Inhibidor de radar

Conducir demasiado rápido no solo implica poner en peligro la seguridad de todos los usuarios de la vía; también supone un severo castigo para el bolsillo de los conductores sancionados. Según un estudio de Automovilistas Europeos Asociados, solo en 2022, la DGT recaudó más de 507 millones de euros en sanciones de Tráfico (la cantidad más alta en una década), y dos de cada tres sanciones correspondieron a multas por exceso de velocidad.

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Aunque la mortalidad en las ciudades españolas se sitúa entre las más bajas de Europa, la Dirección General de Tráfico continúa esforzándose en reducir unas cifras que han experimentado un ligero empeoramiento: en 2022 se produjeron 1.042 accidentes mortales, en los que perdieron la vida un total de 1.145 personas (un 4 % más que en 2019). Una estrategia en la que juegan un importante papel disuasorio los 2.820 radares que la DGT tiene en funcionamiento en nuestras carreteras.

Precisamente la elevada cantidad de radares, y el deseo de evitar fuertes multas económicas, pueden llevar a considerar la posibilidad de instalar algún tipo de dispositivo que nos alerte de su presencia. Y ahí es donde hay que tener cuidado, ya que de los tres tipos de dispositivos (avisadores, detectores e inhibidores), solo el primero de ellos es legal. El uso, e incluso, la presencia de cualquiera de los otros dos en tu vehículo será motivo de infracciones y multas muy severas. Aquí te las explicamos.

Los inhibidores de radar, los más castigados

La nueva Ley de Tráfico aprobada en 2022 endureció la normativa relacionada con el uso de este tipo de dispositivos: si antes ya se penalizaba el uso de los detectores e inhibidores de radares, ahora será motivo de sanción su mera presencia en el vehículo, aunque no se estén utilizando. Así lo explica en su artículo 13.6:

Se prohíbe instalar o llevar en los vehículos inhibidores de radares o cinemómetros o cualesquiera otros instrumentos encaminados a eludir o a interferir en el correcto funcionamiento de los sistemas de vigilancia del tráfico, así como emitir o hacer señales con dicha finalidad. Asimismo, se prohíbe utilizar mecanismos de detección de radares o cinemómetros.

Sin embargo, no todos estos instrumentos reciben el mismo tipo de sanción. Así, por ejemplo, el uso de inhibidores de radar es el que más duramente está castigado por la ley, al ser merecedor de una multa de 6.000 euros y la retirada de seis puntos del carnet de conducir.

Ahora bien, ¿cómo funcionan los inhibidores y por qué se castigan con una sanción tan elevada? El motivo es que no solo se limitan a detectar la presencia de estos cinemómetros (tanto de ondas como láser), sino que además interfieren en su funcionamiento, emitiendo una señal que impide la detección del vehículo que circula a una velocidad excesiva.

Es importante recordar, además, que la sanción no se limita al conductor, y que alcanza (y de forma ejemplar) al taller que lo instaló en el vehículo, para el que la nueva normativa reserva una multa de hasta 30.000 euros.

Detectores de radar: qué son y cómo se castigan

Por su parte, los detectores (ya sean portátiles o instalados en el vehículo) avisan al conductor de la presencia de cualquier tipo de radar (fijo, móvil o de tramo), gracias a una tecnología de espectro de radio que capta las señales de radiofrecuencia emitidas por los cinemómetros. Aunque muchos usuarios los confunden con los avisadores de radar (que sí son legales), la diferencia entre ambos es importante, ya que estos últimos simplemente se sirven de una base de datos que publica la propia DGT y de la señal GPS para avisar de la posición de dichos dispositivos.

La sanción por llevar un detector de radares en el coche pasó, a partir de 2022, de merecer 200 euros de multa a recibir una multa de 500 euros y la retirada de tres puntos del carnet.

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