A pesar de que la situación sanitaria ha derivado en un 25% menos de desplazamientos interurbanos, la cifra de fallecidos en carretera en 2020 es de 870, que en datos relativos es peor que en el año anterior
TEXTO: JAVIER VARELA
El año de la pandemia se cierra en las carreteras españolas con 797 accidentes de tráfico mortales, en los que han fallecido 870 personas. Esta cifra supone un descenso del 21 por ciento de la siniestralidad respecto al año anterior, y es la más baja en la historia de España, pues desde los años sesenta no se bajaba de los 1.000 muertos en carretera. Sin embargo, estos datos son muy negativos, ya que son porcentualmente peores que las del año anterior. El Real Automóvil Club de España – RACE lamenta los malos datos de fallecidos y heridos graves, y apunta a algunas de las posibles causas.
El propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, detalló que no hay que hacer un «balance triunfalista de estos datos de siniestralidad», a pesar del descenso en términos absolutos. «La mayor reducción de la movilidad», destacó el ministro, tuvo lugar los fines de semanas. Pero, aun así, el titular de Interior reconoció que estos datos son «inaceptables para cualquier sociedad, pues son evitables». De hecho, en los meses de enero y febrero del año pasado -antes de que el virus se extendiera en nuestro país- la siniestralidad se había incrementado un 12 por ciento con respecto a los mismos meses del año anterior. Además, en el mes de abril, cuando se produjo el mayor pico de la pandemia y el confinamiento, fue cuando se produjo el menor número de fallecidos (59% menos que en 2019).
Ya en verano, a pesar del descenso de desplazamientos en un 10 por ciento, el número de fallecidos apenas se contuvo un 6%, por lo que el RACE realizó un llamamiento a todos los actores clave relacionados con la seguridad vial para devolver el foco a una problemática que, lejos de revertirse, agravó su situación en 2020. Sin embargo, dicho llamamiento no fue escuchado, ya que la pandemia monopolizaba el debate social y político, en el que la seguridad vial no obtuvo la repercusión necesaria en una situación que es un goteo constante de fallecidos.
Hay que recordar que los conductores europeos aportan al Estado, aproximadamente, el 70% de los ingresos generados por impuestos y tasas derivadas del transporte por carretera. Sin embargo, los gobiernos reinvierten en beneficio de este colectivo poco más de la mitad de lo que recaudan. Además, lejos de que esta inversión tenga esta finalidad, se han aprobado medidas para este año con las que se van a encarecer el uso del vehículo, con lo que se dificulta el acceso a coches más modernos y, por lo tanto, más seguros, como han lamentado los conductores en el último observatorio realizado por el RACE.
La responsabilidad de los conductores
Además, los datos indican que se han reducido un 34% el número de fallecidos en autopistas y autovías en 2020, mientras que un total de 670 de las personas que perdieron la vida lo hicieron en carreteras convencionales. Esto significa que alejar a los conductores de las vías más seguras y acercarlos a las carreteras secundarias, con medidas como el posible pago por el uso de las autovías, generaría situaciones muy peligrosas para miles de conductores.
Las personas que se ponen al volante y cometen infracciones también tienen buena parte de responsabilidad en la siniestralidad en las carreteras. Uno de los datos más preocupantes que deja el 2020 es la bajada en el uso del cinturón de seguridad entre los fallecidos en turismo y furgoneta. El 26 por ciento de los fallecidos no lo usaban (125 personas), frente al 22 en el año 2019. «Si se hubiera utilizado este medio de protección, las víctimas se habrían reducido a la mitad», recordó Grande-Maslaska. En el aspecto positivo, se han reducido en 97 los motoristas fallecidos en nuestras carreteras.