La climatología invernal obliga a los conductores a extremar las precauciones y a tener en cuenta varios factores para poder circular sin peligro.
Texto: LUCÍA V. ALONSO
Las primeras nevadas del año han provocado colapsos en las carreteras españolas en los que se vieron envueltos miles de conductores. La actuación de los agentes de tráfico, del ejército, de policías locales, y la colaboración de los Ayuntamientos próximos a las zonas bloqueadas fueron vitales para socorrer a los conductores.
El RACE activó en esos días su protocolo de emergencias ante climatología adversa, reforzando los operadores telefónicos y aumentando el número de vehículos de asistencia y rescate.
Desde el RACE, se pide que se haga un análisis urgente de los planes de vialidad invernal y aplicar las medidas que sean necesarias para que estas situaciones no vuelvan a suceder.
Cuando las condiciones climatológicas se complican, el estado de la carretera y del vehículo, provocan un cambio en la manera de conducir y obligan a extremar la precaución a la hora de llevar a cabo los desplazamientos. La climatología adversa, en forma de lluvia, niebla, hielo o nieve, siempre es un factor de riesgo para la conducción, provocando la pérdida de control del vehículo, patinazos en las frenadas y falta de adherencia.
Los conductores deben evitar los desplazamientos bajo estas condiciones siempre que se pueda, pero en caso de que sea necesario deben llevar cadenas, limitar la velocidad y evitar realizar movimientos bruscos así como aumentar la distancia de seguridad. Además de comprobar el estado del tráfico, las carreteras y la previsión del tiempo, hay que estar pendiente del estado del coche -todos los líquidos, así como los frenos, la dirección del vehículo, los limpiaparabrisas- la batería, la regulación de las luces, el sistema de climatización y los neumáticos.
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Y por supuesto es imprescindible siempre que circulamos con el vehículo, llevar los elementos necesarios en caso de avería como son el triángulo de emergencia, el chaleco reflectante, el gato, correas, herramientas y juegos de luces, así como fusibles de repuesto, una manta ante la posibilidad de quedarnos retenidos por la nieve e incluso una pequeña pala.
CONSEJOS PARA CONDUCIR EN INVIERNO
Lleve el depósito de combustible lleno. Evite viajar solo si es posible y lleve un teléfono móvil por si debe solicitar ayuda.
Se debe circular con cadenas, que deberán instalarse en las ruedas motrices, ya sean de tela o de eslabones metálicos. Desde el RACE recomendamos la alternativa de llevar neumáticos de invierno, sin duda la mejor opción.
Utilizar marchas cortas en pendientes, usando el freno lo menos posible, y marchas largas en zonas llanas.
La nieve puede ocultar agujeros o socavones en las carreteras, por lo que debemos tener especial cuidado.
Si por la vía han pasado antes otros vehículos, es mejor ir por las roderas que han dejado.
Aumentar la distancia de seguridad ya que en caso de lluvia, niebla, hielo o nieve existe más riesgo de sufrir un accidente por lo que debemos prever situaciones de peligro con el tiempo suficiente.
Si la nieve nos sorprende y nos obliga a detenernos, es recomendable permanecer en el interior del coche con la calefacción puesta y las ventanillas un poco abiertas para evitar posibles intoxicaciones.
Aumentar el número de paradas. La conducción en invierno produce mayor tensión y más fatiga, por lo que debemos parar con mayor frecuencia para hidratarnos e incluso estirar, especialmente en viajes largos.
Mucho cuidado al realizar adelantamientos, ya que el comportamiento de los conductores puede resultar más impredecible.
La temperatura en el interior debe rondar los 21 grados. Una mayor temperatura empañará los cristales y puede provocar somnolencia al volante. Se debe conducir con ropa cómoda y que no impida al cinturón de seguridad funcionar correctamente.
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