El recorrido turístico por el Valle del Loira forma parte de uno de los viajes culturales más instructivos -¡y atractivos!- que pueda realizarse.
TEXTO Y FOTOS: PEDRO GRIFOL
Durante la llamada Guerra de los 100 Años, el conflicto bélico que enfrentó a los reinos de Francia e Inglaterra entre los siglos XIV y XV, los reyes de Francia, para estar más alejados de París, decidieron instalar su corte en el centro del país a lo largo del cauce del río Loira. En aquel frondoso territorio atravesado por el Loira y sus afluentes, se construyeron tantos castillos que compuso la mayor concentración de fortalezas históricas de la Vieja Europa. Hoy en día, el recorrido turístico por el Valle del Loira forma parte de uno de los viajes culturales más instructivos -¡y atractivos!- que pueda realizarse en vacaciones.
La zona tiene tanto que ofrecer que es imposible abarcar este gran espacio en un solo viaje. Así que proponemos una ruta en coche de 4 o 5 días en la que hemos seleccionado algunos de los castillos más sobresalientes para ver y conocer algunas de sus curiosidades. Probablemente, en parte, los reyes también eligieron esta región por la excelencia de sus productos gastronómicos… ¡que siguen siendo igual de excelentes!
Megalomanía real
El viaje dará comienzo en el aeropuerto de París, donde alquilaremos el coche. Para empezar, pondremos el GPS rumbo a la ciudad de Orléans (120 km.). Parada y fonda en la ciudad… y poco más, ya que nuestro objetivo es conocer los castillos del Valle del Loira ¡y hay mucho qué ver!
Empezamos la visita a lo grande, porque el primer castillo que visitaremos -que se encuentra a 60 km. de Orléans- es Chambord. Es el más grande y majestuoso de los châteaux del valle, fruto de la colaboración entre los mejores arquitectos franceses e italianos de la época e hito de la arquitectura renacentista. Mandado construir por Francisco I en 1519, posteriormente se instalaron, con toda su corte, Enrique II y Luis XIV… llegando a ser dominio privado, en 1821, del último descendiente de los Borbones, el conde de Chambord. Un siglo después fue comprado por el Estado francés. Destaca en su interior la famosa escalera de doble hélice, supuestamente diseñada por Leonardo da Vinci, que asciende hasta la azotea de la torre principal. Más que un castillo desde el que se gobernaba fue una residencia de caza. En la sala de los cazadores podemos ver un ciervo disecado que luce una gran cruz de madera en la cabeza. La leyenda cuenta que un noble llamado Huberto se encontraba cazando en un Viernes Santo y un venado le miró fijamente dejando ver, entre la cornamenta, un gran crucifijo resaltado por luminosos rayos. Seguidamente, se escuchó una voz: «Huberto, si no llevas una vida santa, irás al infierno». No sabemos dónde está Huberto en la actualidad… pero Huberto llegó a obispo y a santo; y ahora es el patrón de los cazadores.
El Château Royal de Blois, a 17 km., será la segunda visita. El castillo agrupa alrededor de un mismo patio cuatro estilos arquitectónicos: gótico medieval, gótico flamígero, renacentista y clásico. Las cuatro fachadas cobran vida por la noche mediante proyecciones en las que vemos desfilar -en un espectáculo a 360º de luz y sonido- las más extravagantes intrigas cortesanas… con asesinatos incluidos.
Cruzamos el Loira, y a 20 km. nos espera la visita en la que necesitaremos emplear más tiempo, ya que se trata del Festival Internacional de Jardines, un evento que se celebra anualmente en el Dominio de Chaumont-sur-Loire. Habitualmente los visitantes adquieren entradas para dos días, ya que su triple identidad (patrimonial, artística y jardinística), además de convertirlo en uno de los lugares más atractivos para visitar en tiempo de vacaciones, es de los lugares que cada año ofrece más novedades. No es una feria de arte, pero sí representa una muestra de lo más florido del arte contemporáneo actual, ya que se exhibe obra de reconocidos artistas plásticos en varios recintos interiores del propio château.
Pero, sobre todo, sumergirse en la magia creativa de los diseñadores de jardines constituye el plato fuerte del evento, y que solo podemos ver aquí, in situ… solo durante este año (hasta el 7 de noviembre). El tema de la edición 2021 gira en torno al biomimetismo, es decir: poner a la naturaleza en el centro de los proyectos humanos. El mensaje es que todo está en la naturaleza, auténtica fuente de inspiración. Todo un universo plasmado a través de proyectos ajardinados que nos conducirán a cuestionarnos el futuro del planeta y nos producirá una intensa emoción visual.
De nuevo al volante… y a otros 16 km. está el Château d’Amboise, que está totalmente integrado en pleno casco urbano y protegido por una inexpugnable muralla. Fue uno de los lugares favoritos de los Borbones en Francia. En una pequeña capilla románica del siglo XI, situada en los jardines del recinto amurallado, reposan los restos de Leonardo da Vinci.
