Cargar patinete eléctrico sin cargador

Una de las mayores ventajas que presentan los patinetes eléctricos es la conveniencia de poder subirlos a casa y cargar su batería utilizando, para ello, cualquier enchufe convencional. Pero eso también significa que se añade a toda la maraña de cables de carga que ya ocupan espacio en casi todas las estancias de tu hogar. ¿Es la carga inalámbrica una posibilidad de futuro?

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La tecnología, en efecto, existe, si bien aún está desarrollándose, y sus aplicaciones para el público general aún tardarán. En Riga (Letonia), la empresa Meredot presentó el año pasado una alfombrilla, MePower, que permite cargar vehículos de movilidad personal como los patinetes eléctricos de forma completamente inalámbrica, tan solo aparcando encima.

Alfombrillas de carga inalámbrica

El funcionamiento de esas alfombras es sencillo: tan solo se necesita aparcar encima y el proceso de carga comenzará inmediatamente, desde la base hasta el patinete, que únicamente debe ir equipado con un dispositivo receptor. El sistema funciona tanto por contacto como por aire, a una distancia de entre 10 y 15 centímetros, lo que además posibilita el instalar la base bajo la superficie, a poca profundidad, de manera que ninguna condición climatológica adversa como la lluvia o la nieve puedan interferir con la transferencia de energía. Otra de las ventajas de esta tecnología es el elevado nivel de eficiencia que se obtiene, superior al 93 %.

No obstante, y aunque no descartan su aplicación a usuarios particulares en un futuro, la firma letona centra sus esfuerzos hoy en ofrecer este servicio a las empresas operadoras de flotas de movilidad compartida, a través de unas bases de carga que pueden instalarse en cualquier espacio público y que apenas necesitan otras modificaciones estructurales, más allá de su conexión a la red eléctrica.

¿Cómo funciona la carga inalámbrica de un vehículo?

Considerando los avances que se producen constantemente en torno a la movilidad eléctrica, parece seguro afirmar que la carga inalámbrica jugará un papel importante en un futuro a medio o largo plazo. De hecho, marcas como BMW o Hyundai ya están probándola en alguno de sus modelos híbridos y eléctricos.

La tecnología que estos vehículos eléctricos emplean está basada en baterías de ión-litio, al igual que los teléfonos móviles y otros muchos dispositivos. Por eso, equipados de manera adecuada, sus baterías podrían igualmente cargarse de forma inalámbrica. Ahora bien, ¿cómo funciona?

Los cargadores inalámbricos funcionan por inducción, de manera que, cuando el coche se posiciona encima de una base de carga, esta comienza a transmitir energía sin necesidad de conectar ningún tipo de cable. Para ello, se sirve del campo electromagnético que se establece entre la base y el vehículo, que irá equipado con un sistema que avisará al usuario de la posición óptima del vehículo antes de comenzar el proceso de carga.

La carga del futuro

En un contexto donde, a mediados de siglo, todos los vehículos nuevos que se fabriquen serán eléctricos, los avances en las tecnologías de carga se antojan imprescindibles. Las posibilidades, de momento, son numerosas: si se instalan este tipo de cargadores en las calles, por ejemplo, aquellos usuarios que no dispongan de un garaje en sus casas podrían cargar su coche de manera sencilla, mientras simplemente los dejan estacionados.

Otra posibilidad implicaría la instalación de almohadillas de carga inalámbrica en las carreteras, de manera que los vehículos puedan ir cargándose mientras circulan. Con ello, la autonomía dejaría de ser un problema y se evitaría la necesidad de tener que parar para cargar el vehículo en desplazamientos largos.

Se trata, en cualquier caso, de una tecnología que, como decíamos, está aún desarrollándose, pero los avances son constantes. Uno de los mayores obstáculos planteados hasta la fecha, por ejemplo, es la velocidad de carga, que en conexiones inalámbricas es mucho menor que con un cable. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Chalmers, en Suecia, han conseguido desarrollar una tecnología de inducción con una potencia de carga de hasta 500 kW en corriente continua, y una eficiencia del 98 % (es decir, casi sin pérdida de energía), sobre una superficie de hasta 2 metros cuadrados y con 15 cm de separación entre las bobinas (la de la base de carga y la del coche). Ello supone un nivel similar al de las mejores opciones de carga existentes en la actualidad.

Según sus investigadores, este sistema podría favorecer la electrificación de vehículos grandes, como autobuses, de manera que puedan eliminarse de forma gradual aquellos que funcionan con diésel. Las posibilidades son muchas, pero es cuestión de tiempo: el futuro ya está aquí.

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