El Hotel de Hospes Palacio de Arenales & Spa permite un reencuentro con la naturaleza gracias a sus jardines infinitos, sus olivos centenarios y coronado por sus 81 nidos de cigüeñas.
TEXTO: JAVIER VARELA
Dormir en un palacio del siglo XVII con todo lo que se necesita en el siglo XXI es posible. El Hotel de Hospes Palacio de Arenales & Spa es una antigua residencia veraniega de la familia Golfín situada a solo 3 km del centro histórico de Cáceres, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y se ha convertido en un refugio rural de nuevas experiencias en el que se propone un reencuentro con la naturaleza partiendo desde sus jardines infinitos, con multitud de olivos centenarios y coronado por sus 81 nidos de cigüeñas. Naturaleza en todo su esplendor.
Este Palacio de verano de los Golfines, una familia de la nobleza española estrechamente vinculada a los Reyes Católicos, es famoso por alojar a Pedro Cayetano Golfín y Colón, el salvador de la ciudad durante la invasión francesa en 1810. Dispone 46 habitaciones que presentan una decoración moderna frente a la arquitectura tradicional del complejo y en las que los huéspedes se sienten como en casa. Desde la habitación más sencilla, Dreamer’s, pasando por la Deluxe y hasta llegar a las suites, todas ellas son idóneas para disfrutar de la estancia en pareja, en familia o por un viaje de negocios.
Además, supone un punto estratégico para visitar dos ciudades históricas como Cáceres y Mérida, que cuentan con un magnífico patrimonio histórico con diversos lugares de interés. El hotel está a 5,9 km de Gran Teatro de Cáceres y a 7,5 km de Museo de Historia y Cultura Casa Pedrilla, pero en Cáceres hay mucho más por descubrir como la Plaza de Toros, la Casa de la Cigüeña o la Plaza Mayor, el Palacio de las Veletas, la Concatedral de Santa María o el Mercado Medieval de las Tres Culturas, que se celebra en noviembre. Un poco más lejos, pero a tiro de piedra (75 kilómetros), se encuentra Mérida, conjunto histórico que en los meses de julio y agosto ofrece el Festival de Teatro, una cita con los clásicos en el teatro romano con más de 2.000 años de historia y con capacidad para 6.000 personas. Además, el hotel está a 15 minutos en coche del club de golf de Norba y a 7 km de la reserva natural de los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes.
Pero alojarse en este hotel permite actividades de cualquier perfil gracias a la infinidad de rincones que tiene para visitar, actividades para realizar y momentos para compartir. Rutas de senderismo y bicicleta, paseos a caballo, vuelos en parapente o en globo, barranquismo, actividades acuáticas, pesca deportiva y golf. Además, Extremadura ofrece más de 1.500 kilómetros de agua dulce para practicar vela, piragüismo o pesca deportiva. Todo un abanico de posibilidades en torno al turismo activo.
Si la alternativa del viajero es la relajación y el cuidado de su cuerpo y su mente, el hotel cuenta con el Spa Bodyna – Natural Care, un espacio dedicado al bienestar y a la revitalización del cuerpo en el que cuentan con un completo circuito hidrotermal, totalmente equipado, compuesto por una piscina dinámica con cascada, duchas bitérmicas, jacuzzi, sauna, hammam, pediluvio y revitalizante baño de hielo, finalizando en la “zona de relax”, con una amplia variedad de tés e infusiones. Y si desea continuar con su ejercicio diario, Spa Bodyna le ofrece una sala de fitness con máquinas de nueva generación, así como tratamientos especiales, de manos y pies, faciales, exfoliaciones corporales y masajes Energía de la tierra.
Y si por algo se caracteriza Extremadura es por su gastronomía para paladares exigentes. En la cocina extremeña destacan sus platos pastoriles, caperos y conventuales, así como los embutidos elaborados con pimentón de la Vera y ajo y especialidades de caza servidas con diversas hortalizas. El hotel incluye toda esta gastronomía en la carta del Restaurante Las Corchuelas, donde se fusiona la cocina tradicional con la cocina de autor, y donde saborear platos típicos como el arroz cremoso con trufas y torta del Casar, gazpacho cacereño, migas extremeñas, bacalao en salazón, rosquillas de alfajores… Una experiencia, de día y de noche, difícil de perderse y de olvidar.