La más grande, la más poblada, la más alta… en la isla canaria de Tenerife todo es a lo grande. Su oferta turística empieza con dos lugares declarados Patrimonio de la Humanidad -la ciudad vieja de San Cristóbal de la Laguna y el Parque Nacional del Teide-, y termina en el último rincón de esta isla que esconde detrás de cada curva una buena dosis de cultura, de gastronomía y de la más fascinante naturaleza volcánica.
Texto y Fotos: JOSÉ MARÍA DE PABLO
Igual que ocurre en el resto de islas de la Macaronesia, como bautizaron los navegantes griegos a los “afortunados” archipiélagos del Atlántico oriental, en cada curva de la accidentada geografía tinerfeña nos esperan paisajes diferentes y microclimas únicos. En esta peculiaridad algo tiene que ver el omnipresente Teide, el volcán que con sus 3718 metros de altitud, en el mismo centro de la isla.
A excepción de la autopista que rodea gran parte de la línea de costa uniendo la capital, Santa Cruz de Tenerife, con los principales puntos turístico y los dos aeropuerto, el resto de carreteras de la isla merecen ser conducidas con mimo.
Es el caso de las de la Punta de Anaga, el extremo nororiental en donde montañas y barrancos ofrecen un espectáculo natural único que empieza, si conducimos desde Santa Cruz de Tenerife en la célebre Playa de las Teresitas, una de las mejores y más bonitas de Canarias, encajada entre el mar y la montaña. Las mejores vistas de la playa se obtienen desde el mirador de la carretera TF-121 que, bordeando el acantilado, conduce a Igueste de San Andrés, donde se suele ver a valientes surfers y bodyboarders buscando olas en el Atlántico más salvaje.
Gracias a su aislamiento y a la cantidad de atractivos naturales que preserva, esta punta de la isla goza está declarada Parque Rural y es donde mejor y en más cantidad se conservan los bosques de laurisilva, que cubren con sus helechos y musgos las partes más altas. Según se va descendiendo por la carretera TF-134 en dirección a Benijo se descubre uno de los escenarios más fascinantes y desconocidos de la isla, resultado de la erupción del macizo de Anaga hace miles de años y la consiguiente creación de roques y diques volcánicos a la misma orilla del mar.
Si el acceso a Anaga se hace desde La Laguna, es recomendable parar en la Cruz del Carmen, donde junto a un mirador, se ha habilitado un centro de interpretación del parque en el que ofrecen información sobre los senderos que se pueden recorrer sin miedo a perderse por este bosque húmedo, un escenario cinematográfico que no es otra cosa que un resto vivo de la era anterior a las glaciaciones.
San Cristóbal de La Laguna es la segunda ciudad más grande de Tenerife, verdadera capital cultural de la isla, al ser sede de su célebre universidad, cuyos orígenes hay que ir a buscarlos a 1701. El casco histórico de La Laguna tiene su origen en el siglo XV y es una joya de la arquitectura y urbanismo colonial cuyo estilo fue el que se siguió para construir posteriormente las nuevas ciudades de América como La Habana, o Cartagena de Indias. Iglesias, conventos y palacios comparten espacio en la zona con bares de tapas, boutiques y tabernas siempre animadas.
La pluviosidad y temperaturas de la cara norte de la isla hacen de esta zona la ideal para el cultivo de la vid en terrazas y la elaboración de buenos vinos. La producción no es grande, así que la suele quedarse en el archipiélago para su propio consumo. Visitar Bodegas Monje, en El Sauzal, una de las 48 bodegas de la Denominación de Origen Tacoronte Acentejo ofrece la posibilidad de ahondar en las virtudes del fértil suelo volcánico y de las variedades prefiloxéricas como Listán Negro, Listán Blanco, Negramoll, Tintilla, Vijariego negra o marmajuelo.
Ya en el Valle de la Orotava hay que visitar Puerto de la Cruz, lugar emblemáticos en los primeros pasos de la a industria turística española, allá por el siglo XIX.
Puerto de la Cruz tiene un casco histórico lleno de plazas y casas típicas, pero el más llamativo de sus atractivos es el Lago Martiánez, un conjunto monumental de jardines y piscinas diseñadas por el artista lanzaroteño César Manrique en 1971 sobre uno de los primeros “charcos”, piscinas naturales construidas en la abrupta costa tinerfeña, que se construyeron en la isla.
El municipio de La Orotava, situado sobre Puerto de la Cruz, cuenta con un casco histórico de gran valor, escenario de las célebres fiestas del Corpus, cuando sus plazas y calles principales se cubren de espectaculares alfombras de flores y tierra volcánica.
Dejando atrás esta comarca muy frecuentada por turistas, conducimos hacia el oeste, en dirección a Garachico, un tranquilo y monumental pueblo ubicado en uno de los parajes más hermosos de Tenerife. Rodeado de plataneras y montañas, sus “charcos” integrados en la línea de costa invitan a darse un baño siempre que el Atlántico no tenga un día revuelto.
