Quienes busquen un lugar donde el paisaje esté siempre verde, donde la temperatura no baje de 20 grados y el aire esté lleno de aromas a especias, entonces deben ir a Kerala. En el sur de la India, historia, paisaje y una cultura ancestrales se unen para dar lugar a uno de los destinos más románticos de Asia.
Texto y fotos: JOSÉ MARÍA DE PABLO
En toda la India, pero especialmente en Kerala, la gente te saluda siempre con una sonrisa. Todo el mundo es bienvenido a una tierra acostumbrada a recibir a extranjeros: mercaderes chinos, navegantes portugueses y holandeses o colonizadores británicos han dejado aquí su cachito de cultura. Tal vez sea esa amalgama de influencias enmarcadas en una sensual vegetación tropical la que hace que todos se sientan agusto aquí.
Fort Cochin es una vieja ciudad colonial que ocupa el extremo de una península que separa, o une, según se mire, el mar de los backwaters, la kilométrica red de canales de agua dulce, el icono turístico más difundido del estado de Kerala. Decenas de edificios históricos, iglesias, mezquitas y mansiones de comerciantes aparecen desperdigados por las calles de este pequeño paraíso ideal para disfrutar de un paseo a la sombra de espectaculares ejemplares de magnolio o baniano.
El atardecer es el momento más mágico en Fort Cochin. El sol se mete por el mar de Arabia mientras los pescadores recogen las fotogénicas redes chinas en voladizo, un sistema de pesca artesanal que ya sólo puede verse en Kerala. Resultado de tanto esfuerzo obtiene una escasa recompensa que se vende directamente en el animado paseo marítimo de Fort Cochin a cualquier persona, incluido los turistas, a los que se ofrece la posibilidad de comerlo guisado en uno de los restaurantes cercanos.
En esta ciudad hay que visitar los vestigios de la era colonial, que en este remoto lugar de Asia fue llevada a cabo por portugueses y, más tarde, por holandeses, las dos naciones que pelearon por hacerse con el control de este puertos de salida de las preciadas especias.
Bazaar Road es el lugar para ver el ajetreo de los mercaderes y también para comprar especias y condimentos para dar sabor y color al más insípido de los guisos: chiles, azafrán, aceites naturales extraídos de flores, vainilla y muy especialmente deliciosos tés cultivados en las cercanas montañas de los Western Ghats.
Romanticismo tropical
A partir de aquí no hay excusa para no embarcarse en una ‘boathouse’, barcazas-hotel también conocidos como ‘kettuvallam’. Antes de transportar a turistas, esas embarcaciones eran el método tradicional para llevar el grano desde los arrozales a los núcleos habitados.
Cada kettuvallam es diferente. Los hay dobles, pero también para grupos de hasta 8 personas. Los servicios a bordo también varían, pero casi siempre el precio del viaje incluye las comidas a bordo preparadas por un cocinero, quien fuera de estas obligaciones, echa una mano al capitán en el gobierno del barco.
En los kettuvalam más lujosos, que se pueden contratar desde 190 euros la noche, la experiencia a bordo es similar a la de un hotel de la misma categoría, incluyendo la asistencia de personal impecablemente uniformado y motores menos ruidosos. Sea cual sea el grado de sofisticación contratado, lo que se ve desde la cubierta es lo mismo para todos.
Cuando cae la noche, el capitán dirige el barco a un canal tranquilo en el que atracar, seguramente cerca de las casetas de latón donde los pescadores vende cada tarde las capturas del día, entre las que siempre hay alguna buena piezas de marisco vivo. Lo más habitual, al menos en los kettuvalam más sencillos, es comprar algo en la “pescadería” para añadirlo al menú básico incluido en el precio.
Mientras el cocinero prepara la cena a bordo, y antes de que caiga la noche, es el momento de dar un breve paseo por el sendero que bordea las orillas del canal y visitar una aldea, si la hubiera cerca, para comprobar que lo que hemos visto a lo largo del día forma parte de la realidad, no un montaje para turistas.
