La inteligencia artificial está cada vez más presente en estos dispositivos y los convierte cada día en mucho más accesibles para los usuarios.
TEXTO: ARANTXA HERRANZ
Hace no mucho, cuando se hablaba de inteligencia artificial, nos venía a la cabeza la imagen de robots, máquinas super potentes capaces de hacer las mismas funciones que los humanos pero a una velocidad mucho más rápida y eficiente. Sin embargo, ahora pensamos más en aquellos productos que son capaces de ayudarnos en nuestro día a día: desde los asistentes de voz y altavoces inteligentes hasta, cómo no, los teléfonos móviles. Tanto que la inteligencia artificial está casi más presente en estos dispositivos que son mucho más accesibles para nosotros.
De hecho, quien más y quien menos, todos los fabricantes de teléfonos inteligentes anuncian modelos que incorporan la Inteligencia Artificial en sus dispositivos. Apple, Google, Huawei, Asus… Algunos apuestan por la integración en los procesadores (como es el caso de los procesadores como el Kirin 970 de Huawei y el A11 Bionic de Apple que contiene un chip dedicado para manejar los cálculos de IA localmente). Otros apuestan por la integración en el software. O en la cámara. Por eso, los teléfonos inteligentes son capaces de distinguir entre un gato y un perro al hacer una fotografía, optimizar la configuración del software automáticamente para hacer la mejor toma en función del objeto a retratar, o aumentar la seguridad y la duración de la batería, y acelerar las tareas del día a día.
En cualquier caso, para poder integrar la Inteligencia Artificial en este tipo de dispositivos hay que ser capaz de superar un gran obstáculo: el requisito de potencia necesaria para que estas funcionalidades trabajen. Al igual que el cerebro humano requiere grandes cantidades de energía para funcionar, también lo hace el software y el hardware que buscan recrear nuestra inteligencia en estos aparatos. Sin embargo, los desarrolladores continúan avanzando en las áreas de miniaturización y reduciendo los requisitos de energía, hasta el punto de que los últimos terminales que están llegando al mercado ofrecen esta prestación de inteligencia artificial sin mermar (en exceso) la duración de la batería.
El objetivo es mejorar aún más la experiencia del usuario y que nuestro terminal sea cada vez más imprescindible, de manera que nos ayuden a tomar decisiones sobre la marcha o, incluso, que las lleguen a tomar por nosotros. De hecho, el futuro de los teléfonos inteligentes gira en torno a terminologías como aprendizaje automático, inteligencia artificial y realidad aumentada.
Aprendiendo, que es gerundio
Así, podemos diferenciar dos vertientes de la Inteligencia Artificial relacionada con los teléfonos móviles: el aprendizaje automático y el aprendizaje profundo. El primero de ellos hace referencia a la capacidad de las máquinas de aprender y mejorar a partir de datos, sin estar programado explícitamente para hacerlo. Mientras, el aprendizaje profundo es un subconjunto del aprendizaje automático que pretende emular el funcionamiento del cerebro humano. Es, por tanto, algo mucho más avanzado y en el que aparecen conceptos como redes neuronales para aprender y decidir los parámetros óptimos.
Sin apenas darnos cuenta, ya estamos utilizando la inteligencia artificial y el aprendizaje automático en nuestros terminales: desde los mapas hasta los asistentes virtuales (como Siri o Google Assistant), en el correo electrónico, aplicaciones para guardar y editar las fotos y en los anuncios específicos que vemos en los sitios web.
Al añadir Inteligencia Artificial en los móviles, estos ejecutan mejor las aplicaciones y su rendimiento, de manera que son capaces de entender para qué usamos el dispositivo en cada momento, cuáles van a ser nuestras necesidades a lo largo del día y, en función de todo ello, reducir el consumo de energía y procesamiento de determinadas aplicaciones para potenciarlas cuando realmente lo necesitemos. Todos estos cálculos, además, se realizan en el propio terminal. La consultora Gartner asegura que casi el 80% de los teléfonos inteligentes que se venderán en 2020 tendrán capacidades de inteligencia artificial en el propio dispositivo, lo que, en su opinión, ofrecerá una mejor administración de energía y protección de datos en comparación con las soluciones basadas en la nube.
Según Gartner, la inteligencia artificial en el dispositivo hará que las implementaciones de reconocimiento facial sean más seguras, ayudará a los asistentes virtuales como Siri a procesar los datos más rápidamente y los hará más competentes para entender el lenguaje natural, aumentará el rendimiento de la batería y del dispositivo y mejorará la difusión de la realidad aumentada. La firma también cree que los dispositivos podrán usar datos personales para asistencia individualizada y censura de contenido.