Los islandeses saben que en su país no se puede hacer planes fijos, es la naturaleza en forma de nieve, ríos glaciares, terremotos o erupciones volcánicas la que decide el plan cada jornada. Este panorama aparentemente apocalíptico hace de esta isla y sus paisajes el lugar ideal para ser descubierto al volante.
TEXTO Y FOTOS: JOSÉ MARÍA DE PABLO
Islandia es uno de los destinos favoritos de los amantes de la conducción. Su ubicación, su meteorología extrema y su carácter volcánico hacen de este país a medio camino entre Europa y norteamérica uno lugares más fotogénicos del mundo. Hogar de aguerridos vikingos desde la Edad Media y uno de los países más pobres del mundo hasta después de la II Guerra Mundial, Islandia es hoy un pacífico lugar cuyos habitantes gozan de una de las rentas per cápita más alta de Europa.
Con solo 340.000 habitantes y una superficie de 100.000 km2 es, además, uno de los países con menor densidad del mundo, 3 habitantes por km2, por lo que más allá de Reikiavik, la capital, resulta raro encontrarse con alguien autóctono fuera de las gasolineras. Estos establecimientos cumplen un papel importante en la vida social de los islandeses. Además de a repostar, los islandeses viene hasta a las estaciones de servicio a tomarse un café, hacer alguna compra y a encontrarse con los vecinos.
La carretera Hringvegur, más conocida como Número 1, recorre todo el perímetro de la isla, casi 1.399 km. En nuestro caso nos centraremos en el extremo sur de la isla, donde se encuentran algunos de los monumentos naturales más espectaculares. Desde Reikiavik nos desplazamos en avión hasta Egilsstaðir, capital de la región de Austurland, desde donde bajaremos por la carretera 1 en dirección a la capital, en el otro extremo del país, a 629 km.
Egilsstaðir, como muchas de las poblaciones de la periferia del país, nació después de la II Guerra Mundial como centro de servicios para las explotaciones ganaderas y pequeños puertos pesqueros que se construyeron en los fiordos con fondos del Plan Marshall. Los frutos de la subvencionada economía tenían como destinos los estómagos vacíos de la devastada Europa continental.
La carretera sigue el perfil de los fiordos, donde se ven los pocos edificios existentes en esta zona azotada por fuertes vientos y donde la niebla suele hacer acto de presencia. Fuera del invierno, cuando todo está helado, mil torrentes de agua caen desde las cumbres hacia el fondo de los valles creando una escenario de leyenda escandinava en el que, si hay suerte, podremos ver atravesar a una manada de renos camino de la costa o rebaños de ovejas islandesas, muy conocida por la calidad de su lana, y caballos, bestias que sacan provecho de la abundancia de pastos desde el deshielo hasta el fin del verano, a mediados de septiembre, cuando sus propietarios los recogen en sus establos para pasar el invierno.
El faro de Hvalnes, pintado de color naranja brillante, rompe con el ritmo del viaje y nos obliga a parar para disfrutar de una de las mejores vistas sobre el océano y la enorme playas de arena volcánica en la que se enmarca la península donde se ubica. Al fondo de esa gran playa está Vestrahorn, la montaña de 454 metros de altura contra la que golpean las dunas de arena negra que forman la península de Stokksnes, uno de los paisajes más buscados por los viajeros amantes de la fotografía.
Iglesia luterana de Hallgrímskirkja.
Corazón de Hielo
La fuerza de los ríos, el hielo glaciar, la actividad volcánica y geotérmica son los fenómenos naturales que han dado forma al Parque Nacional del Vatnajökull, el segundo glaciar más extenso de Europa con 8.100 km2 de superficie helada. Viendo el glaciar desde arriba se pueden distinguir diversas lenguas de hielo que descienden desde el punto más alto hacia la costa. La morrera más accesible desde nuestra ruta es la de Hoffellsjokull, a la que podemos llegar con el coche para admirar los enormes bloques de hielo desprendidos del glaciar amontonados en medio de las aguas azul turquesa del lago.
La superficie del glaciar es tan grande que la profundidad del hielo supera los mil metros, lo que hace posible adentrarse en su interior en puntos determinados. Una de las maneras de hacerlo es a bordo de un super jeep, el único vehículo equipado con ruedas gigantes capaces de subir cuestas de hielo. La excursión de la empresa Glacier Journey incluye la experiencia de conducir una moto de nieve pasando muy cerca de seracs.
