Kinedomus es una casa en movimiento en la que descubrir la meseta castellana y zambullirse entre chorros de agua y cascadas.
TEXTO: JAVIER VARELA
En campos de Castilla, camino Soria, encontramos un alojamiento en el que nada queda al azar y en el que su propuesta de descanso activo se basa en la idea de mezclar el kine (movimiento) greigo y el domus (casa) latino. Con esa idea el empresario Samuel Brogueras creó y gestiona este hotel en Aranda de Duero. Kinedomus es un hotel con encanto perfecto para descansar, relajarse y dejar la mente en blanco. Una casa del movimiento en el que descubrir la meseta castellana en caminatas, practicar deportes al aire libre y, después, zambullirse a placer en la piscina climatizada del pequeño balneario, entre chorros de agua y cascadas.
En plena Ribera de Duero, donde el vino es protagonista por excepción, se nos presenta un caserón de nueva planta que bien podría parecernos de cartón piedra pero que deslumbra según descubres una piscina minimalista con agua azul transparente. En su interior, aparecen varias habitaciones (con capacidad para 16 personas) en las que no se deja nada a la improvisación y que traslada al huésped a la época victoriana. Habitaciones con muebles clásicos, camas amplias con semidosel, bañera vista junto a la cama y una escribanía de volutas, una bañera a la vista junto a la cama y unas impresionantes vistas la ribera del Duero. Una estancia perfecta para dejarse arrullar en la noche por el sonido del río, único ruido que escucharas durante tu estancia en este hotel.
El bienestar que se respira en Kinedomus se percibe desde que se accede al vestíbulo, donde el olor a flores te embriaga y te invita a permanecer en la pequeña biblioteca el tiempo suficiente para degustar uno de sus libros o conectarse a uno de los ordenadores para recordar que sigue habiendo vida fuera de esas cuatro paredes. Allí cerca, una sala permite ofrecer unos desayunos castellanos, modestos pero sabrosos y que te dan la energía suficiente para arrancar la jornada.
Pero la joya de la corona de este hotel se encuentra en su spa-balneario donde realizar un circuito en sus instalaciones (pediluvio, piscina de hidroterapia con jets, cascadas, fuente de hielo, sauna…) o regalarse un fabuloso y reconstituyente masaje (a base de vinoterapia, de aromas frutales, de chocolaterapia, drenaje linfático, de piedras calientes, relajante, deportivo de alto rendimiento…). Todos ellos de la mano de Marta, fisioterapeuta profesional y mujer del propietario. Su gimnasio, en el que poder realizar clases colectivas, no tiene nada que envidiar al de grandes hoteles y su terraza, junto a la piscina exterior, permite al huésped disfrutar del curso tranquilo del río y de su alameda.
Y si te gusta el enoturismo, podrás visitar las bodegas de Aranda del Duero y disfrutar de un recorrido bajo tierra de 7 kilómetros dedicados al producto más célebre de la comarca. Y, como no puede ser menos, disfrutar de un asado que han dado merecida fama culinaria a Aranda de Duero regado por un buen vino de la tierra.