Desde hace muchos años los Gobiernos han intentado controlar los periódicos, las revistas, el arte, la música, las películas y la radio, pero ahora tendrían en Internet su principal campo de batalla.
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
Si Joseph Goebbels centró sus esfuerzos en los periódicos, revistas, libros, reuniones públicas y mítines, el arte, la música, las películas y la radio, ahora tendría en Internet su principal campo de batalla.
Las guerras y los estados dictatoriales no se circunscriben solo a los aspectos más físicos y terrenales, sino que son cada vez más tecnológicos. Por eso muchas de las decisiones que se toman tienen que ver con Internet y todo lo que esta red permite, como el control de la información que circula (libremente o no) y la propaganda.
Restringir el acceso, primer paso
En China, por ejemplo, el acceso a los medios de comunicación, plataformas y servicios que vemos en Occidente está restringido. De hecho, los ciudadanos de este país asiático suelen tener sus propias redes sociales, que son más fácilmente controlables que las empresas norteamericanas. Alibaba Group es el gran imperio en Internet de China, comparable al poderío de Amazon (tanto en venta como en servicios en Internet, con Amazon Web Services). WeChat es la aplicación para chatear, jugar e incluso comprar tickets de tren.
Mientras, en otros países como Rusia sus ciudadanos sí han tenido, al menos hasta antes de la invasión de Ucrania, más libertad para acceder a sitios como Facebook o Twitter.
Porque coincidiendo con el endurecimiento de las sanciones a Rusia, el gobierno de este país decidía bloquear Facebook alegando que esta red social iba a imponer restricciones a los medios de comunicación controlados por Rusia. De hecho, algunos de ellos ya no son visibles desde países como España por el veto impuesto por la Unión Europea a los medios de ese país, como respuesta al ataque de Rusia contra Ucrania.
Siguiente paso: crear una nueva Internet
Una vez que algunos medios e informaciones son restringidas y controladas, el siguiente paso es poder controlar Internet entero. ¿Cómo hacerlo? Creando una red propia.
Precisamente la agencia de noticias rusas RT (cuyas noticias no son visibles desde España) informaba hace ya varios años de que el presidente ruso, Vladimir Putin, había aprobado un plan para crear una Internet independiente que estaría operativa el 1 de agosto de 2018. Esta internet paralela a la que utilizamos todos los usuarios sería de uso exclusivo por las naciones BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y los protegería de «posibles influencias externas», según declaraba el secretario de prensa del Kremlin, Dmitry Peskov, a RT. En estas declaraciones, el representante del gobierno ruso argumentaba que «todos sabemos quién es el principal administrador de Internet global» (el organismo conocido como ICANN) y que por eso «tenemos que pensar en cómo garantizar nuestra seguridad nacional».
Cabe señalar que el principal administrador de Internet, la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), está sujeto a las leyes estatales de California (Estados Unidos), por lo que desde Rusia se dejaba caer que una decisión de dicho organismo podría dejarles fuera del Internet que conocemos hoy en día.
En este punto, hay que recordar que los protocolos que permiten Internet son abiertos, precisamente para garantizar que cualquiera pueda acceder a esta red. Pero eso también permite crear nuevas redes que no estén tan interconectadas como el resto. Es decir, que se pueden crear estas otras «internet» alternativas que no estén tan interconectadas y sean tan abiertas como a la que accedemos normalmente.
Evidentemente, cuanto más grande y potente se quiera hacer esta red alternativa, más recursos se necesitan: servidores, almacenamiento, bases de datos, routers, medidas de seguridad…
El ejemplo de China e Irán
Rusia no es el único país que están inmersa en el desarrollo de una Internet paralela y propia. China también tiene su propio proyecto, una fragmentación potencial que se ha llamado «splinternet». Al igual que el desarrollo ruso, en esta Internet china solo se puede acceder por invitación del propio estado.
El gobierno del país asiático no pretende mejorar el Internet existente, sino crear una arquitectura digital completamente diferente, con su propio gobierno ideológico y valores, e incompatible con la nuestra.
Uno de los países «pioneros» a la hora de desarrollar políticas y estrategias en este sentido fue Irán, quien ya en 2010 anunció sus planes para que estuvieran operativos en 2015. Posteriormente, en 2016, el gobierno aseguraba querer crear una intranet doméstica aislada que pueda usarse para promover el contenido islámico y aumentar la conciencia digital entre el público. Sin embargo, la idea que subyace es reemplazar el Internet tal y como se le conoce, en el que los funcionarios tenían que buscar y limitar las partes de Internet existente tienen acceso las personas a través de filtros (un esfuerzo que el propio gobierno describió como «ineficiente»).
Grandes perdedores
En ese intento por crear una Internet paralela, los gobiernos que la tienen también restringen el acceso a las compañías globales y deciden impulsar sus propios medios y plataformas, con el fin de controlar aún más toda esta información que pueda circular. De hecho, también en 2018, el gobierno ruso intento prohibir la aplicación de mensajería Telegram. Pero no solo no tuvieron la capacidad técnica para lograrla, sino que se descubrió que incluso los servicios de seguridad rusos la usaban con frecuencia.
Evidentemente, los más de 146 millones de habitantes que tiene Rusia hace que siga siendo uno de los mercados más importantes para muchas compañías, por lo que impedir que cualquier compañía pueda hacer negocio en el país puede suponer una pérdida de dinero. Sin embargo, el principal daño sigue siendo para los ciudadanos del país, que ven sus opciones de acceso a información libre y no controlada impedida. Incluso de tener libertad de expresión, uno de los principales valores de Internet tal y como fue diseñado y lo conocemos a este lado del muro.