A medio camino entre Bruselas y Amberes, Malinas fue una de las puertas de entrada del Humanismo en el Norte de Europa. El legado de su gobernadora más querida, Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso y tutora de Carlos V, se refleja en sus calles a través de iglesias góticas, palacios renacentistas y animadas plazas.
TEXTO Y FOTOS: JOSÉ MARÍA DE PABLO
Aunque su nombre no aparece con mucha frecuencia en los itinerarios más habituales por Flandes, la pequeña ciudad de Malinas contiene tantos atractivos que no conviene dejarla de lado, especialmente para quienes quieran conocer el origen de los lazos históricos que unen a España con Bélgica. Para ello hay que viajar en el tiempo, hasta final del siglo XV, cuando los Reyes Católicos despliegan una política matrimonial dirigida exclusivamente a fastidiar a Francia, entonces el enemigo número uno de Aragón. Las cortes de Portugal, Inglaterra y Austria fueron “agraciadas” con alguno de los hijos de Isabel y Fernando. En el caso de Austria por partida doble, ya que Juan, el único hijo varón, y Juana, popularmente conocida como “La Loca”, se casaron respectivamente con Margarita y Felipe – alias “El Hermoso” -, ambos vástagos del Emperador Maximiliano de Habsburgo y María de Borgoña, ducado al que pertenecía la ciudad de Malinas.
El paso del tiempo ha respetado algunos de los escenarios en los que los protagonistas de nuestra historia debieron vivir su particular culebrón tardomedieval. El más significativo es la Catedral de San Rumoldo, templo gótico cuya torre de 97 metros de altura esconde un fantástico carillón, un órgano de campanas tan enraizado en la cultura flamenca que la Unesco lo ha declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
A los pies de la catedral se yergue la estatua de Margarita, gobernadora de los Países Bajos y esposa fugaz de Juan de Aragón, una mujer tan poderosa como querida en la ciudad. Además de encargarse de la educación de su sobrino Carlos, nieto y heredero de los Reyes Católicos, se le atribuye parte de la responsabilidad de la introducción del Humanismo y el Renacimiento en el norte de Europa.
En la misma plaza mayor (Grote Markt) encontramos la Lonja de Paños, sede actual del Ayuntamiento, un edificio de estilo gótico flamígero que nos indica el poder que tuvo este gremio no solo por su riqueza decorativa, también porque ostenta todo el protagonismo en la hermosa plaza llena de terrazas y que cada sábado acoge un animado mercado.
El Museo humanista
Uno de los mejores exponentes del Siglo de Oro de Malinas es la mansión de Jerónimo van Busleyden, coleccionista de arte, abogado y sacerdote. La casa renacentista es hoy el Museo Hof van Busleyden, dedicado al legado del humanismo. Entre sus piezas más valiosas destacan los “huertos cercados”, altares móviles usados por las monjas en los hospitales para satisfacer las necesidades espirituales de los postrados en cama. Tanta belleza tejida con hilos de seda representaba el paraíso descrito en el Cantar de los Cantares, y escondían entre sus recargadas y mágicas escenas reliquias de santos.
A unos pocos metros de aquí se encuentra el telar de la Manufacture Royale De Witt, de donde salen como nuevos, totalmente restaurados, los tapices más exquisitos del mundo pertenecientes a grandes museos y colecciones particulares. La fábrica contiene además una colección de tapices que datan desde el siglo XV hasta el presente.
Como la mayoría de las ciudad de Flandes, Malinas también tuvo beguinaje o beaterio, fenómeno religioso medieval que sólo perduró a través de los siglos en los Países Bajos. Estos barrios cerrados estaban destinados a mujeres religiosas que vivían en comunidad pero con total libertad de movimientos.
Mechelen dispuso de dos beaterios, uno pequeño que data del siglo XIII y otro más grande construido en el siglo XVII durante la contrarreforma católica, en el que llegaron a residir cerca de 1.500 mujeres. El beaterio más antiguo de Malinas es actualmente una propiedad privada, pero en sus callejuelas y casitas aún se respira el ambiente y estilo de vida sosegado de sus antiguas moradoras.
Cerveza, un arte muy flamenco
Carlos de Habsburgo, heredero de la corona de España y del Sacro Imperio Romano Germánico vivió en Malinas hasta los 16 años, cuando trasladó su residencia a Bruselas. Durante ese tiempo se empapó de las virtudes de la cerveza de tal modo que incluyó un maestro cervecero en el séquito con el que viajó a España a tomar posesión del trono. Se sabe que durante su retiro en el monasterio de Yuste se hacía servir su cerveza favorita, la Mechelschen Bruynen, método de elaboración propio de Malinas.
La familia Van Breedam lleva más de un siglo elaborando cerveza dentro del beaterio de Malinas siguiendo los métodos modernos pero sin dejar a un lado la tradición cervecera impulsada por los monasterios medievales. La fábrica está abierta a visitas y cuenta con una brasserie, un coqueto hotel boutique y una destilería de whisky de malta.
La cultura cervecera local tiene sus raíces en lo más hondo de la historia, estando muy bien documentada la importancia de esta industria en la vida diaria de sus gentes. La ciudad contaba con su propio mercado de trigo, a donde acudían panaderos y cerveceros a adquirir la materia prima con la que elaboraban los dos productos básicos de la dieta de una época en la que la cerveza era un sustituto del agua, generalmente contaminada.
Las tabernas, de las que llegó a contarse cerca de 700, cumplían un importante rol social como lugar de reunión del pueblo, que disfrutaba en ellas de calefacción en invierno y del frescor de sus sótanos en verano mientras bebían cerveza.
Esta tradición no se ha perdido y aunque la proporción de bares por cada habitante no sea tan elevada como entonces, Malinas sigue siendo una animada ciudad. Alrededor del viejo mercado de pescado y a la orilla del río Dyle se puede localizar buen ambiente en locales como De Gouden Vis, un café decimonónico con certificado Art Nouveau.
El ambiente portuario de las orillas del río se ha transformado en uno de los lugares favoritos para pasear y disfrutar de los antiguos talleres y fábricas reconvertidos en viviendas y espacios de ocio. Una pasarela de 600 metros recorre el curso del río sobre el agua hasta el nuevo puente peatonal y la transformada cervecera Lamot, que se ha convertido, como flamante palacio de congresos y eventos, en uno de los iconos de la Malinas del siglo XXI.
GUÍA PRÁCTICA
MÁS INFORMACIÓN
Página web de la Oficina de Turismo de Flandes y Bruselas www.visitflanders.com/es. Turismo de Malinas toerisme.mechelen.be/es
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