La subida o bajada en el precio de los combustibles ha sido siempre uno de los tópicos más comunes en casi cualquier conversación, por el impacto directo que tiene en el bolsillo de los consumidores. Su precio final, el que encontramos en las gasolineras, se compone a grandes rasgos de tres factores: la materia prima (o precio base), la carga fiscal y los costes de distribución y márgenes.
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Pero ¿qué es lo que hace que el precio fluctúe tanto? Son muchos los aspectos que influyen en el alza o el descenso del precio de los combustibles: desde la cotización del barril de petróleo al aumento o descenso de la demanda, el cambio entre el dólar y el euro, los impuestos o incluso la falta de competencia entre las compañías petrolíferas y distribuidoras que actúan en España, según ha denunciado repetidamente la Comisión Nacional de la Energía. Hoy los repasamos todos para ti.
El precio base de los combustibles
El principal factor que influye en el precio final de la de la gasolina o diesel es el de la cotización del barril de petróleo en los mercados internacionales. En Europa, el valor de referencia viene marcado por el barril de Brent, que se expresa en dólares, y eso hace que también sea importante la tasa de cambio entre el euro y el dólar: así, cuando la moneda europea se deprecia con respecto al dólar, el petróleo (y, por lo tanto, la gasolina y el diésel) nos cuesta más dinero.
Sobre este valor también actúan muchos otros elementos como el coste de extracción, la oferta y la demanda, los recursos disponibles o los conflictos internacionales como el existente entre Rusia y Ucrania, que ha tenido un gran impacto en la factura energética. Así, por ejemplo, el barril de crudo alcanzó un precio máximo de 129,49 dólares en marzo de 2022, mientras que el pasado 19 de marzo llegó a cotizar a 70,12, y el 18 de julio lo hizo a 79,99.
Otro de los factores que intervienen en el coste final de los combustibles es la política de los países productores. Y es que la OPEP+ mantiene, desde noviembre de 2022, una estrategia de reducción de la producción mundial, con el objetivo final de evitar la caída del precio del barril de petróleo.
Conviene recordar, además, que España importa el 98 % de los combustibles fósiles que consume, un porcentaje muy superior al de la media europea, que es del 73 %, según informa Europa Press. Del refinamiento del crudo se ocupa, en España, la Compañía Logística de Hidrocarburos, a la que los mayoristas compran la gasolina y el diésel para después distribuirla entre sus estaciones de servicio.
¿Cuántos impuestos pagas en el combustible?
Los hidrocarburos son un bien especialmente expuesto a la intervención gubernamental, tanto de los países productores como de los compradores, para los que esta materia prima representa una importante fuente de ingresos fiscales.
Aunque la creencia más extendida sea que la mitad de lo que pagas por tu combustible proviene de los impuestos, se trata de una afirmación imprecisa. Vamos a aclararlo: en el precio del carburante se incluyen dos impuestos, el IVA y el Impuesto Especial de los Hidrocarburos (IEH). El primero está fijado en el 21 %, por lo que, aunque porcentualmente sea siempre igual, se traducirá en más o menos dinero según el precio que marque el mercado.
El IEH, por su parte, consta de un tramo general y otro autonómico, pero su cuantía por litro es siempre la misma:
- Gasolina sin plomo 95: 0,473 euros/litro
- Gasolina sin plomo 98: 0,504 euros/litro.
- Diésel: 0,379 euros/litro.
Esto quiere decir que, a mayor precio final del combustible, menor porcentaje de IEH estarás abonando. En cualquier caso, conviene recordar que España es uno de los países europeos con menores impuestos a los carburantes, por debajo de la media europea y lejos de países como Reino Unidos, Alemania, Suecia, Países Bajos o Luxemburgo, donde constituye el 60 % del precio en una estación de servicio.
Distribución, márgenes y otros factores
Estos costes, derivados de la explotación del petróleo refinado, no suelen variar, y suponen aproximadamente un 15% del valor del combustible. Es el porcentaje más pequeño de los gastos que suponen tanto la gasolina como el diésel.
Las características del parque automovilístico español, donde hay mayoría de vehículos de gasóleo, provocan a su vez tensiones en los costes, ya que en la mayoría de refinerías de Europa se produce gasolina.
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