Terminamos el recorrido con la visita al castillo de Chenonceau -a15 km.-. Construido sobre un elegante puente con arcos en el río Cher (afluente del Loira). El propio castillo y sus grandes jardines son, en gran parte, la obra de varias mujeres -Katherine Briçonnet, Diana de Poitiers, Catalina de Médici, Luisa de Lorena…-, de ahí que se le conozca como ‘Le Château des Dames’. El recorrido por sus estancias resulta muy interesante porque aparte de ver gabinetes aterciopelados, suntuosos aposentos y salones coloridos, podemos ver las espléndidas cocinas, con decenas de relucientes pucheros y cacerolas de cobre, con los ganchos para colgar la caza y los tajos para descuartizarla. Peculiar hilo conductor de la visita es la ornamentación floral de sus habitaciones (cocina incluida). Asombroso.
También posee una bodega del siglo XVI, donde sus sucesivos dueños han elaborado, cada uno en su momento, prestigiosos caldos. En la actualidad, podemos apuntarnos a una degustación exclusiva de sus cuvées, una experiencia a tener muy en cuenta.
Un aperitivo muy francés
A tres kilómetros de Chenonceau, a pie de carretera, hacemos parada para visitar la última destilería artesanal de la región. Se trata de la Distillerie Girardot, donde Herri-Pierre Girardot, continúa elaborando crèmes, aguardientes y licores que empezara su abuelo en 1900. En una cueva excavada en la roca, marco excepcional donde se encuentra la sala de degustación, el autor de este artículo tuvo el honor de preparar (para su canal de coctelería Grifol’s Bar YouTube) el clásico cóctel francés preparado con champán y crème de grosellas negras que se llama Kir; que en este caso fue un Kir Royal: Verter en una copa flauta 10 ml. de Crème de Cassis y completar con 90 ml. de Sauvignon Blanc-Extra Brut, un excelente pétillant de la bodega de los cultivadores de burbujas finas Escher & Thomas.
De regreso a casa, lo más operativo es conducir los aproximadamente 300 kilómetros que nos separan de París por autopista, haciendo parada -y quizá noche- en Vierzon. Y recuerda que el límite de velocidad en las autopistas de Francia es de 130 km/h.
En resumidas cuentas: un viaje inolvidable por la arquitectura refinada, un verdadero placer para la vista; por las historias con intrigas palaciegas, porque la cultura enriquece; y por el savoir faire galo respecto a vinos y productos gourmet, una experiencia para el paladar ¡Salud!
Recuerda que siempre es recomendable contratar un seguro de viaje, y puedes hacerlo a través de este enlace.
GUÍA PRÁCTICA
DÓNDE DORMIR
Hay una buena selección de hoteles con encanto, pero recomendamos alojarse en La Maison du Carroir. Está en la ciudad de Blois y se trata de una antigua mansión situada en el centro de la ciudad, reformada con gusto exquisito. Sus habitaciones son amplias y luminosas y están decoradas con detalles nostálgicos. Es un lujo no a precio de lujo (120 €. La doble). Un hotel encanto para el recuerdo. Reserva sin pensarlo porque solo tiene 4 habitaciones.
DÓNDE COMER
Restaurante Chez Bruno.
Estamos en una región francesa donde, si bien algunos de los llamados ‘restaurantes gastro’ no están operativos por motivos del Covid, encontraremos multitud de bistrós donde la comida es excelente, abundante y a buen precio. Recomendamos no salirse mucho de los clásicos productos de la zona porque tienen algunas joyas gastronómicas que no debes perderte (y además -si repites menú- puedes hacer comparaciones). Algunas de ellas son: Como entrante el indiscutible manjar llamado foie gras, que puede presentarse marinado con vainilla, con vinagre de fruta de la pasión, con mermelada de mirto, o con algún chutney picante. De segundo: el agneau (cordero) asado con mantequilla (estamos en Francia) y con legumbres confitadas, con patatas fritas, o con patatas gratinadas con queso de cabra ¡exclusivo!… O ¿por qué no?: Un magret de pato (otro clásico). Y para postre: cualquiera de las modalidades de crème brûlée (flan), que puede ser con chocolate negro, con helado de menta, con café, con mermelada de cereza…Y no te olvides de probar los profiteroles.
Si te alojas en Blois, no dejes de ir a cenar a Les Banquetes Rouges, su lema: “restaurant de passion” le hace justicia.
En Amboise, el Restaurante Chez Bruno, frente al castillo, te sorprenderá por su carta de vinos, tienen su propia bodega. Bueno y barato, y bueno también para experimentar nuevos caldos franceses.
MÁS INFORMACIÓN
Web oficial del Valle del Loira.
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