Las nuevas Apple Vision Pro tienen una estética altamente cuidada, un diseño impecable y un precio apto solo para unos cuantos bolsillos.
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
Tras varios dimes y diretes en forma de rumores no confirmados ni desmentidos, Apple presentaba por fin su apuesta por la realidad mixta con la presentación de sus gafas en la Conferencia Mundial de Desarrolladores.
Como buen producto de la compañía de la manzana, su estética está altamente cuidada, su diseño es impecable… y su precio algo apto solo para unos cuantos bolsillos. O, más bien para todas aquellas personas dispuestas a gastarse 3.499 dólares en las Apple Vision Pro (dado que no estarán disponibles hasta el año que viene, aún estamos a tiempo de hacer un ahorro mensual para ser los primeros en tener un dispositivo tan “pionero”).
Unas gafas ¿como otras cualquiera?
Vistas desde fuera, Vision Pro parecen unas gafas de esquí, aunque su corazón esté a rebosar de tecnología (como sensores que permiten al usuario controlar pantallas virtuales con los ojos, las manos y la voz, y una cámara 3D).
Según la información facilitada por Apple, este producto permite al usuario ver un lienzo infinito que transforma la manera de utilizar las aplicaciones: se pueden organizar cómo queramos y darles el tamaño deseado. Además, este “escritorio” de trabajo se mimetiza a la perfección con el mundo que nos rodea, alejándonos de ese concepto de aislamiento que otras propuestas tienen. A esto también ayuda el hecho de que la pantalla exterior permita ver los ojos de quien lleve puestas las gafas, lo que permite al resto de personas saber cuándo se están usando aplicaciones o cuando estamos totalmente inmerso.
Con las gafas puestas, podemos navegar por Internet, crea una lista de tareas, chatear y movernos entre aplicaciones con un solo vistazo. Además, suponen la primera cámara 3D de Apple, lo que permite capturar y ver tanto fotos como vídeos y añadirles Audio Espacial envolvente.
Eso sí, su batería solo permite que se puedan usar dos horas al día sin estar conectadas a la red pero, al contrario de lo que ocurre con otros dispositivos de la compañía, no va conectado con un Mac o iPhone. Es un ordenador “independiente” que se controla con ojos, manos y voz, gracias los numerosos sensores. Además, antes de usarlas por primera vez, hay que hacer un escaneo de la cara, para hacer un “molde” de la misma y que el casco se adapte a cada rostro. Para seleccionar algo, basta con juntar las yemas de los dedos sobre ese “objeto”, esa es la manera de hacer clic. El casco también lleva micrófonos para interactuar por medio de la voz.
Primeras dudas
Una de las principales dudas que dejan las primeras demostraciones de Apple es si la compañía será capaz de triunfar y hacer que la adopción de sus gafas sea masiva, algo que ni Google, ni Meta, ni Microsoft han logrado en sus intentos. Brian X. Chen, analista de The New York Times’, lo tiene claro. Las gafas son una proeza tecnológica, pero no para utilizar con otras personas todos los días. Según sus palabras, las gafas de Apple son de altísima calidad… pero no aportan nada realmente nuevo.
Sin duda, uno de los principales problemas para que este nuevo dispositivo sea el revulsivo que el metaverso necesita es su alto precio, lo que hace que el “coste de entrada” sea muy alto y, por tanto, no accesible a todos los públicos.
Mientras, en el mercado se pueden encontrar otras gafas de realidad virtual más baratas (a partir de los 500 dólares), lo que sigue siendo un precio bastante alto. Eso sí, las generaciones más jóvenes muestran bastante interés en el metaverso (hasta un 79% de la generación Z).
Sin embargo, y esto no es exclusivo de Apple, hay que tener en cuenta que no existe un metaverso único, sino que cada empresa está construyendo el suyo y por ahora no existe una manera de conectarlos. Esto es, a día de hoy, uno de los principales hándicaps para que esta tecnología logre popularizarse. Aunque los expertos insisten en que estamos en los primeros albores de esta tercera versión de Internet (en la que también conviven conceptos como blockchain), lo cierto es que la realidad virtual no es un medio fácil con el que interactuar. Los cascos/gafas son caros, no son cómodos de llevar durante mucho tiempo y, aunque se sigue avanzando mucho, ciertas personas experimentan sensación de mareo al introducirse en estos mundos paralelos. Y aunque la realidad aumentada es más accesible, incluso con un móvil, no es tan inmersiva como los metaversos.
Pasado, presente y futuro del metaverso
Uno de los intentos más notables para desarrollar el metaverso fue Second Life, lanzado en 2003. Era un mundo virtual poblado por avatares que podían interaccionar unos con otros. Nunca tuvo verdadero éxito, en parte porque las tecnologías de realidad virtual y aumentada aún no estaban muy extendidas.
En los últimos años el concepto de metaverso vuelve a estar en auge, gracias al aumento de la popularidad de la realidad virtual y la realidad aumentada (sobre todo debido a la pandemia), así como de la tecnología blockchain. Compañías de blockchain, como Sandbox y Decentraland utilizan esta tecnología para crear metaverso.
Blockchain es esencial para tener activos digitales de manera segura en el metaverso (NFT, cryptomonedas, tierras virtuales, avatares…). También permite un control descentralizado del metaverso, de tal manera que no exista una entidad o autoridad que pueda manipular o censurar datos o transacciones en este mundo virtual. Se espera que la tendencia a usar blockchain en el metaverso vaya cada vez a más.
En 2020 y 2021 varias empresas estaban trabajando en el desarrollo de metaversos, entre ellas Meta, Microsoft o Roblox. La última tendencia del metaverso es la integración con AI y GPT para crear experiencias más inmersivas e interactivas.