Cuando conducimos nuestro coche es fundamental que llevemos un mantenimiento adecuado según lo que recomienda el fabricante. Y, aunque mimemos nuestro coche, las piezas mecánicas se van gastando con el tiempo y el uso, algunas especialmente si no somos cuidadosos. Uno de esos elementos son los discos de freno, que con el paso de los kilómetros acabarán rayados o gastados.
Tal como explica Juan Manuel Llorente, formador técnico del RACE, los discos de frenos se cambian normalmente por dos motivos: los discos de freno gastados y la falta de mantenimiento tanto de los discos como de las pastillas de freno.
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No alargues la vida de los discos de freno gastados
Un disco de freno llega al final de su vida útil porque es una pieza de fricción que se va deteriorando más o menos en función del uso que demos. Si hacemos muchas frenadas de emergencia o bruscas, se gastará antes que si hacemos una conducción suave. También es normal que, si conducimos en ciudad, tengamos que cambiarlo antes, ya que pisamos mucho más el pedal de freno que si vamos por carretera.
Cuando no vigilamos los frenos, llega el fallo y el peligro
No debemos pasar nunca por alto que existe un desgaste de las pastillas de freno. Tienen un ferodo, que es el encargado de morder los discos de freno para detener el coche, y con la fricción va desapareciendo. Cuando esta parte se desgasta, aparece el soporte de la pastilla. Tanto éste como el disco de freno son de hierro o acero. En el momento en que empiezan a chocar, el sonido es bastante intenso y, tal como explica Llorente, es parecido al de una radial cortando una piedra.
Antes de que el soporte de las pastillas y el disco de freno se rocen, ya empezaremos a encontrar los primeros arañazos y surcos. Si esto ocurre, debemos ser conscientes de que estamos perdiendo eficacia en la frenada: tanto el ferodo como el disco de freno son más efectivos cuanto más planos están. Si están rayados, la distancia de frenado del coche será mayor y esto afectará a nuestra seguridad.
El hecho de que haya suciedad en el propio disco o la propia oxidación que aparece cuando no utilizamos el coche durante un tiempo, o cuando ha llovido, no afecta tanto al desgaste de los frenos ya que son las propias pastillas las que van limpiando el disco. Ahora bien, en los primeros frenazos los más observadores sí que notarán que el coche no frena adecuadamente. De ahí que sea recomendable pisar un par de veces el freno suavemente después de haber llovido: quitamos la capa de óxido (aparece porque hay material férrico en los discos de freno) para que el coche vuelva a frenar eficazmente.
Lo importante es que tanto las pastillas de freno como los discos de freno encajen a la perfección. Por eso es importante que haya el mayor rozamiento posible, que se consigue teniendo las dos partes perfectamente planas y lisas. Los discos de freno que suelen llevar los coches son los macizos, aunque también existen los discos de freno perforados, éstos tienen agujeros que sirven para ventilar el disco, y que ayudan a que la frenada sea todavía más efectiva.
Si un disco se calienta en exceso se produce el fenómeno del alabeo, donde la pieza se deforma al sufrir un sobreesfuerzo. Al no estar el disco plano, las pastillas no lo muerden de forma uniforme y el coche no frena bien. A la hora de parar el coche, notaremos que el pedal da saltos (en las motos se nota todavía más en la maneta). No hay que confundirlo con el ABS. Si es un alabeo tendremos siempre la vibración, aunque hagamos una conducción suave. De todas formas, hay que tener en cuenta que es un efecto que no suele suceder en los coches.
¿Cómo saber si un disco de freno está gastado y cuándo hay que cambiarlo?
Si quieres saber si un disco de freno está gastado, hay que retirar los tapacubos de las ruedas, en el caso de que tu coche los tenga, y ver a través de las llantas, aunque la opción más efectiva es quitar directamente la rueda.
Si el disco está perfectamente pulido por toda la parte por la que pasa la pastilla quiere decir que está en buenas condiciones. Si, al contrario, vemos unas líneas a lo largo de la circunferencia del disco de freno es que está rayado. Esto hace que la pastilla no toque en esas partes y, por tanto, no está haciendo su función en la frenada. Son milímetros que se pierden de fricción a la hora de frenar y eso se nota.
Lo que normalmente recomiendan los fabricantes es que cada dos juegos de pastillas se cambie el disco de freno. Este último está hecho de un material más resistente que la pastilla, de ahí que aguante más. Sin embargo, también sufre un desgaste que se va notando en su grosor. Cuando esa medida es de menos de 1 milímetro, es momento de sustituirlo por otro nuevo y, cuando lo hagas, también es importante que cambies las pastillas. Si no, éstas tendrán ya un desgaste y no morderán de forma uniforme el disco nuevo.
Cuando una pastilla se cambia y todavía no está adaptada al disco, se recomienda no frenar mucho, siempre que sea seguro hacerlo (este proceso puede alargarse unos 500 km). El propio disco tiene una forma y los ferodos se irán desgastando en función de cómo esté el disco, teniendo en cuenta las pequeñas deficiencias de fabricación que pueda tener.
¿Me pondrán alguna pega en la ITV por llevar los discos rayados?
En la ITV hacen pruebas de frenada con unos rodillos. Mientras que tu vehículo frene y pase las pruebas, no te penalizarán, aunque debes ser consciente de que tu coche está frenando menos que cuando lo compraste nuevo, si tienes los discos de freno rayados. Si notas que a tu vehículo le cuesta frenar más que antes o hace algún ruido extraño, lo más recomendable es que lo lleves a revisión a tu taller mecánico de confianza.
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