Garachico es la puerta de entrada al Parque Rural de Punta de Teno, que incluye lugares a visitar en la costa y en la montaña. Desde Buenavista del Norte sale un camino oficialmente no transitable y no apto para gente con vértigo que acaba en la playa de Punta de Teno, una cala de pescadores a la sombra de un hermoso faro pintado a franjas rojas y blancas. El parque natural incluye la carretera de montaña que asciende hacia el interior en dirección al barranco de Masca, una aldea encajada entre riscos, en medio de una exótica rambla por la que descienden las aguas de lluvia hasta una cala en la cara suroeste de la isla, muy cerca de los acantilados de Los Gigantes, un muro vertical de roca basáltica que alcanza hasta 600 metros de altura. Para admirarlos con justicia, lo mejor es darse un paseo por el Puerto de Santiago al atardecer, cuando el sol resalta el tono rojizo de estos colosos de roca.
El Teide
La silueta puntiaguda del Teide, siempre que las nubes respeten al monte más alto de España con sus 3.718 metros, está presente desde casi cualquier lugar en el que nos encontremos. Declarado Parque Nacional, Patrimonio de la Humanidad y reserva de la Biosfera, el monte sagrado de los guanches ofrece todas las facilidades técnicas para llegar muy cerca de su cima, reservada solo a montañeros con permiso expreso de la dirección del Parque Nacional.
El teleférico construido entre 1965 y 1971 empieza en las Cañadas del Teide, al borde de la carretera TF-21 que las atraviesa. Las cabinas ascienden desde la falda del Teide, a una cota de 2.356 metros sobre el nivel del mar, hasta La Rambleta, una estación a 3.555 metros. Como es lógico las vistas son increíbles, especialmente a primera y última hora el día, cuando es posible ver la sombra del Teide proyectada en la atmósfera.
No menos interesante es descubrir el territorio que rodea la cumbre, las Cañadas del Teide, en donde se descubren fenómenos geológicos y formas pétreas de misteriosa belleza. Este universo deshabitado ha ido formándose a lo largo de los siglos a fuerza de erupciones, la última dentro del Parque Nacional fue en 1798.
Conducir por las cañadas del Teide antes de que amanezca es una de las mejores experiencias que como conductor se pueden hacer en la vida. El sol empieza a iluminar tenuemente el cielo limpio de Tenerife y cada segundo todo va cambiando, ofreciendo un espectáculo de colores inédito en el resto de España.
GUÍA DE VIAJE
COMO IR
Iberia Express ofrece 37 frecuencias semanales desde Madrid a Tenerife. Desde 34 euros por trayecto, siempre que se compre ida y vuelta. Durante el periodo de Navidad, Iberia Express ofrecerá conexiones entre Asturias y Tenerife Norte, así como la ruta Vigo-Tenerife Sur.
IBS opera esta temporada de invierno un total de 37 frecuencias semanales. Adicionalmente, durante el periodo de Navidad, Iberia Express ofrecerá conexiones entre Asturias y Tenerife Norte, así como la ruta Vigo-Tenerife Sur. Respecto a los precios, se pueden encontrar billetes
DÓNDE DORMIR
Gran Melia Palacio de Isora. Un resort de lujo en Alcalá, cerca de Los Gigantes, en una zona no muy saturada. Ofrece alta gastronomía, zonas de ‘only adults’ y el exclusivo servicio RedLevel, que incluye un mayordomo que no permitirá que te falte de nada. Desde 180 €.
Hotel Rural El Patio. Mansión típicamente canaria en Garachico, encajada entre plataneras y el Océano Atlántico. Habitaciones de decoración rústico-chic; jardines, patios, piscina, pista de tenis y un huerto de plantas medicinales. Desde 90 €.
Hotel Nivaria. En pleno casco histórico de La Laguna, este hotel con encanto ocupa un edificio histórico totalmente renovado. Desde 110 €.
DÓNDE COMER
Bodegón Tocuyo. Viejo bodegón en el corazón histórico de La Laguna. El local está lleno de gente local que pide “vino con vino”, un combinado invento de la casa, que marida perfectamente con la carta de raciones y tapas tradicionales.
La Hierbita. Restaurante de raciones a la antigua usanza, camareros y clientes de toda la vida. Un imprescindible en el casco histórico de Santa Cruza de Tenerife.
Restaurante Guaydil. Platos creativos y mucho arte en las paredes es el menú que ofrece este ya veterano restaurante en el casco histórico de La Laguna.
Bodegón Patamero. Restaurante gourmet en una remota aldea de interior cerca de Teno Alto. Camino Lomo Olivera, 24, Buenavista del Norte. Mejor reservar los fines de semana en el tel. 922 12 78 27
MÁS INFORMACIÓN
Oficina de turismo de Tenerife www.webtenerife.com.