Coge tu cámara y tus botas de montaña y échate a andar por el Hayedo de Otzarreta, el Cañón del río Vero, el Río Borosa, el Bosque de Irati, el Cubo de La Galga y la Garganta Verde.
TEXTO: JAVIER VARELA
Pasear por la calle, disfrutar de unas tapas en una terraza, visitar un parque, bañarse en la playa, sentarse en una terraza… El coronavirus ha hecho que cambiemos muchos de nuestros hábitos. Pero hay algo que podemos seguir haciendo sin miedo a masificaciones y respirando aire puro. Aunque el otoño y la primavera son las mejores épocas del año para hacer rutas, el verano también permite disfrutar y descubrir la magia de la naturaleza en España. Coge tu cámara y tus botas de montaña y échate a andar por alguno de estos senderos que te dejarán con la boca abierta.
Hayedo de Otzarreta, Vizcaya
Pasear por el escenario de un cuento de hadas es posible en el Hayedo de Otzarreta, donde un centenar de hayas son las protagonistas absolutas. Situado en el Parque Natural Gorbea, en la frontera con tierras alavesas, es un pequeño lugar en el que los sentidos se convierten en fundamentales. La peculiar formación que recrean las centenarias hayas y el serpenteante cauce del rio que lo atraviesa (Zubizabala), convierten el Hayedo de Otzarreta en un espacio natural que nos deja absortos. Además del espectáculo visual que regalan los hayedos, el murmullo del agua y el canto de los pájaros se une a esta fiesta de la naturaleza. Un conjunto kárstico de gran interés geológico, que mantiene viva la pasión de por el senderismo y la naturaleza. Si eres de los valinetes es recomendable ampliar la ruta ascendiendo hasta el humedal de Saldropo y las campas de Arimekorta con su impresionante fresno y tejos centenarios.
Cañón del río Vero, Huesca
El Cañón del Río Vero es uno de los más espectaculares del Parque Natural de la Sierra de Guara y destaca por su escasa dificultad, por la variedad y diversión que ofrece el recorrido y por sus espectaculares vistas. El descenso, de unos 6 kilómetros, se comparte con grandes acantilados y cuevas donde anidan las grandes aves rapaces del Parque. Junto al cauce del río se convive con pequeños huertos, molinos, ermitas y pinturas rupestres. En su recorrido atraviesa la garganta de Lecina, la Cueva Palomera, tramos como los Oscuros, en los que el curso es casi subterráneo por causa del caos más ciclópeo de todo el Parque de Guara, los impresionantes acantilados de varias de sus gargantas en las que disfrutar de cuevas, canales y pozas de aguas transparentes. Además, la ruta permite descubrir en algunos lugares húmedos la grasilla, una planta carnívora aparentemente inofensiva pero repleta de insectos cuando te acercas.
Río Borosa, Jaén
Se trata de uno de los enclaves más hermosos de la sierra de Cazorla entre cascadas y charcas remontando suavemente el río Borosa, uno de los principales afluentes del Guadalquivir, hasta introducirse en la Cerrada de Elías, un estrecho pasaje de roca por el que se transita sobre pasarelas sobre el río entre saltos, escarpes de roca y pozas. Como medida preventiva para evitar el contagio de la Covid-19, el sentido en La Cerrada de Elías será sólo de subida, debiendo realizarse la vuelta por una pista forestal. Perteneciente al grupo de las ‘Rutas del Agua’ caminaremos junto a verdes pinares, cristalinas aguas y espectaculares formaciones geológicas hasta llegar a la Central Hidroeléctrica del Salto de los Órganos. Allí la senda asciende fuertemente por la pared y en tramos por túneles hasta alcanzar las lagunas de Aguas Negras y Valdeazores. La presencia de una planta carnívora, una lagartija endémica y de multitud de aves terminan de ser los ingredientes perfectos de una ruta para disfrutar en familia.
Cubo de La Galga, La Palma
Este bosque de laurisilva, situado en el noreste de la isla, en el municipio de Puntallana, ofrece uno de los mejores ejemplares de dicha vegetación. Sus límites se ven recorridos por un sendero circular de baja dificultad que tiene unos 11 kilómetros y una duración aproximada de cuatro horas. Árboles gigantescos, helechos exuberantes gracias a la humedad envolviendo el pasaje de aire tropical y vuelos fugaces de las palomas canarias son compañeros del sendero. Se trata de un recorrido circular que se puede hacer durante cualquier época del año salvo cuando hay abundantes lluvias. Si te gusta la fotografía no puedes perderte el Mirador de San Bartolo, en las proximidades de ermita de San Bartolomé, donde el barranco de la Galga da escalofríos. Existe una variante más corta que consiste en dejar el coche en el túnel de La Galga (donde se encuentra un Punto de Información Ambiental), entrar a pie en el Cubo de la Galga y volver a salir por donde mismo.
Garganta Verde, Cádiz
La Garganta verde está considerada como uno de los paisajes más emblemáticos de la Sierra de Cádiz. El sendero que discurre por este cañón, resultado del proceso erosivo que durante milenios ha ejercido el Arroyo Bocaleones, nos permite sumergirnos en un paisaje que mezcla excepcionales cortados, con una exuberante vegetación mediterránea. Acoge una de las colonias de buitres leonados más numerosa de Europa así como a otras aves como chovas, grajillas y vencejos reales. Se trata de un profundo descenso entre rocas sobre las que arraigan árboles y matorrales y que lleva a la umbría garganta junto a la cueva de la Ermita, entre paredones verticales. Hasta el 14 de octubre, debido al elevado riesgo de incendio forestal, el recorrido desde el primer mirador hasta el final de sendero permanecerá cerrado. Para hacer esta ruta hay que pedir autorización previa en el Centro de visitantes del Parque Natural Sierra de Grazalema, en la localidad de El Bosque.
Bosque de Irati, Navarra
La Selva de Irati es el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa, después de la Selva Negra de Alemania. Una inmensa mancha verde de unas 17.000 hectáreas que se mantiene en estado casi virgen. Se encuentra situada en el Pirineo oriental navarro, en una cuenca rodeada por montañas como Ori y Abodi, en la cabecera de los pirenaicos valles de Aezkoa y Salazar. Un tesoro natural con gran valor ecológico en el que tupidos hayedos, pastizales, abetos y frescas aguas que pintan un paisaje de colores vivos que se transforma con cada nueva estación. El encuentro con la naturaleza, el rumor salvaje del agua entre hayas y abetos, el frescor del río Irati o del embalse de Irabia, el sonido huidizo de los animales y el olor a los frutos del bosque. Hay dos accesos, uno por su costado occidental desde Orbaizeta y otro por el oriental desde Ochagavía, donde se encuentra además el Centro de Interpretación.