¿Puede ser el vehículo autónomo la solución a los accidentes originados por un error humano? En varios países del mundo, como Estados Unidos, punteros en la investigación en conducción autónoma, llevan varios años dando pequeños pasos para conseguir que los coches autónomos sean una realidad lo más pronto posible.
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La Sociedad de Ingenieros de la Automoción (SAE por sus siglas en inglés) hace la siguiente clasificación de los coches según su nivel de autonomía:
Nivel 0 de conducción autónoma: No existe ningún tipo de automatización en el vehículo. Es decir, el conductor depende de su propia conducción, ya que no va a tener ninguna ayuda de manejo por parte del coche. Estos son los coches de antaño, antes de llegar a la década de los 90 cuando la electrónica empezó a ser la protagonista.
Nivel 1 de conducción autónoma: El coche empieza a dar alguna asistencia para que el conductor no tenga que realizar tantas tareas a la vez. Por ejemplo, aquí se incluye el control de velocidad o el asistente de mantenimiento de carril. Los asistentes gestionan de forma independiente el movimiento lateral o el longitudinal (en ningún caso los dos a la vez). También se puede incluir aquí el asistente de ayuda al aparcamiento (el conductor maneja solo los pedales, el coche se encarga del volante) o el aviso de colisión y peatones con función de frenado en ciudad. Todos son una ayuda para el conductor, aunque esto no quita que esté pendiente en todo momento de lo que haga el coche.
Nivel 2 de conducción autónoma: Aquí el coche ya controla a la vez tanto los movimientos laterales como los longitudinales. Alguna tecnología que se puede incluir aquí es la ayuda al aparcamiento en la que el conductor ya no toca ni el volante, ni los pedales o un asistente de conducción para reducir el estrés en los atascos ya que el coche es capaz de acelerar o frenar manteniendo la distancia con el coche que le precede y manteniéndose en el carril. Aquí el papel del conductor todavía es muy importante.
Nivel 3 de conducción autónoma: este punto marca un punto de inflexión en la tecnología y aquí el coche ya es capaz de encargarse de prácticamente toda la conducción. El vehículo ya ve lo que tiene en su entorno y puede actuar en función de los elementos que le rodean. Es decir, la persona sentada en el puesto de conducción ya puede soltar el volante y los pedales para que el coche se lleve él solo. No obstante, aquí todavía se requiere la supervisión de un humano por si el software no responde adecuadamente, por ejemplo, cuando hay alguna zona de obras que no está bien señalizada.
Nivel 4 de conducción autónoma: a partir de aquí desaparece la figura del conductor. El coche es totalmente capaz de conducir por sí solo, sin actuación humana. Si tiene algún problema por condiciones climatológicas o geográficas no tiene que pedir ayuda, utilizará los protocolos necesarios para evitar el peligro por sí solo hasta ponerse a salvo. Si el humano requiere la conducción, el coche puede decidir si darle el control inmediatamente o esperar hasta que la cesión del manejo sea la idónea por seguridad.
Nivel 5 de conducción autónoma: es el último nivel y, por tanto, la automatización total. Son coches que ya no tienen ni volante, ni pedales porque ellos mismos se controlan sin necesidad de que una persona actúe en ningún momento.
Vistos los niveles de conducción autónoma, es lógico que te hayas preguntado en qué nivel están los coches del mercado actualmente y la respuesta es que en realidad ya están en la calle vehículos de hasta nivel cinco, pero de forma experimental. Por ejemplo, en España se pueden ver prototipos del máximo nivel de conducción autónoma como el primer autobús autónomo que circula en tráfico real y con pasajeros en el campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
La realidad es que por las calles ya se ven coches de nivel 3, aunque depende del país: por cuestiones legales y reglamentarias en España no se permite levantar las manos del volante, lo que entraría en conflicto con los coches de nivel 3 en adelante. No obstante, en la nueva Ley de Tráfico que entró en vigor en marzo de 2022 ya se incluye en el artículo 11 bis una regulación en el que el fabricante debe informar del nivel de conducción autónoma que saca al mercado, un avance para permitir que los coches de más nivel de autonomía puedan circular por las carreteras españolas.
Los problemas actuales de los coches autónomos
Los vehículos autónomos se enfrentan a diferentes retos, que son los que podrían ralentizar su implantación en las carreteras españolas:
- El precio: toda la tecnología vanguardista que llevan incorporada tiene un alto coste de producción, así como el elevado precio de las posibles reparaciones.
