Cuando el frío se apodera de Venecia y de sus canales, los sentidos se afinan y se descubre una ciudad llenas de rincones melancólicos pero hermosos. Éste, justo antes de que empiece el carnaval, es el mejor momento para redescubrir la capital del Véneto.
Texto y fotos: JOSÉ MARÍA DE PABLO
Ninguna ciudad en el mundo, salvo Venecia, puede presumir de ser totalmente diferente al resto. Construida en medio de una laguna para protegerse de los invasores bárbaros capitaneados por Atila, esta abundancia de agua hace que, durante todo el invierno, los amaneceres se cubran siempre de una espesa niebla que le añade misterio a su ya de por sí misteriosos canales. Ni estas nieblas, ni el ‘acqua alta’ ha podido acabar con esta ciudad eternamente amenazada por el cambio climático, la contaminación y el turismo masivo.
La Basílica de San Marcos, templo construido en el siglo IX en el estilo bizantino de la época para alojar los restos del apóstol patrón de la ciudad, robados de Alejandría por dos comerciantes, ciudadanos de la Serenissima República, suele ser el punto de inicio más habitual.
El poderío de esa Venecia medieval se puede puede ver en el interior del templo, cubierto de mosaicos espectaculares adquiridos por los comerciantes, que tenían la obligación de destinar parte de sus beneficios mejorar el templo. Actualmente son los turistas quienes pagan para subir al balcón que mira a la Piazza de San Marcos, donde reposa una copia fiel de los caballos traídos del hipódromo romano de Constantinopla. La entrada incluye la visita al museo y al tesoro, entre cuyas piezas destaca la célebre Pala d’Oro, un enorme retablo encargada por el dogo de Venecia a los mejores orfebres de la entonces capital del Imperio Romano de Oriente.
El Palacio Ducal, pegado a la basílica no es menos suntuoso. De estilo gótico y cubierto con mármol blanco que, según le de la luz, puede parecer rosado. El edificio conserva sus patios y las salas de recepciones intactas, y en sus paredes se muestran obras maestras de artistas como Tintoretto, Veronese, Tiziano, Tiepolo, nombres que hicieron de la Escuela Veneciana un estilo reconocible y digno de ser recordado.
Por el Puente de los Suspiros, que une el palacio ducal con la antigua cárcel, ya no pasan condenados camino de la muerte, si no turistas que se hacen selfies con el mismo fondo que los ajusticiados veían por última vez antes de perder la vida.
En la plaza de San Marcos, escenario de festivales durante todo el año y de los actos principales del carnaval, también están instaladas algunas de las instituciones culturales más potentes de la ciudad, como son la Biblioteca Marciana, joya de la arquitectura renacentista; y el Museo Correr, con una colección dedicada al arte y la historia de la ciudad.
Una vez cumplidas las obligaciones con este privilegiado entorno urbano, es el momento de adentrarse por los canales, perderse por los sestiere (barrios), y descubrir otra ciudad.
Con el Gran Canal siempre como referencia para guiarse, en esta ciudad no hay calles en el sentido estricto y encontrar direcciones concretas es realmente complicado, aunque por fortuna, hay bastantes indicaciones para llegar a los lugares clave.
Rialto y su famoso puente, el más antiguo de todos los que hoy siguen en pie, es uno de los lugares mejor indicados. Las tiendas integradas sobre este puente de un solo arco están destinadas a los souvenirs y a las joyas, pero al otro lado del puente se ubica el mercado municipal, dividido en dos secciones, la Erberia y la Pescheria, donde se pueden encontrar frutas y verduras de temporada, junto a pescado fresco capturado en el Adriático.
Island hopping, un tour por la laguna
En contraste con las estrecheces de Venecia, el resto de las islas habitadas de la laguna véneta ofrecen ambientes menos saturados. Murano, Burano y Torcello son las tres islas más visitadas en una excursión de medio día que puede incluir una parada en San Michele, la isla cementerio.
El camposanto es tan monumental como la ciudad de los vivos y en él están enterrados, además de venecianos anónimos, personalidades que eligieron este lugar para crear y vivir, como Igor Stravinski o Ezra Pound. Perderse por sus avenidas es uno de los placeres ocultos de Venecia.
A poca distancia queda Murano, conocida por la artesanía de cristal soplado, uno de los suvenires más populares que aquí adquieren un protagonismo inusitado en las calles decoradas con esculturales piezas.
Después de hacer una parada en Burano, con sus casitas pintadas de colores, hay que detenerse un poco más en Torcello, un paraíso para aves en tránsito y para los aficionados a la ornitología. Esta isla que apenas suma una decena de habitantes fue hasta el siglo XII la más poblada de la laguna. El fango anegó su puerto y sus gentes se fueron a la actual Venecia. Su catedral bizantina forrada de mosaicos de valor incalculable permaneció, y así tal como era ha llegado hasta nuestros días.
