El Hotel La Torre de Visco, perteneciente a la prestigiosa asociación Relais & Chateaux, ofrece tranquilidad, historia, un paisaje excepcional y un trato exquisito
TEXTO: JAVIER VARELA
Lejos del mundanal ruido, La Torre del Visco -construida en 1449 probablemente por los Caballeros Templarios de la Orden de Calatrava- ha pasado de ser testigo de muchas escaramuzas entre los reinos de Aragón, Cataluña y Valencia a convertirse en vigía de un remanso de tranquilidad delimitada por el río Tastavins y el macizo montañoso de los Puertos de Beceite, en el Maestrazgo turolense. Piers Dutton y su viuda Jemma Markham decidieron convertir esta masía del siglo XV de más de 80 hectáreas en un hotel en el que reflejaron sus pasiones por España, como son la comida, el vino, la agricultura, la jardinería, el arte y, sobre todo, la hospitalidad. Un escenario idílico de extensos olivos y bosques de pino en la localidad de Fuentespalda, en la privilegiada comarca turolense del Matarraña, muy próxima a Tarragona, Barcelona, Valencia y Zaragoza.
Perteneciente a la prestigiosa asociación de Relais & Châteaux, este oasis se convierte en el mejor hilo conductor para conectar con la naturaleza, cuidarse y disfrutar de los mayores placeres gastronómicos. Además de jardines extensos y románticos con más de 50 variedades de rosas, la finca que rodea a la torre cuenta con un huerto ecológico donde se cultivan las aceitunas, almendras y productos de temporada que el chef incorpora a sus creaciones para presentar una cocina sana, de temporada y sostenible.
El jardín delantero abre paso a la torre, su zaguán de piedra y a los seductores espacios interiores donde sumergirse en una novela prestada de la gran biblioteca del hotel junto al fuego de las tres chimeneas, jugar al ajedrez o tocar el piano degustando uno de los deliciosos vinos locales de la bodega propia. De noche, las estrellas brillan como en pocos sitios y si el cielo lo permite ofrece un espectáculo para los sentidos. De puertas afuera, los huéspedes podrán pasear por la propiedad, con el sonido de la naturaleza de banda sonora, con la posibilidad de encontrar un rincón en uno de los olorosos jardines y con el aliciente de hacerlo donde corretean libres, zorros, jabalíes, cabras hispánicas y jinetas. Los más activos podrán disfrutar en los innumerables senderos a pie, a caballo o en bicicleta que ofrece la región. Además, el hotel siempre está vivo con actividades diversas como una cata de aceites elaborados en la finca o un curso de horticultura que ayuda a comprender la inspiración botánica del alojamiento y la visita de los pintorescos pueblos medievales de la región ofrece la posibilidad de participar en la vida cultural y las tradiciones de la vida aragonesa, cuyo calendario está lleno de fiestas vibrantes.
El hotel dispone de 16 acogedoras habitaciones con carácter diferente, pero con el nexo de unión que ofrece el toque de la dueña: diferentes, recogidas, cultas y campechanas y con un alto nivel de confort y atención a los detalles. De hecho, cada una está amueblada con piezas únicas y ‘tesoros’ encontrados en los viajes de Piers y Jemma como cuadros originales de arte contemporáneo, preciosas alfombras, litografías de Klimt, un armario Arts & Crafts, una mesa Beidermeier y telas exclusivas de Designers Guild.
La Torre del Visco, donde la vida transcurre sin prisas y al ritmo de las estaciones como hace siglos, tiene su corazón en la cocina, donde los huéspedes son bienvenidos en cualquier momento del día para ver cómo trabajan los chefs y compartir recetas y trucos culinarios. Disfrutar del desayuno en la mesa de la cocina es uno de los placeres de este alojamiento en el que el pan, los bizcochos, los postres, los helados, los caldos, la pasta, los patés y los pescados ahumados convierten en una fiesta diaria de aromas, sabores y texturas la estancia en el hotel. Además cuenta con una bodega medieval propia que tiene su propia leyenda con símbolos tallados en la piedra que alejan los malos espíritus de los caldos entre los que destacan una excelente carta de vinos, así como una interesante selección de ginebras Premium, whiskies de malta y armagnacs.
La antigua cuadra, construida en dos niveles, se ha convertido en un restaurante elegante e íntimo, con una logia sensacional y capacidad para 55 personas. La cálida iluminación y la suave luz de las velas resaltan el brillo de la plata y el cristal, y las flores frescas en cada mesa. El restaurante El Visco se rige bajo la premisa de Hipócrates “que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento” y en él se puede disfrutar de los manjares del Matarranya como son sus tradicionales embutidos y jamones, sus quesos, la caza, las setas silvestres, las trufas y sus excelentes vinos. Esto sumado a la proximidad del Mediterráneo permite ofrecer excelentes pescados y mariscos.