coches diésel y gasolina. Además, los vehículos obtienen la etiqueta cero de la DGT al igual que los coches eléctricos o híbridos enchufables con más de 50 kilómetros de autonomía. El hidrógeno necesario para alimentar la pila de combustible se almacena en dos depósitos de 700 bares fabricados en plástico reforzado con fibra de carbono (CFRP). Juntos contienen casi seis kilogramos de hidrógeno, suficiente para ofrecer una autonomía de 504 km en el ciclo WLTP.
La falta de hidrogeneras
La tecnología de la pila de combustible de hidrógeno avanza con paso firme pero está lejos de que pueda llegar a implantarse hasta que los coches a hidrógeno puedan llegar a comercializarse. Uno de los grandes problemas es la falta de estaciones de repostaje de hidrógeno. En España hay seis: Madrid, Sevilla, Zaragoza, Huesca, Albacete y Puertollano. Por su parte, en Europa hay 228 hidrogeneras, de las que 101 están en Alemania. Francia sigue ocupando el segundo lugar en Europa con 41 estaciones operativas, seguida del Reino Unido con 19, Suiza con 12 y los Países Bajos con 11 estaciones. El objetivo del Gobierno español es acelerar la implantación, ya que se ha marcado construir una red superior a 100 hidrogeneras para 2030.