Como ocurre en casi todo el mundo, alrededor del mercado hay buenas y baratas tabernas donde tomar vinos y tapas ricas. De noche el ambiente cambia y a las familias y trabajadores les sustituye la juventud, que se reúne bajo los soportales del Campo de San Giacomo di Rialto, junto a Il Gobbo di Rialto, la escultura de un jorobado sobre la que lo mismo se proclamaban las leyes que se aplicaban castigos.
Rialto es clave para todos los habitantes de Cannaregio, el barrio situado más al norte, una zona muy tranquila a la que solo se suelen acercar los visitantes más avispados.
Cannaregio acoge importantes palacios, pero también lugares menos afortunados, como la judería, barrio conocido como el Ghetto, palabra que más adelante se usó para denominar a los lugares donde los nazis confinaron a los judíos durante la II Guerra Mundial en las ciudades que iban conquistando.
Con la excepción las calles del barrio judío, el resto de calles de Cannaregio son rectas y el ambiente que se percibe es el de un barrio, algo que en el resto de sestieri no se percibe. Sus aceras están pobladas por restaurantes y bares de vinos que aprovechan los días soleados para sacar unas mesitas a la calle, siendo estos los lugares favoritos de parejas y grupos de jóvenes para disfrutar de su ciudad sin pagar por los altos precios de los locales turísticos.
Cerca de la iglesia de Madonna dell’Orto está el Campo dei Mori, la plaza donde tres hermanos de origen árabe construyeron el Palazzo Mastelli del Cammello, su casa, a cuya fachada incorporaron tres estatuas con turbante que les representan. En la esquina del palacio con la Fondamenta dei Mori está la estatua de Antonio Rioba, un personaje dotado de una nariz de hierro que hay que tocar para tener suerte.
Entre los palacios de Cannaregio destaca Ca d’Oro, una mansión gótica situada en el mismo Gran Canal que fue adaptada como museo para recibir las obras de la colección Franchetti. Además de el privilegio de entrar a uno de las palacios más emblemáticos de la arteria principal de la ciudad, se disfruta de obras maestras como el San Sebastián de de Andrea Mantegna y del atrio de acceso, revestido con teselas de mármol de mil colores.
A los pies de Ca d’Oro hay una parada de los vaporettos que recorren el canal desde San Marcos al piazzale Roma, en el extremo más occidental de Venecia y único punto al que pueden entrar los vehículos a motor. Aunque no tan romántico como hacerlo en góndola, viajar a bordo de un vaporetto es una toda una experiencia que acaba siempre con premio, sea cual sea el destino.
Si uno de apea en la parada de Accademia, la recompensa hay que cobrársela entrando al Museo que le da nombre, la Galleria della Accademia, una de las pinacotecas más importantes de Italia y corazón del barrio de Dorsoduro.
Santa maria della Salute, una imponente iglesia construida para agradecer a la Virgen el fin de una plaga, es otro de los hitos que hay que visitar en el sestiere. El milagroso acontecimiento se sigue aún celebrando aún hoy cada 21 de noviembre, cuando cientos de personas acuden a la basílica en diversas embarcaciones para seguir dando las gracias a la Virgen por proteger a la ciudad de los males del siglo XXI.
¡Carnaval!
El Carnaval de Venecia se celebra del 11 al 28 de febrero y viene cargado de actividades tradicionales. Entre todos destacan el desfile de góndolas por el Gran Canal conocido como la Festa Veneziana; el concurso de máscaras y la bajada de un ángel desde el campanile de San Marcos. Además, las plaza son el escenario de todo tipo de actividades culturales.
Para participar en el Carnaval hay que proveerse del atuendo idóneo, una máscara y un traje de época con los que no desentonar. En Peter Pan Maschere se encuentran las máscaras originales hechas a mano con papel maché y cerámica por las hermanas Franceschini. Para la ropa, el atelier Nicolao es sin duda el mejor lugar al que ir.
GUÍA DE VIAJE
CÓMO LLEGAR:
Iberia ofrece hasta 15 vuelos a la semana entre Madrid y Venecia que cubren todas las franjas horarias y permiten las mejores conexiones desde el resto de aeropuertos españoles. En www.iberia.com se pueden encontrar billetes para volar a Venecia desde 119 euros, ida y vuelta.
DÓNDE DORMIR
The Gritti Palace, A Luxury Collection Hotel. Uno de los grandes hoteles de la ciudad que ha recuperado el brillo de antaño tras someterse a una restauración minuciosa. Además de las comodidades, que las tiene todas, el Gritti ofrece ubicación perfecta sobre el Gran Canal, junto a una parada del vaporetto y a solo unos minutos caminando de la Plaza de San Marcos. Miembro de la familia Starwood Hotels, el Gritti cuenta con 21 suites y 61 habitaciones decoradas con antigüedades. En su lista de clientes de honor figuran Ernest Hemingway o Somerset Maugham, escritores que dan nombre a dos de las suites. Doble desde 399 €.
NH Collection Palazzo Barocci. Hotel de reciente apertura al borde del Gran Canal, justo en la parada de vaporetto de Sant’Angelo. Dispone de 59 habitaciones y un jardín. Doble desde 176 €.
MÁS INFORMACIÓN
Oficina de Turismo de la Región del Veneto
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