Para ampliar conocimientos más científicos sobre el gigante helado se puede visitar Glacier World, un hotel familiar con un pequeño museo lleno de información sobre el fenómeno natural y muestras de piedras muy raras encontrados en el interior del hielo. Uno de los atractivos de este centro de interpretación son sus baños termales que están abiertos a todo el mundo, se sea o no huésped.
Todo el subsuelo de Islanda está surcado de pozos de agua caliente en diversas profundidades. Este agua es una fuente inagotable de energía renovable y de bienestar para sus habitantes. El agua caliente sanitaria y el de la calefacción procede de estos pozos, que también permite producir parte de la verdura que se consume en la isla en invernaderos adaptados a sus especiales circunstancias climatológicas.
La aventura alrededor del Vatnajökull termina en la laguna Jökulsarlon, la única en la que está permitido navegar entre bloques de hielos de caprichosas formas a bordo de un barco anfibio. El mágico color de sus aguas y los enigmáticos tonos de azul de los icebergs cambian según el día y la hora. Conectada con el mar, esta laguna es el hábitat de focas y peces tan dispares como la truchas, el arenque y los camarones.
Reikiavik, capital vikinga
La coqueta capital islandesa es el hogar de más de la mitad de la población. Reikiavik es una ciudad amable, el mejor lugar para desfogarse y encontrarse con gente, hacer unas compras y pasear sin rumbo hasta dar con los dos iconos munumentales: la catedral luterana y Harpa.
La catedral Hallgrímskirkja es un esbelto edificio sin estilo definible pero lleno de carga espiritual. Su interior es menos fantasmagórico de lo que se espera, al contrario, es un espacio de paz en el que no encontraremos más decoración que un monumental órgano de 15 metros de altura, 25 toneladas de peso y 5.275 tubos. A la entrada del templo podremos rendir un homenaje a Leifur Eiríksson, un vikingo que navegó hasta las costas de norteamérica 500 años antes que Cristóbal Colón.
El otro gran atractivo de la capital es Harpa, un gran iceberg cultural anclado en el puerto de Reikiavik. El edificio es un diseño del arquitecto danés Henning Larsen, que contó con la colaboración de Olafur Eliasson, uno de los grandes artistas del presente, a quien hay que responsabilizar de la estética de la fachada. En las cuatro grandes salas de Harpa lo mismo se representa ópera, música sinfónica que rock. Todo es tan versátil que su hall de transparencias inimaginables se puede comer, comprar el mejor diseño islandés o simplemente pasar la tarde disfrutando de la las excelentes vistas.
GUÍA DE VIAJE
CÓMO LLEGAR:
Icelandair vuela a Reikiavik desde Madrid y Barcelona de junio a septiembre. Fuera de temporada hace escala en capitales europeas en el camino como Londres y Amsterdam. Más información y reservas en www.icelandair.es
Icelandair, avion decorado con el glaciar Vatnajökull.
DÓNDE DORMIR:
Icelandair Hotel Marina. Hotel boutique en el puerto de la ciudad, a diez minutos de la zona comercial. Habitaciones pequeñas pero acogedoras y muy funcionales.
Canopy by Hilton Reykjavik City Centre. Hotel de diseño en el mismo centro. Las habitaciones son amplias. En las zonas comunes siempre hay animación.
Fosshotel Vatnajökull. Hotel de 42 habitaciones sin apenas diseño pero muy cómodas, tal vez la mejor combinación para centrarse en la naturaleza glaciar que le rodea.
DÓNDE COMER:
Messinn. Especializado en pescado, el salmón autóctono o el artic char (trucha ártica) son dos de sus platos fuertes.
Pakkhus. Este viejo puesto de pesca situado en Höfn í Hornafirði sirve especialidades a base de producto local, tanto del mar (langostinos y bacalao) como de la granja (cordero y pato).
Hotel Smyrlabjörg. Una alternativa fácil para comer en ruta una buena sopa o cualquier otro producto fresco.
Pakkhus, plato de cigalas locales.
MÁS INFORMACIÓN:
Oficina de Turismo de Islandia es.visiticeland.com
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