Los fabricantes se ven obligados a retrasar la producción y suspender líneas de producción por falta de componentes y la recuperación no llegará hasta finales de 2022.
TEXTO: PATXI FERNÁNDEZ
Tras los momentos más duros de la pandemia, que provocaron el cierre total de concesionarios y fábricas de automoción, la recuperación del sector se ha tropezado con un nuevo problema: la falta de componentes y microchips.
Su escasez ha sido la principal razón de la caída en la fabricación y venta, que se prolonga ya desde finales de 2020, y está golpeando de especial manera a la producción de vehículos, tanto a escala nacional como europea.
Los centros de producción se están viendo obligados a retrasar la fabricación y a efectuar medidas especiales como la suspensión temporal de las líneas de producción hasta que la falta de semiconductores se vea resuelta. Las previsiones indican, sin embargo, que el ritmo de fabricación de estos componentes no se ajustará a la demanda del sector de automoción hasta el primer semestre de 2022.
Según reconoce José López-Tafall, director general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones ANFAC “el sector se enfrenta a un fuerte condicionante externo, la escasez de microchips, que está reduciendo de manera considerable la producción de vehículos durante este primer semestre. La previsión apunta a una lenta recuperación del ritmo de producción hasta 2022”.
La ‘crisis de los michochips’ se debe a factores como el incremento de la demanda de materias primas por la recuperación de los mercados tras el parón provocado por el Covid-19, una mayor tendencia por parte de las empresas al exceso de estocaje, para evitar roturas de stock y evitar penalizaciones, y por la reactivación de la demanda interna de Estados Unidos y China, lo que ha provocado un menor flujo de materiales hacia Europa. Además, el gobierno chino estableció restricciones a la exportación para favorecer el suministro interno.
Otro de los grandes factores de la falta de suministros en la industria europea tiene su origen en Texas, en la primera mitad de 2021, cuando unas inundaciones que afectaron a fábricas de NXP, Infineon y Samsung, así como el incendio de una planta de Renesas en Japón agravaron la disrupción en el suministro de semiconductores, causada inicialmente por el cierre total de la economía por el coronavirus.
Ahora, con esos problemas resueltos en gran medida, las dificultades se han trasladado de la producción de obleas (que sirven de base a los semiconductores) hacia su transformación en circuitos integrados. Un proceso que se realiza sobre todo en el sudeste asiático, una región particularmente golpeada en estos momentos por el Covid. De hecho, varios fabricantes coinciden en señalar que la falta de suministros se debe en gran medida a los problemas de sus proveedores malasios.
Según un informe de la consultora IHS Markit, en la recta final de año se prevé cierta estabilización, lo que dejaría la producción mundial en 80,78 millones de unidades, un 8,3% más que en 2020, aunque lejos del nivel de 2019. La recuperación no llegaría hasta el segundo semestre de 2022. Un horizonte que también manejan las productoras de semiconductores como Intel, Infineon o Nvidia.
De media, un coche necesita 1.400 chips, y un eléctrico, todavía más. El desabastecimiento de ciertos componentes, como es el caso de semiconductores, microchips y componentes electrónicos, es un problema real y grave que está afectando a toda la cadena de valor del sector. Afecta directamente a las empresas que fabrican componentes electrónicos para el automóvil (cada vez más presentes en los vehículos) e indirectamente a todos los proveedores en caso de producirse paros en las cadenas de montaje de vehículos por rotura de stock de alguno de los componentes del mismo.
Según la Asociación Española de Proveedores de Automoción (SERNAUTO), la actual escasez de chips semiconductores pone de manifiesto las vulnerabilidades de la cadena de suministro, pero también ofrece nuevas oportunidades para una política que aproveche el liderazgo mundial del sector del automóvil de la UE para estimular el crecimiento en sectores adyacentes, como la industria de los semiconductores. La industria del automóvil es responsable del 37% de la demanda de semiconductores europeos, “lo que pone de manifiesto la importancia de nuestro sector para cumplir el objetivo de la UE de fabricar hasta el 20% de todos los semiconductores de vanguardia para 2030”, aseguran desde esta organización.
Según SERNAUTO, al problema de la falta de microchips hay que sumar el incremento del precio de gran cantidad de materias primas como metales férreos y no férreos, materiales poliméricos, productos químicos, entre otras muchas. En el caso del acero, se ha multiplicado hasta por cinco su precio desde 2021. La subida de precio del petróleo también ha supuesto un encarecimiento de todos los materiales plásticos, así como de los costes energético y logísticos. Los fletes marítimos han multiplicado por 5 su coste, y a veces se subastan, por escasez de contenedores.
Una situación que ha hecho que los fabricantes se vean obligados a retrasar la producción y suspender líneas de producción.