Los frenos son una de las partes de la seguridad activa del coche más importantes. Cuando se habla de las prestaciones del coche, normalmente la potencia o el par motor son algunos de los datos que más se destacan. Sin embargo, por mucha potencia que tenga un vehículo, si no tiene unos buenos frenos no sirve de nada.
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En la actualidad, la gran mayoría de los coches que se ponen a la venta incluyen frenos de disco. No obstante, 40 años atrás lo normal es que los coches y las motos utilizasen frenos de tambor, una tecnología ya obsoleta. Hasta que los discos de freno se implantaron en los vehículos hubo una transición en la que algunos coches podían montar discos de freno en la parte delantera y frenos de tambor en la parte trasera. Pero, ¿por qué los discos de freno se impusieron a los de tambor?
Las diferencias entre un freno de disco y tambor
Álvaro García, asesor técnico del RACE, explica que los frenos de un coche consiguen detenerlo gracias a la fricción constante de unas pastillas que están fija al chasis y que consiguen reducir la velocidad de giro de las ruedas hasta pararlas, si es necesario.
El sistema más antiguo de frenada, el freno de tambor, tenía un tambor giratorio en cuyo interior estaban instaladas dos zapatas de gran tamaño, que eran las encargadas de frenar el giro de las ruedas. Por su parte, los discos de freno utilizan un sistema de rozamiento parecido, aunque recurren a unas pinzas con unos ferodos de mucho menor tamaño. Lo cierto es que el freno de tambor era más eficaz porque la superficie de contacto de las pastillas era mucho mayor. Sin embargo, había un gran problema: el calor generado. En la siguiente tabla citamos las diferencias entre un freno de disco y uno de tambor.
Es un sistema cerrado y no permite su supervisión a simple vista por lo que hay que desmontar la pieza por completo, incluido el neumático.
Los discos de freno se pueden comprobar con mayor facilidad a simple vista. Incluso en ciertas circunstancias se puede saber si hay algún problema sin tener que desmontar la rueda.
Aunque su capacidad de frenada es mayor que un disco de freno, en una frenada larga no era capaz de dispersar bien el calor, por lo que podía fallar. De hecho, por culpa del calor generado podían perder del 50% al 100% de la eficacia de frenada. El calor generado también afectaba al líquido de frenos.
Su diseño abierto permite disipar mucho mejor el calor ante una frenada contundente, así que la fatiga de los frenos ocurre mucho más tarde, si es que llega a suceder.
Al estar sellado el tambor, para cambiar alguna de sus piezas se requiere más tiempo de mano de obra.
Su mantenimiento es más rápido porque son más fáciles de reemplazar.
Su producción era más barata que la de los discos de freno.
Por la complejidad del diseño son algo más caros de producir.
Si quieres cambiar un freno de tambor por uno de disco, tendrás que homologarlo
Sustituir un freno de tambor por otro freno de disco no es nada sencillo y si vas a una ITV el resultado saldrá desfavorable si antes no haces la homologación pertinente. Para ello, necesitas:
- La creación de un proyecto técnico de homologación que explique la compatibilidad de los nuevos frenos.
- Después de que un ingeniero elabore este documento, un taller seguirá sus indicaciones. Una vez hechos los cambios, obtendrás un certificado de instalación en el que se especifica la reforma hecha.
- Acto seguido hay que llevar el coche a un banco de pruebas para comprobar que la frenada es correcta.
- Si todo va bien, se emite un certificado de fin de obra en el que se constate que la reforma se ha hecho siguiendo los preceptos del proyecto técnico.
- Finalmente, el ensayo se envía a un laboratorio que constate, a través de un informe de conformidad, que la reforma cumple con el requerimiento legal.
- Ahora sí, podrás presentar la modificación en una estación ITV para obtener el resultado favorable deseado, aunque debes saber que te habrás tenido que gastar en su homologación entre 250 y 500 euros.
En opinión de García, si alguien hubiese diseñado algún sistema para refrigerar mejor los frenos de tambor es posible que no hubiese hecho falta montar los discos de freno en los coches, independiente de su potencia o la carga que llevasen. No obstante, al ser un sistema cerrado su reparación hubiese sido más costosa por implicar más tiempo de trabajo de mano de obra (unos 50 minutos), al contrario que los discos de freno, que son muy accesibles y, por tanto, su sustitución es mucho más rápida (una media hora).
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