- Un 76% de los fallecidos en los desplazamientos estivales perdieron la vida en carreteras convencionales, y el 47% del total de accidentes mortales se produjeron por salidas de la vía.
- Los problemas provocados por el coronavirus han derivado en el ‘abandono’ de la seguridad vial y sus consecuencias.
El momento atípico y la gran crisis en todos los ámbitos derivada del COVID-19 han propiciado que se dejen de lado otras preocupaciones reales de los españoles que también se cobran centenares de vidas, y que cuestan millones de euros a la sociedad. Entre estas situaciones que ahora están relegadas al ostracismo político, social y de comunicación se encuentran la seguridad vial y la siniestralidad en las carreteras y ciudades españolas, que se han cobrado la vida de 202 personas entre los meses de julio y agosto, solo 13 menos que en 2019.
Por este motivo, el Real Automóvil Club de España – RACE hace un llamamiento a todos los actores clave relacionados con la seguridad vial para devolver el foco a una problemática que, lejos de revertirse, ha agravado su situación en 2020. Y es que, a pesar del menor número de viajes y desplazamientos, el número de accidentes y de fallecidos no se ha comportado de la misma manera. Mientras que los desplazamientos se han reducido casi en un 10% este verano, el número de fallecidos apenas se ha contenido un 6% respecto a 2019, y el número de accidentes sólo en un 4%. Desde el 1 de enero acumulamos 543 fallecidos, sólo un 23% menos que en 2019, a pesar de los meses de confinamiento en los que el tráfico se redujo hasta su mínima expresión.
Carreteras convencionales, el mayor peligro
El mayor número de fallecidos este verano, 153, perdieron la vida en vías convencionales, un 76% del total y un 2% más que el año anterior. Por tipo de vehículo, 92 de los fallecidos iban en turismos, y 84 eran usuarios vulnerables, destacando 20 peatones, seis más que en 2019. Por este y otros motivos, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció medidas específicas enfocadas a los colectivos vulnerables tanto en ciudades como en carreteras. Por franja de edad, el mayor aumento se ha producido en los jóvenes de la franja de edad entre 15 y 24 años, con 38 fallecidos, 15 más que en 2019.
Llamamiento a los principales actores
En opinión del RACE, “el balance nos deja la principal conclusión del riesgo permanente en las carreteras, por lo que hay que seguir trabajando en seguridad vial y concienciando a los conductores, y mantener esta necesidad como una prioridad en todos los niveles, tanto para los políticos como para la agenda social”.
Para el RACE, “la situación actual no debe distraer de cuestiones como la necesidad de renovación del parque automovilístico y la inversión en infraestructuras”, ambas prioritarias para reducir el número de accidentes y su gravedad.
Responsabilidad también de los conductores
A lo largo del periodo estival, los propios conductores han entonado su particular ‘mea culpa’ respecto a la situación, declarando de forma mayoritaria que, durante los meses de confinamiento y en la posterior vuelta a la normalidad han modificado algunas conductas al volante antes y después de emprender la marcha. Menor mantenimiento, menor cuidado sobre el vehículo, más estrés y distracciones al volante, viajes con más kilómetros y menos paradas, animales sin ir ubicados en sus respectivos sistemas de retención… son los peores compañeros de viaje. Incluso algunos problemas que parecían más o menos superados siguen presentes con más fuerza que en los últimos años.
Como muestra de ello, el 27% de los fallecidos en turismos y furgonetas no llevaban puesto el cinturón de seguridad, y dos de los motoristas que han perdido la vida no usaban el casco.
Por este motivo, el RACE también quiere incluir en el llamamiento a los propios conductores y sus acompañantes, para que adquieran un compromiso por el cumplimiento de las normas de circulación, así como una responsabilidad personal y social para llevar el vehículo en perfecto estado de mantenimiento.
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