Si buscas un destino africano en el que las sonrisas sean auténticas, las playas limpias y seguras y la naturaleza siga casi en su estado original, entonces piensa en Gambia. La auténtica aventura de viajar aún es posible en este pequeño país de África Occidental.
TEXTO Y FOTOS: JOSÉ MARÍA DE PABLO
Gambia es un país tan pequeño como Navarra. Su forma alargada y rodeada por Senegal coincide con el curso bajo del río que le da nombre, el Gambia, uno de los colosos fluviales africanos, que nace a más de 1.000 km de distancia en tierras de Guinea.
La propia existencia de Gambia como país empezó a fraguarse hace cientos de años en los barcos esclavistas europeos que encontraron en este río navegable un buen lugar para atracar y llevarse todo ser humano se tropezara en su camino con destino a las colonias americanas.
Mientras que Francia controlaba el puerto esclavista de Dakar y todo lo que hoy es Senegal, Inglaterra compraba a Portugal los derechos para “comerciar” por el río. Esta es la razón por la que senegaleses y gambianos hablan las mismas lenguas nativas y comparten tradiciones pero usan como lengua franca el francés y el inglés, respectivamente.
Antes de adentrarnos por el interior de Gambia, es obligado el paso por su costa, conocida como el Caribe africano o la “Smiling Coast of Africa”, la Costa sonriente de África. Cualquiera de los dos sobrenombres es válido. El primero porque el litoral suma casi 80 km de playas, en su gran mayoría aptas para el baño y asistidas por una red de hoteles y resorts de todo tipo y estilo. Y el segundo porque si hay algo que caracteriza a los gambianos es su simpatía con los visitantes, algo que no es tan frecuente en otros países de la región.
El germen de Gambia como destino de playa para los meses de la estación más fresca, de noviembre a mayo, se encuentra junto a la Senegambia Highway, la avenida de la ciudad de Serekunda que une todos los hoteles y locales de restauración y ocio que han nacido a la sombra de los resorts construidos a pie de playa.
Mucho más interesante que la oferta de ocio que ofrecen los hoteles, el momento con mayúsculas en esta costa es gratuito y tiene lugar cada tarde, cuando las playas se llenan de familias y jóvenes de los pueblos que aprovecha la bajada de temperaturas para improvisar un partido de fútbol, correr, practicar la lucha senegalesa, pasear a caballo o darse un chapuzón en el Atlántico. Esta rutina diaria no tiene nada de excepcional para ellos, pero en estos tiempos tecnológicos que corren sí empieza a ser raro ver algo tan auténtico y simple como es el día a día en este continente.
Otra experiencia tan real como divertida la ofrece la emprendedora Ida Cham Njai, una experta en hostelería formada en Londres que ha trasladado su experiencia y conocimiento hasta su misma casa en Brufut, donde ofrece cursos de cocina tradicional gambiana. La vivencia con Ida empieza en su ropero, donde los visitantes encuentran la ropa idóneas para convertirse en un gambiano cualquiera. Con esa guisa los comensales de Ida se camuflan en el trepidante mercado de Tanji, un pueblo de pescadores situado unos km más al sur, donde Ida compra los ingredientes necesarios para preparar un benachin, un guiso de arroz, verdura, pollo o pescado y muchas especias que se prepara en fechas especiales.
El sur, playas y atardeceres
Tanji es uno de los lugares más interesantes de la costa sur de Gambia, no sólo por su mercado donde podemos descubrir nuevas variedades de frutas, verduras y tubérculos, también por su museo etnográfico y, principalmente ser uno de los puntos de descarga de los barcos pesqueros que llegan hasta la misma playa. La tarde es también aquí la hora mágica. Antes de que caiga el sol cientos de personas bajan a la playa y participan de alguna manera en este duro trabajo que nos regala una escena a medio camino entre la épica y el drama protagonizada por hombres, mujeres, niños, peces y aves.
Continuando en dirección sur encontraremos Paradise Beach, una playa limpia y muy cuidada que ha sido convenientemente equipada con una chiringuito en el que se sirve cerveza fresca y marisco fresco a la brasa. El domingo este lugar añade otra excusa para venir: los impactantes combates de lucha senegalesa protagonizados por jóvenes pescadores en su día de asueto.
Siguiendo esta carretera casi hasta la frontera suroccidental alcanzamos la granja de reptiles de Kartong. En realidad se trata de una ONG gestionada por un francés que ha encontrado en este lugar del mundo su forma de luchar en favor de la supervivencia de estos animales, que aunque nadie lo imagina, son fundamentales para controlar plagas de ratones.