- La infraestructura: el coche autónomo depende de que se pueda comunicar con otros coches u otros elementos de la carretera para que pueda interpretar bien todas las señales y aún queda mucho camino para que esto sea una realidad.
- Fallos en el sistema: ¿el coche autónomo puede llegar a ser perfecto y no dar ningún tipo de problema? Cuanto más lejos estemos de este objetivo, más tardaremos en ver este tipo de vehículos de forma mayoritaria.
- Alto nivel de mantenimiento: utiliza gran número de sistemas y aparatos que deben revisarse cada cierto tiempo para que trabajen al cien por cien de su capacidad.
- ¿Pérdida de privacidad?: estos vehículos recogen datos de la localización del vehículo. Hay que esclarecer quién maneja esos datos y dónde pueden acabar, por lo que dejas de tener cierta privacidad en tus movimientos.
- Seguridad: los coches autónomos necesitan estar conectados a la red. ¿Qué ocurre si alguien llega a piratear la unidad de control del vehículo?
- La adaptación de la legislación a los coches autónomos:
- El Reglamento General de Circulación explica en el artículo 18 que el conductor debe tener una atención permanente a la conducción, algo que entra en conflicto con los niveles 3 y 4 de conducción autónoma. Además, de momento no está permitido por la Ley que separes las manos del volante.
- ¿Quién es el responsable legal en caso de un accidente? Al coche no se le puede hacer responsable así que hay que trasladar la obligación a alguien, ¿pero a quién?:¿al fabricante?, ¿al conductor que estaba sentado sin prestar atención?, ¿al instalador de los componentes del coche autónomo…?
- Ante cualquier siniestro inevitable aún hay grandes dudas sobre qué parte será la más afectada: el propio coche, el contrario o los peatones, y cómo decidirá el coche cuál es la opción menos dañina o incorrecta.
Los beneficios del coche autónomo
- Una reducción de la siniestralidad.
- Una bajada en las emisiones de dióxido de carbono debido al perfeccionamiento del modo de conducción (frenadas, aceleraciones y mantenimiento de la velocidad) son sus puntas de lanza.
- Una reducción de atascos: los coches autónomos no pecan como los conductores del efecto mirón o el efecto acordeón, entre otros.
No obstante, aún queda mucho que hacer para lograr la perfección en la conducción autónoma, así como esclarecer algunos debates éticos, morales y legales al respecto.
¿Cómo funcionan los coches autónomos?
Disponen de una amplia gama de sensores, láseres, cámaras de alta potencia y un radar que analizan y recogen en tiempo real la información de la carretera y de su entorno, generando un mapa tridimensional que permite la navegación en conducción autónoma.
Todos esos elementos que hemos citado envían simultáneamente la información al software que se encarga de procesarla, trazar una ruta y enviar las instrucciones a los controladores del vehículo que se encargan de establecer la dirección, la aceleración y la frenada. Aspectos dentro de la personalización de cada software, como el modelado predictivo o los algoritmos para evitar obstáculos, hacen que se puedan respetar las reglas de tráfico y evitar accidentes.
A partir de este punto, aunque la mayoría de los prototipos no lo tienen aún implementado debido a la poca preparación que tienen las infraestructuras a nivel tecnológico, los coches pueden estar “conectados” e interactuar con ellas (como, por ejemplo, con los semáforos), además de comunicarse con otros vehículos.
Las partes del coche autónomo
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Radar:Mediante la emisión de ondas de ultrasonido detecta los objetos que hay en su entorno.
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Lidar: Dispositivo colocado en el techo del coche que emite un haz de luz láser y que recrea en tres dimensiones y en una visión de 360˚ lo que rodea al vehículo con un margen de error de solo 2 cm.
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GPS/IMU: El GPS permite obtener la posición del vehículo y el IMU recoge información de la velocidad y la dirección.
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Guía de carril: Las cámaras montadas detrás del espejo retrovisor reconocen las líneas de carril y detectan los límites de la carretera.
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Visión en estéreo: Dos cámaras en el parabrisas dan una imagen 3D de la carretera que permite visualizar, entre otras cosas, peatones y animales.
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Detectores en las ruedas: Unos sensores montados en las ruedas miden la velocidad del coche, así como las maniobras a través del tráfico.
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Cámara infrarroja: Dos luces infrarrojas aumentan la visión por la noche sin cegar a otros conductores. El rayo infrarrojo es detectado por una cámara que ofrece una imagen iluminada en el tablero.
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