El exceso de velocidad en la carretera es uno de los mayores factores de riesgo que existen. De hecho, uno de cada cinco accidentes de tráfico con víctimas está relacionado con una velocidad inadecuada, según los datos de la Dirección General de Tráfico.
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Conducir por encima de los límites de velocidad de la carretera puede implicar que no puedas frenar a tiempo o que no esquives un obstáculo que aparece repentinamente en la vía. Para evitar en la medida de lo posible esta situación, surgieron los sistemas de ayuda a la conducción (sistemas ADAS), que pretenden evitar en la medida de lo posible los accidentes ocurridos por errores humanos, que son cerca del 95%, según la Comisión Europea. Entre esos sistemas ADAS está el cruise control.
¿Qué es el cruise control de un coche?
Las palabras cruise control en inglés significan control de crucero. En la automoción el cruise control tiene que ver con un sistema ideado por los fabricantes para que el coche pueda llevar una misma velocidad durante un trayecto sin que tenga que interactuar el conductor. De esta forma, el conductor tendrá menos fatiga al ir más descansado reposando las piernas.
Además de que llegase el control de crucero, se desarrolló el sistema de la limitación de la velocidad, que ha ido evolucionando con el tiempo:
- Notificación de la velocidad. Al principio, los coches sólo registraban las señales de velocidad que había en la carretera a través de cámaras y las notificaban al conductor.
- Alerta de exceso de velocidad. El siguiente paso fue alertar al conductor del exceso de velocidad con señales acústicas, visuales, vibratorias e incluso poniendo el pedal del acelerador más duro para no sobrepasar la velocidad de la vía.
- Impedimento de pasar el límite máximo de km/h. Posteriormente, el sistema de la limitación de velocidad impedía que el conductor superase la velocidad máxima establecida por la vía.
Tras los limitadores de velocidad surgió el cruise control tradicional, en el que el usuario puede configurar de forma manual la velocidad a la que quiere que su coche circule. A partir de aquí, el coche va a rodar manteniendo siempre la misma velocidad y sólo se va a quitar si el conductor directamente acciona el pedal del freno o del embrague.
La siguiente evolución fue el Control de Crucero Adaptativo (Adaptative Cruise Control o ACC), que mantiene la velocidad y la adapta a las condiciones de la vía, incluido el tráfico, y a la señalización, de forma que es el propio coche el que decide cuándo acelerar o frenar. A continuación tienes un gráfico de cómo funciona el control de crucero adaptativo.
Según la DGT, varios estudios internacionales han demostrado que con este sistema se rebaja entre 2 y 7 km/h la velocidad media.
Antes de activar el cruise control en la carretera, estudia bien cómo funciona
El cruise control es una herramienta muy práctica, pero hasta que la dominas puede resultar peligrosa porque te va a distraer. El hecho de manipular los controles va a hacer que quites tu mirada de la carretera. Por eso, lo mejor es que leas el manual de usuario con detenimiento o que incluso el vendedor del coche dedique un tiempo a explicarte cómo funciona.
Generalmente, los controles de crucero permiten subir y bajar la velocidad con un botón de + o -. Una vez que tienes seleccionados los km/h vas a poder guardarlos en una memoria, que podrás activar para que este sistema se ponga en funcionamiento en la carretera, sobre todo en las autopistas y autovías, que es donde tiene sentido activarlo.
El control de crucero funciona normalmente a partir de los 30 km/h, así que practica antes su funcionamiento a baja velocidad y en una zona donde no transiten mucho los vehículos (en un parking, por ejemplo). Recuerda que, aunque el coche se adapte a la velocidad del tráfico, como conductor no puedes relajarte y debes estar siempre pendiente del tráfico para realizar una frenada de emergencia o la maniobra de esquiva si es necesario. En esos casos, el control de crucero se desactivará automáticamente.
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