España está llena de micropueblos con pocos habitantes que tras sus calles y monumentos encierran rincones recónditos aunque bellísimos en los que retroceder en la historia.
TEXTO: JAVIER VARELA
El turismo rural está de moda y visitar pueblos con encanto es una de las aficiones que más se llevan a cabo durante los fines de semana. Escapadas a rincones recónditos aunque bellísimos de nuestra geografía ya sean en enclaves de interior o entre montañas. Muchos de estos pueblos cuentan con poblaciones reducidas casi al máximo e incluso algunas no llegan ni al centenar de habitantes.
Son pequeños grandes pueblos por descubrir en los que parece que el tiempo se ha detenido para regalarnos una estampa única. Pueblos y aldeas diminutas y pintorescas en las que disfrutar del arte, de la naturaleza y de sus gentes… aunque cada vez sean menos.
Lanuza
Los Pirineos, casas de piedra y pizarra, un entorno maravilloso y a la orilla de un pantano. Así es Lanuza, un precioso pueblo situado en el corazón del valle de Tena, en la orilla izquierda del pantano al que da nombre y que cuenta con 38 habitantes. Precisamente su construcción en 1976 hizo que dos años después el pueblo quedara deshabitado. En los años 90, sus antiguos ciudadanos se empeñaron en recuperar las casas de piedra y pizarra que no habían sido sumergidas, como seña de identidad de un pueblo al que el paso del tiempo le ha hecho ser cada día más bello.
De marcado estilo montañés, su existencia aparece documentada desde el siglo XIII y en 1488 ya contaba con 20 hogares. Su nombre deriva del término celta latinizado landa o lana, que significa ‘ladera’, debido a su ubicación. Entre sus joyas arquitectónicas cuenta con la iglesia del Salvador, construida en el siglo XIX sobre un templo románico anterior incendiado en la Guerra de la Independencia y del que aún se conserva un crismón en la portada.
Además, puede presumir todos los veranos de ser la sede del prestigioso Festival Internacional de las Culturas ‘Pirineos Sur’, en el que desde 1004 artistas de renombre de los cinco continentes actúan en el magnífico escenario instalado sobre las aguas del pantano.
Peñalba de Santiago
Que uno de los paisajes más bellos de cuantos existen en Castilla y León tenga tan sólo 14 habitantes dice mucho de este lugar. Declarado Bien de Interés Cultural desde 2008 con categoría de Conjunto Etnológico, presume desde 2016 de formar parte de la red de Los Pueblos Más Bonitos de España. El camino hacia el pueblo ya te permite hacerte una idea de la belleza del lugar. Un valle virgen dominado por frondosos bosques de roble, ríos y cascadas naturales, en el que el silencio y la tranquilidad parecen haberse hecho fuertes.
Su nombre se lo debe a la peña en la que está anclado y para acceder hay que recorrer todo el valle que en su tiempo también se llamó la senda de los monjes. En el siglo VII se construyó un pequeño oratorio gracias a San Fructuoso, aunque posteriormente se amplió el edificio por orden de San Valerio y que fue restaurado en el 895 por San Genadio, presbítero. En su autobiografía conservada en un documento llamado Testamento (919), cita que «fundé algo más apartado y en recuerdo de Santiago, un tercer monasterio llamado Pennalba», en alusión a la construcción religiosa en este pequeño pueblo. Genadio se retiró a Peñalba, donde fue enterrado en el contra-ábside occidental de la iglesia de Santiago, de puro estilo mozárabe y declarada Monumento Nacional en junio de 1931.
El conjunto urbano es un ejemplo de la arquitectura rural de El Bierzo vigilado por los altos de los farallones, con las cumbres de la Silla de la Yegua, el Pico Tuerto y la Aguiana.
Piornedo
Cuando uno se adentra en las calles de Pionerdo tiene la sensación de estar en un poblado celta. Mucha culpa de ello la tienen las pallozas, unas viviendas de origen celta con planta oval, circular o elíptica y cuyos muros son de piedra sin ventanas ni huecos exceptuando la puerta. En el interior, hecho de mampostería, los tabiques de madera son los encargados de sustentar el techo de paja de centeno, brezo o piorno. No cuentan con chimeneas, ya que el humo traspasa la paja, y ayudan a la conservación de la construcción. En el interior contaba con una especie de cocina, un horno yy un dormitorio y en la planta inferior estaba el lugar reservado apra los animales, para así aprovechar el calor desprendido por ellos.
Al lado de estas construcciones populares es usual encontrar el hórreo típico de la zona. Algunas de estas edificaciones conservan su aspecto original y son auténticos museos que pueden ser visitados como la palloza-museo Casa do Sesto, habitada hasta 1970.