Viaje al interior
Gambia dispone de dos principales carreteras asfaltadas, cada una transcurre por cada orilla del río. Su estado de conservación es bastante aceptable y es posible alcanzar velocidades de hasta 50 km por hora. A la espera de que se inaugure el Trans Gambia Bridge, el primer puente sobre el río Gambia a la altura de Farafenni, la única manera de cruzar la otra orilla es tomar una de las barcazas que cargan vehículos y personas.
El transbordador más animado es el que cruza la embocadura del río, entre Banjul y Barra, de donde parte una de las carreteras más transitadas de la orilla norte.
Para llegar al principal punto de interés histórico de Gambia, la isla James, hay abandonar la carretera asfaltada y conducir por una pista de piso imposible hasta la aldea de Juffureh. El viaje requiere armarse de paciencia, pero la emocionante historia que se vivió en este lugar hace que el esfuerzo parezca más llevadero.
La isla, equipada con un fuerte construido a prueba de fugas, fue el lugar donde los negreros llevaban a sus víctimas a la espera de que llegaran los barcos en los que, encadenados en sus tripas en el mismo orden que si hubieran llevado fardos de paja, hacían la travesía del Atlántico. Millones de personas residentes en el continente americano vienen cada año a las costas de África Occidental a homenajear a sus ancestros y sus raíces, visitando principalmente esta isla, pero también la de Gorée, en Senegal o el castillo de Elmina, en Ghana.
Uno de estos visitantes fue el hermano de Michael Jackson, Jermaine, quien rebautizó al lugar como isla de Kunta Kinteh en honor al esclavo gambiano protagonista de Raíces, novela y serie de televisión que recupera la histórica de un nativo de este lugar que acaba su vida esclavizado en EEUU. Alex Haley, autor de la obra era descendiente directo de Kunta Kinteh, y pudo probar con documentos gran parte de lo que se cuenta en el libro.
Vida Salvaje
Gambia no es el lugar para disfrutar de los iconos de la fauna africana, a excepción de los hipopótamos que se pueden ver río adentro, en Kuntaur, y los babuinos que campan a sus anchas por doquier.
Sin embargo, este lugar sí que es clave para los aficionados de la ornitología. La abundancia de agua dulce y las altas temperaturas durante todo el año son propicias para el avistamiento de las llamativas especies, hasta 500 diferentes. El mejor lugar para vivir esta experiencia es el humedal de Bao Bolong, una extensión de 22.000 hectáreas de manglar que se exploran a bordo de una barca y la compañía de un guía especializado en aves. Gracias a su adiestrada vista es posible ver ejemplares de rarezas como la lechuza pescadora, el loro de cuello moreno, el pigargo vocinglero o águila pescadora africana y, muy excepcionalmente, la garza nocturna de espalda blanca. Más a la vista quedan las garzas y los ibis, así como todo un compendio de aves migratorias europeas que eligen este humedal para pasar el invierno.
En Kuntaur, además de hacer una excursión en bote por el Parque Nacional del Río Gambia y la isla Baboon, donde se dan las mejores circunstancias para ver a los hipopótamos, es obligada la visita a los círculos megalíticos de Wassu, que junto a otros monumentos similares de la región de Senegambia han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El cocodrilo del Nilo es otro de los habitantes del río, pero la mejor manera de verlos es en el lago sagrado de Kachikally, en Bakau, una población cercana a Banjul. La tradición animista gambiana marca este lugar como idóneo para promover la fertilidad, así que allí acuden las mujeres que no consiguen quedar embarazadas. El tour incluye un museo de tradiciones y la opción de hacerse unas fotos tocando a los cocodrilos recién alimentados.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR:
La aerolínea Binter Canarias ofrece un vuelo directo todos los sábados del año entre Madrid y Banjul con escala en Las Palmas de Gran Canaria. Para más información y reservas www.bintercanarias.com
DÓNDE DORMIR:
Tendaba Camp. Alojamiento básico frente al humedal de Bao Bolong. Es la única opción en la zona, lo que nos permite visitar el parque a primera hora de la mañana.
Ndemban Homestay es un proyecto de la oficina de turismo de Gambia para promover el turismo sostenible y ofrecer a las familias de las aldeas la posibilidad de ganarse la vida con el turismo. La calidad de los apartamentos ofertados y la experiencia de convivir con la familia son dos buenas razones para elegir esta opción de alojamiento en el interior. Para reservar hay que contactar con la oficina de turismo de Gambia.
Balafon Beach Resort. Lujo en la costa más turística junto a la Senegambia Highway. Dispone de suites con piscina semiprivada.
DÓNDE COMER:
3 Chicks & Grill, restaurante de comida libanesa gestionado por tres jóvenes hermanas de origen libanés.
Poco Loco, un local donde gambianos y turistas se mezclan y disfrutan junto al mar de las especialidades locales y de la música interpretada por artistas del país.
MÁS INFORMACIÓN:
Más información sobre Gambia en www.visitthegambia.gm
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