La vida en el boathouse se hace en la terraza cubierta. Es desde ahí donde se disfrutar de la rutina diaria en los backwaters, que pasa por delante de la vista de los afortunados pasajeros quienes no tienen nada mejor que hacer que observar y dejarse servir.
En las orillas, entre exuberante vegetación, se van descubriendo pequeñas aldeas formadas por sencillas casitas pintadas en colores chillones; grupos de niños de vuelta o camino del cole siguiendo los senderos que bordean estas islas que parecen flotar entre tanta agua; mujeres haciendo la colada o tomando un refrescante baño sin necesidad de quitarse el sari, vestimenta tradicional que las indias se resisten a olvidar pese a la modernización del país. También se ven iglesias de estética ecléctica, merengues de ladrillo en los que se practica un cristianismo ancestral, el predicado por el Apóstol Tomás en el siglo III y cuyos ritos se enmarcan hoy dentro de la Iglesia Ortodoxa Siria.
Ayurveda, la medicina india
El ayurveda, «conocimiento de la larga vida» en sánscrito, es una de las técnicas de medicina tradicional cuya práctica en la India está acreditada desde la era védica, es decir, hace milenios. Aunque en Occidente se enmarca dentro de las medicinas alternativas, en la India se imparte en la universidad como una ciencia más, y se estima que el 80% de los habitantes del país recurren a este tipo de método en alguna ocasión.
Por toda Kerala se pueden encontrar centros médicos especializados en este tipo de medicina basada en el principio de equilibrio y en la que los tratamientos se realizan con plantas, minerales y derivados animales como la leche. Todos los tratamientos necesitan de prescripción médica, incluso los masajes, para los que se usan los aceites idóneos para el mal que padece cada paciente.
Los masajes liberan toxinas, purifican el cuerpo y liberan tensiones internas, son buenos para curar el insomnio y la depresión, entre otros males.
Entre muchos centros recomendables, destaca Kalari Kovilakom, también conocido como el Palacio del Ayurveda por ser la residencia del soberano de un pequeño reino interior. El espacio situado en la falda los Western Ghats es ahora un lugar dedicado exclusivamente al bienestar y la medicina ayurvédica: no está permitida la carne ni las prendas de piel; no hay televisión ni tienda.
GUÍA DE VIAJE
CÓMO LLEGAR:
Etihad Airways vuela a Kochi desde Madrid y Barcelona con escala en Abu Dhabi. Desde 526 euros.
DÓNDE DORMIR:
En Fort Cochin
Malabar House es el mejor hotel en Cochin. Integrado en la marca Relais & Chateau, es una vieja mansión colonial con servicio de restaurante junto a los principales monumentos y al lado de la costa. Doble desde 190 euros.
Eighth Bastion Hotel. En el barrio colonial de Fort Cochin, este hotel de nueva construcción homenajea a los viejos colonos holandeses, tanto en su nombre como en su decoración. Desde 200 euros.
En los Backwaters
Grandeur Houseboats tiene una flota de kettuvallam de alta gama desde 80 euros la noche en barcos de una habitación doble.
Green Palm Homes ofrece la posibilidad de vivir unos días en casa de una familia de los Backwaters, integrándose en el día a día de las comunidades. Doble con A/C desde 55 euros, con todas las comidas incluidas.
CUÁNDO IR:
De Septiembre a Marzo, cuando el calor no asfixia ni las lluvias del monzón molestan.
CÓMO MOVERSE:
La opción más cómoda es el coche de alquiler con chofer. Aunque las distancias sean cortas, las condiciones de las carreteras no son las óptimas. Calcula una media de 40 km por hora. Cualquier agencia de viajes ofrece este tipo de servicio.
MÁS INFORMACIÓN:
En la web oficial de Turismo de Kerala.
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