Esta aldea prerromana es la más típica de Os Ancares, considerada Conjunto Histórico-Artístico, y con 39 habitantes. Está situada a 1.300 metros de altitud, muy cerca del límite con León y del viejo puerto que comunicaba Galicia con Castilla y se atraviesa el valle del Ortigal, pasando por Vilarello y Donís. En la entrada de Piornedo hay una fuente construida gracias a la aportación popular y en la que se puede leer la inscripción: «Hizose en 1787. Viva Piornedo».
Beget
Lo primero que un visitante piensa cuando se dispone a pasar alguno de sus dos puentes medievales es que allí el tiempo se ha detenido desde épocas inmemoriales. Construcciones de piedra, callejuelas estrechas, plazas centenarias y varios monumentos románicos lo convierten en un de los pueblos más pintorescos y turísticos de la Cataluña montañosa. El núcleo de Beget, que cuenta con apenas 30 habitantes, está formado por tres sectores o barrios, separados por dos arroyos y conectados por los dos citados puentes.
Beget es uno de los pueblos más bonitos de la zona y como tal está incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña. Un pueblo muy pequeño y de acceso complicado, aunque muy recomendable. Está situado entre la Alta Garrotxa (provincia de Girona) y los primeros desniveles de los Pirineos, y entre todos sus edificios -además de los puentes de acceso- destacan la iglesia románica de San Cristóbal, la Majestad del retablo del altar mayor, la Torre del Reloj y sus fuentes.
El pueblo tuvo municipio propio hasta el año 1969, en que fue agregado al término municipal de Camprodón (Ripollés) y en verano muchos visitantes disfrutan de las conocidas como pozas de Beget, tres grandes balsas situadas en las afueras del pueblo en el arroyo de Salarsa.
Anento
Sus 106 habitantes presumen de vivir en uno de los pueblos más bonitos de España. Buena fe de ello da su interesante urbanismo en cuesta con estrechas callejas y abundancia de replacetas, así como algunas casas con portadas de arco apuntado, correspondientes al siglo XV, así como el Castillo y la Iglesia de San Blas. El primero fue fundado por la Comunidad de Daroca, una entidad jurídico-política fundada en el siglo XII por el conde de Barcelona, que comprendía diez villas y la ciudad de Daroca. Actualmente queda en pie la muralla principal con dos torres gemelas, además de los restos de otras y en el siglo XIV sirvió de resistencia contra los soldados castellanos de Pedro el Cruel.
La iglesia de San Blas es una construcción románica del siglo XIII, a la que más tarde se le añadiría el pórtico y entrada gótica en el siglo XIV. Además, la torre de piedra adosada a la iglesia parece ser obra del siglo XV. En el interior hay tres retablos góticos, destacando el gran retablo mayor realizado por el Maestro Blasco de Grañén en fechas cercanas a 1420. El coro está cubierto de yesería mudéjar así como el púlpito, de finales del siglo XV. Además tras el retablo se esconde un conjunto de frescos tardorrománicos o protogóticos fechados en el siglo XIV, encontrados en sus paredes hacia 1989.
Cabe destacar el Aguallueve, un paraje natural de especial belleza y que está formado por la filtración de las gotas de agua a través de las rocas creando un espectacular relieve con paredes de piedra y musgo, y pequeñas rutas escondidas en su interior. La presencia de algún asentamiento celtíbero en el valle lo demuestra la existencia de varias hileras de un torreón celtíbero construido en los años 200 a.C. y conocido como El Torreón de San Cristóbal.
Bagergue
Baguergue es un pueblo único por varias razones, pero principalmente por ser, desde 2019, el único pueblo catalán que pertenece a la Asociación Los pueblos más bonitos de España. Sus poco más de 100 vecinos disfrutan del municipio más alto del Valle de Arán, a 1419 m de altitud, y junto al río Unyola, afluente por el margen derecho del río Garona. A su alrededor, solo encontraremos montaña y un precioso paisaje natural en el que destacan los colores verdes de los prados y el blanco de la nieve. En la cabecera del río Unyola se encuentran los lagos de Liat (Estanh Long de Liat), Montoliu y Mauberme (Estanhets de Maubèrme).
Entre sus edificios destaca la iglesia parroquial de Sant Fèlix, del siglo XIII, aunque modificada en el siglo XVI quedándose con el aspecto con el que nos la encontramos a día de hoy. La modificación, además de añadirle dos capillas, una sacristía y un campanario, hizo que su ábside semicircular primitivo fuera sustituido por un presbiterio de forma cuadrada. En su interior encontramos un Cristo gótico y una estela funeraria prerrománica. Es una de las joyas arquitectónicas más destacadas de la localidad junto a la pequeña y coqueta ermita de Santa Margarita de Bagergue, a un kilómetro hacia el norte del pueblo, siguiendo el río.
En el Calle Mayor se encuentra el museo de Eth Corrau, en el que se exponen más de 2.000 objetos artesanales que muestran parte de la tradición y la historia del valle. Como curiosidad, Bagergue destaca por ser un pueblo totalmente diferente dependiendo de la estación del año que sea. Además, cuenta con el mismo número de horas de sol tanto en verano como en invierno.